SECCION: CIUDAD PAGINA: 19 BALAZO: EL RELOJ SE DETUVO A LAS 07:19 HORAS EL 19 DE SEPTIEMBRE DE 1985 CABEZA: En dos minutos, cientos de construcciones se desplomaron; la ciudad no volveria a ser la misma CREDITO: LUIS GUILLERMO HERNANDEZ El reloj se detuvo a las 07:19 horas el 19 de septiembre de 1985. 8.1 grados Richter sacudieron una ciudad que apenas despertaba y, en dos minutos, cientos de construcciones de la otrora "region mas transparente" se desplomaron sepultando a miles de personas. Mexico, capital, no volveria a ser la misma. Del polvo y los escombros surgieron entonces miles de voluntarios, ejemplo de una solidaridad que hasta entonces permanecia dormida. Sin mas herramienta que el coraje, los "Topos" saltaron por toda la ciudad para buscar entre el cascajo victimas y sobrevivientes del mayor desastre natural del Mexico moderno. "El miedo a la muerte se volvio valor", senala uno de estos personajes, Francisco Villanueva Medina, quien coordinara las labores de rescate en el edificio Nuevo Leon, en Tlatelolco. Por azares del destino, afirma en entrevista con El Nacional, llego hasta las ruinas de uno de los multifamiliares de la unidad habitacional mas golpeada por la furia de la tierra. Originalmente, dice, se dirigia al Hospital General porque los reportes de la radio senalaban la catastrofe en la zona centro de la ciudad. Una ambulancia del Seguro Social lo llevo por las calles polvosas. "Vamos al Nuevo Leon, parece que ahi hay problemas, dijeron el conductor y dos enfermeros", desconocidos. Al llegar a Tlatelolco la imagen se presento por si sola: la ciudad lloraba a sus muertos. Apenas las ocho de la manana. Cada quien por su lado, senala Villanueva Medina, trabajaban como locos los voluntarios al escuchar gritos de auxilio debajo de los escombros. Nerviosos, sin saber que hacer por la desesperacion, empujandose otros, estorbando los menos, la total desorganizacion impedia que los rescates se llevaran a cabo. "Mucha gente queria ayudar a salir a las personas atrapadas y otros salian como Dios les daba a entender; otros eran pisoteados por la gente que queria huir, despavorida". Por la tarde, rememora, llego el entonces presidente Miguel de la Madrid a reconocer la zona: "Senor, necesitamos maquinaria, medicamentos, control, hay mucho pillaje, la gente, la policia, vienen y se llevan lo que pueden". La orden presidencial no necesito entonces una firma: "Doctor, siga coordinando". Luego del caos, el primero de los 130 sobrevivientes de la catastrofe en esa zona salio a la superficie. La labor se torno buena cuando uno a uno los heridos eran llevados a los hospitales o albergues. Nada fue en vano, dice, porque se olvido el temor por la muerte, aunque el 20 de septiembre, a las siete de la noche, el cielo se tino rojo cuando otra vez la tierra se burlaba a carcajadas con el temblor de mas de siete grados. Noche a noche, durante 20 dias, el grupo "Topos" de Tlatelolco, anonimo, saco del Nuevo Leon 427 cadaveres, y no solo eso, se encontraron tambien dos cajas fuertes llenas de oro, dolares, armas de fuego, granadas, morteros, espadas, sables, droga en cantidades considerables, todo en el mismo lugar. Turnos de manana, tarde y noche, mas de 18 mil voluntarios se deshicieron de 27 mil toneladas de escombros. De muchas partes del mundo llegaron a nuestro pais socorristas, ya de la Cruz Roja, ya de empresas particulares, con tecnologia de vanguardia, con perros, con sondas, con ultrasonidos, para sacar algun sobreviviente. "En Tlatelolco todos los vivos y todos los muertos se entregaron a sus familiares. Tuvimos la cooperacion del Ejercito, la Marina. Gente de Argelia, Francia, Israel, todos asombrados por el trabajo en el Nuevo Leon, reconocieron que no hacian falta". Aunque las jornadas se sucedieron sin tregua, "muchos seres humanos se perdieron en el terremoto de 1985, pudimos haber hecho mas por los que quedaron atrapados". Hoy, a 10 anos, lo unico que puede pedir Villanueva Medina, hoy medico neurosiquiatra del Instituto Mexicano del Seguro Social, es que las autoridades lleven a cabo "verdaderamente" un impulso de la cultura de proteccion civil, que el ciudadano comun y corriente aprenda realmente lo que debe hacer en caso de cualquier contingencia. La proteccion civil, afirma, no es para atender los desastres, es para prevenirlos o saber que hacer para atenuar sus efectos. Al fin y al cabo, dice, el 19 de septiembre de 1985 los mexicanos lloramos sangre, conocimos el infierno y hoy estamos de vuelta. .