SECCION: INFORMACION GENERAL PAGINA: 14 CABEZA: Cuando Mexico temblo. La gran reserva es el pueblo CREDITO: LUIS SUAREZ* ENTRETEXTO: De la tragedia emergio la condicion humana, la clarividencia y la capacidad organizativa La primera noticia del temblor del 19 de septiembre de 1985 -para todo el mundo y en diversas circunstancias una primera noticia que parecia la ultima sobre nuestra capital- la tuvimos, Pepita y yo, al descender del avion que nos condujo de Madrid a Sevilla. Si mas terrible fue para quienes estaban bajo su destructiva onda, en el exterior era para imaginarse lo peor por la falta de informacion o por la imposibilidad de medir en su realidad la tragedia. En el aeropuerto, mi hermano Gregorio y su esposa Ana, quienes siempre nos recibian con cara de arrancarse cuanto antes con la alegria del cante, mostraban rostros sombrios. No atinaban a expresarnos ninguna de las habituales palabras de fraterna bienvenida. Ana preguntaba a su marido: "Se lo decimos?" Que nos querian decir: quiza una tragedia en el ambito local, nunca pensar en algo que fuera en el nuestro, al otro lado del Atlantico, del que llegabamos. "Pues yo se lo voy a decir!", exclamo el incontenido: "Ha temblao en Mexico y se ha destruido el 35 por ciento de la capital". Alli estaban nuestros hijos y nietos, nuestros amigos, nuestra patria. Si quiero recordar la tragedia con referencias personales, lo hago porque es un modo de no caer en generalidades y abstracciones, y porque asi es para miles y miles de personas, la mejor manera, mas expresiva en una condolencia individual y colectiva. Casi anonadado hice un calculo mental. Pense en el 35 por ciento de los habitantes muertos, que es lo que entendi. Treinta y cinco por ciento de cuantos habitantes? Sometiendome a lo estrictamente citadin o -no a la poblacion del Valle de Mexico, tan desbordada, ni siquiera a todo lo metropolitano, pense en 10 y 11 millones. Una tercera parte desaparecidos... mas de 3 millones de habitantes! Sevilla es tierra de exageracion. Las imprecisas noticias captadas al principio tambien eran exageradas, pero de todos modos indicadoras de gravedad. Se citaba a Radio Caracol y, ya por la manana del dia siguiente, la TV espanola reproducia imagenes del Canal 13, de Mexico. Luego algo se restablecia. Y para nosotros significaba que el sur de la capital, donde esta nuestra residencia en Villa Olimpica, estaba en pie. Buena construccion de Ramirez Vazquez s obre el suelo volcanico!, pense en la mania informativa del periodista. El presidente De la Madrid aparecia en un recorrido de consuelo. El Hotel Regis aparecia ardiendo. Al mismo tiempo que el embajador Rodolfo Gonzalez Guevara era requerido de informacion -tambien por mi- por todos los mexicanos que estaban en Espana, el nos la solicitaba sobre su familia a quienes haciamos diversos intentos de obtenerla por otras vias. De la nuestra nos llegaron tranquilizadoras noticias por medio de radio aficionados contactados, no se en que rincon del planeta, por otro familiar, el doctor Jose Luis Boldu, desde su trabajo en la UNAM. Aprecie entonces el gran valor humano y abnegado de esa comunicacion de persona a persona que me parecian chiflados habiendo redes tan rapidas y eficaces... salvo cuando hay temblores. Evoque mi adolescencia cuando intentabamos la comunicacion por el radio de galena. Pero sobre todo comprendi que hasta lo mas rudimentario puede convertirse en una herramienta util, sobre todo una expresion de la solidaridad humana. Porque eso es lo que principalmente encontre al regresar a Mexico tan pronto pudimos hacerlo. De la superficie quebrada de la tierra, de los escombros, los sobrevivientes extraian las fuerzas de la solidaridad. De todas partes surgian conductores, lideres naturales, que no dependian ni de las instituciones, ni de las estructuras, ni de las organizaciones, ni de los partidos, y menos del oportunismo convenenciero. Eso fue la gran leccion del Mexico d el temblor, que proyecto esos conductores de barrios, de colonias, de centros de trabajo o del estudio, cuya sensibilidad arrojo y eficacia mostraba las grandes reservas que hay en el pueblo para enfrentar la peor adversidad. Quisiera simplificarlo en otro incidente de mi propio entorno familiar. Mi nieta Sol salia a su hora, de su casa cercana al Centro Medico, rumbo a su escuela. Pero esa su hora era tambien la hora del temblor, fuera de calendario y de reloj, no programada por la sociedad ni el gobierno de los hombres. Se sintio mareada y se agarro a un poste sin saber a que se debia su estado. Vio derrumbarse los hospitales. Un hombre le grito: "No se asuste, senorita, esta temblan do!". Paso el temblor dejando regada la destruccion y a miles de cadaveres. Ella se dirigio a su centro educativo Paulo Freyre. La escuela se convirtio en un albergue que acogio durante dias y dias a damnificados que menos la vida todo lo perdieron. Nadie se nego a proporcionar el coche, el colchon, la comida... Los alumnos estuvieron una semana sin dormir, cabeceando cuando podian. Si, la cita es como un ejemplo concreto de lo que hicieron miles de mexicanos ante la muerte de miles de sus hermanos. De la tragedia emergio la condicion humana y la clarividencia, la capacidad organizativa del pueblo, que vemos a veces, en los movimientos de la gran ciudad, como una masa amorfa. No lo es. Ahi esta cada uno, estan las personas, las mentes y las conciencias. Y el corazon. Por eso tambien debemos recordar la tragedia del 19 de septiembre no solo como un duelo, sino como una ensenanza, una leccion y una confianza en nosotros mismos y en ese gran tronco del que tantas ramas dependemos. Porque otros son ahora los temblores, los sacudimientos de la crisis. Tambien frente a ese temblor, luce, capacidad de enfrentarla. Pero con mayor posibilidad de encontrar el epifoco de los culpables. (Notimex). *Periodista .