SECCION CULTURA PAGINA 34 BALAZO: NUESTRA CIUDAD Y NUESTROS MUERTOS CABEZA: Ofrenda poetica, diez anos despues CREDITO: Alejandro Ortiz Gonzalez Absurda es la materia que se desploma,/ la penetrada de vacio, la hueca, escribe Jose Emilio Pachecho al comienzo de Las ruinas de Mexico (Elegia del retorno), del libro Miro la tierra (Era, 1986). Como Jose Emilio Pacheco, otros poetas y otros libros se hicieron presentes. Fechada en la "ciudad de Mexico, noviembre de 1985", encontramos la Ofrenda de poesia para nuestra ciudad y nuestros muertos, plaqueta editada por Gabriela Becerra y Lucia Alvarez Enriquez, y producida en la Imprenta Madero, pero que el momento y el objetivo llevaron a mantener sus nombres en el anonimato. La inmortalidad de la poesia se hizo mas que evidente al incluir poemas de Jose Carlos Becerra, Efrain Huerta (otra vez), Jose Emilio Pacheco, Octavio Paz, Xavier Villaurrutia, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Miguel Guardia, algo de La vision de los vencidos y algo mas de Poesia indigena del siglo XVI, traducida por el padre Angel Maria Garibay. Pero los poemas incluidos en esta ofrenda no pudieron ocultar un hecho significativo de conciencia. La ciudad tomo un nuevo rostro, semidestruido quiza, pero nuevo. Su gente, acostumbrada a ser solo habitante de la hidra de mil cabezas, abandonaba su condicion de huesped metropolitano, para pasar a ser no ya tan solo ciudadano en toda la extension del termino, sino mucho mas, damnificado. Todos somos uno. Para esta Ofrenda de poesia se escogieron Epica (Becerra), Declaracion de amor (Huerta), La noche nuest ra interminable (Pacheco), Crepusculos de la ciudad (Paz), Cantares acerca de la conquista (Vision de los vencidos), Nocturno muerto (Villaurrutia), Amanecer (Castellanos), Algo sobre la muerte del mayor Sabines (Sabines), Juntaremos las bocas (Guardia) y Anhelo de inmortalidad (Poesia indigena), una pequena muestra representativa de los sentires abarcadores de la bestia urbana, que podian y pueden (y podran) aplicarse al momento terrible de la destruccion. Conciencia de la muerte En otro giro de la procesion o de la tribu errante que somos -Pacheco dixit-, la ciudad cobra un peso que no tenia. Asi como la revolucion industrial trajo la idea de progreso, futuro, modernidad y competencia, y asi como las revoluciones sociales pelean contra la injusticia que viene con los suenos de la industria, la catastrofe trajo conciencia de la muerte. En una imagen acaso demasiado ambiciosa, podriamos, quisieramos pensar que con el terremoto de 1985, la poesia tambien fue devastada, sus edificios s e vinieron abajo y hubo que comenzar a trabajarla de nuevo, desde el cimiento. Otras ofrendas Los primeros dias despues del sismo, podian observarse las ofrendas y las veladoras en el Zocalo, afuera de Catedral, de todas las iglesias, en las calles. Otras ofrendas se fraguaban tambien en el papel. Marco Antonio Campos solicitaba testimonios de lo "sobrevivientes", como los llamaba, para editar lo que habria de convertirse en Hemos perdido el reino, con textos y memorias de escritores y poetas en general. Aparecia tambien Ciudad quebrada, de Humberto Musacchio y el poemario de Miguel Angel Flores, Er osiones y desastres (UAM), y la revista Vuelta entregaba a sus lectores en su numero 108 (noviembre del 85) algo sobre La Ciudad de Mexico. Utopia y realidad, con textos de Paz, Krauze y Miguel Leon Portilla, en relacion a los sismos. Lecciones poeticas A 10 anos de distancia, y con un recordatorio de dos temblores cuatro dias antes del aniversario, los habitantes de la ciudad no hemos asimilado muchas de las lecciones. La poesia, como arma fundamentalista de conciencia del mundo y de sus movimientos, no ha podido tampoco (ante su falta de seguidores), desterrar esa secuencia de destruccion cronica .