SECCION CULTURA PAGINA 34 CABEZA: Felipe Segura, el baile interminable CREDITO: ELENA PONIATOWSKA* Las postales que Alejandrina Escudero abre en abanico para narrarnos la vida de Felipe Segura se vuelven, conforme el vuelo de las paginas avanza, imagenes detenidas en plena evolucion, instantes fotograficos de ese movimiento perpetuo que es la danza. Que mejor tecnica narrativa para ofrecernos la odisea de un bailarin, el gran bailarin que es Segura? La vida puede resumirse en un pas de deux, en un salto ingravido y en un split cuando se cifra en aras de la perfeccion artistica y de la entrega a una de l as mas plasticas expresiones de la sensibilidad del hombre. Desde muy chica he sentido reverencia por la danza. En mis tiempos, a casi todas las ninas bien se les enviaba a tomar clases de ballet para que, por lo menos, se movieran con gracia. Mi hermana y yo fuimos al estudio de Miss Carol en la colonia Cuauhtemoc. Era una norteamericana carirredonda y entrada en anos que golpeaba el suelo de madera con un baston para marcar el ritmo. Pasamos horas y horas con la pierna en alto sobre la barra doblando nuestra cintura de avispa hacia abajo para luego erguirnos, el c uello estirado. Uno, dos, uno, dos, uno, dos. Llegamos hasta el tutu y los zapatos de punta y me parece que bailamos una vez en Bellas Artes. Mas tarde lloramos como locas con la pelicula Las zapatillas rojas. Mi hermana siguio adelante, yo no porque ademas de la timidez, tenia la gracia de un pequeno elefante y mama dijo: "Tu, el piano". Kitzia en cambio traia la danza adentro, le quemaba las piernas, los brazos, el vientre, las pestanas. Fue alumna del imprevisible y encantador Sergio Unger y de la recien temente desaparecida Waldeen. Su devocion por la danza no tenia limite. Nadie mas obsesivo que un bailarin, una bailarina de ballet. Mas tarde habria yo de comprobarlo al entrevistar a Guillermo Keys, a Anna Sokolow, a Guillermo Arriaga El Zapata, a Gloria Contreras, a Amalia Hernandez, a Lin Duran (las dos, primas de Elena Garro que tambien fue bailarina y coreografa de Julio Bracho). Para ellos no habia mas vida que la del ballet, la danza. Para nosotras, ninas, ir a una funcion de ballet era un regalo del cielo. Ver Giselle o Las Silfides, o Coppelia o Pas de Quatre era transportarnos al mismisimo Nirvana. Seguiamos las piruetas y los emtrechats con los anteojos de larga vista que mama utilizaba los domingos en el Jockey para ver las carreras de caballos. Petrushka con la musica de Igor Stravinsky fue para nosotros el colmo de la felicidad y no se diga El sombrero de tres picos. Flotabamos leviticas en el lago del cielo, ninas-cisnes, prodigi osamente agiles, nos elevabamos entre las nubes para huir del cazador. Mi madre alguna vez me conto que estuvo en el mismo hotel de Ana Pavlova la noche en que esta murio en Holanda y que los empleados y los huespedes del hotel guardaron luto. Nadie hablaba en los pasillos, nadie en la recepcion. El hotel mismo se habia convertido en un oratorio de honras funebres donde se le rendia homenaje a la mayor bailarina de todos los tiempos hasta ese ano. Mi hermana que iba que chutaba para prima ballerina, seguram ente sono que alguna vez la llamarian "La Poniatowska" asi como decian "La Pavlova" y "La Markova". Sin embargo, nos repetian siempre que ninguna profesion era mas demandante, que nada era mas duro en la vida, que los entrenamientos resultaban demoledores, que nunca jamas volveriamos a saciar nuestra hambre, ni un dulce, ni un chocolate, adios a los postres y a los refrescos, que habia que sacrificarlo todo, que Terpsicore exigia una entrega mas cruenta que la Coyolxhauqui. Una bailarina no podia tener vida amorosa, no se podia casar, mucho menos tener hijos, vaya, ni siquiera echarse un caldito. A los hombres les iba aun peor, sobre todo en un pais machista como el nuestro. Era logico que murieran jovenes y vivieran siempre senalados, bajo sospecha, finalmente abandonados del publico, anatemizados. (Hay que recordar que antes, los artistas no tenian derecho al camposanto.) Alli esta hoy en dia el ejemplo de Nureyev, como antes estuvo el de Nijinsky. Que corta es la vida profesional de un bailarin! La fama y los contratos un dia, sin mas, los abandonan. Les queda la gloria, eso si, pero solemos olvidar a la inmensa mayoria por muy grandes que fueran sus virtudes. Ingratos, hacemos escarnio de ellos cuando sus mejores anos han pasado. Hace algunos Cervantinos, en Guanajuato, la gente reia frente a las primas ballerinas rusas (y una cubana: Alicia Alonso) que apenas la decada pasada nos habian brindado momentos inolvidables y sublimaron los derroches de dona Carmen Romano. "Primas? Seran primas de las momias de Guanajuato!" decian los mismos que hoy son incapaces de reconocer el arte que, a sus anos, continua entregandonos una artista de excepcion como Alicia Alonso. Cuantos nombres de bailarines se nos quedan grabados en la memoria al paso de los anos? Es facil recordar a un cantante, a un actor o una actriz, inclusive a un musico. Pero escamoteamos honores a las bailarinas y, sobre todo, a los bailarines. La manera en que Felipe Segura repasa sus anos en la danza frente a los oidos y el afan documental de Alejandrina Escudero, sin embargo, se encuentra lejos del dramatismo que suele caracterizar a las grandes figuras del ballet clasico. Se advierte, eso si, la intensidad, expresada no a traves de un rostro grave sino de una caracteristica venturosa en su persona: el humor, ese rasgo distintivo de los grandes seres y que se erige, determinante, en Felipe Segura a medio siglo de sus inicios en la danza. Felipe Segura nacio con el ano de 1926, el primero de enero, en esta ciudad de Mexico. De nino solia admirar los espectaculos de titeres de Rosete Aranda y recibia la instruccion artistica que, de modo intuitivo, su madre le proporcionaba. Ella le ponia los numeros de canto, baile y declamacion con que al nino Felipe le encantaba participar en los festivales escolares del Dia de las Madres. "Vas a acabar por volverlo comico", reclamaba el padre. Acabaria por confirmar anos despues: "Te lo dije". El padre, Felipe Segura Barraza, "era medio ranchero", cuenta el bailarin; venia de Escuinapa, Sinaloa, y no entendia esas cosas del arte. La madre, Esperanza Escalona, fue complice del hijo y lo llevaba al teatro a ver a la Fabregas y a la Montoya. Tambien a la opera y a la zarzuela. Y al ballet. Alla por 1942, sobre un entarimado en el Monumento a la Revolucion, admiro al Ballet de la Ciudad de Mexico. "Despues habriamos de ir a ver al Ballet Theatre y eso me produjo la impresion mas tremenda del mundo; l a estrella, bellisima, era Irina Baronova; a mi me gusto mucho La bella durmiente y El pajaro azul porque habia un bailarin, Ian Gibson, que me fascino". La semilla habia comenzado a germinar, pero Felipe Segura no se dio cuenta en principio, "en ese enredijo que fue la primera parte de mi vida en que queria ser de todo. Si veia una pelicula de aviones queria ser aviador, si veia una de marinos, marino". Creyo inclinada su vocacion hacia el cinematografo. En su casa de La Viga, frente a la estufa de carbon, sonaba con llegar a Hollywood, que en su idea era "un pueblo maravilloso donde la gente se volvia estrella de cine". Con su primo Manuel urdio un plan pa ra llegar a "la fabrica de suenos", robo dinero y se escaparon en autobus, pero el plan fracaso: en Laredo los intercepto su padre. Felipe tenia 13 anos. Fue puesto a estudiar comercio y durante dos anos logro enganar a sus progenitores, pues en realidad se inscribio en la Academia Cinematografica, donde su primer maestro fue Rodolfo Usigli y el segundo Xavier Villaurrutia. Ahi se inicio en la danza, con la clase obligatoria que impartia Dina Torregrosa, bailarina del grupo de Waldeen. "Estaba hasta adelante porque era el que trepaba mas la pierna y hacia toda clase de maromas; todo lo que ponia la maestra lo hacia yo rapidamente", cuenta. "Un dia me dijo que me llevaria con la senorita Nellie Campobello y eso fue muy especial para mi... lo primero que hizo fue recorrerme de arriba a abajo; le cause muy buena impresion asi todo trajeadito, delgadito y jovencito. Me pregunto mi nombre y la fecha de mi nacimiento. Cuando le dije que habia nacido el primero de enero a ella le parecio maravilloso, me dijo que era yo Capricornio y me explico que mi signo era la casa de la inteligencia del suyo, que creo es Escorpion porque nacio un 7 de noviembre. Asi empezo nuestra relacion." Una tras otra, con esa frivolidad encantadora que suele caracterizar a los artistas de la escena, desfilan en el libro las innumerables anecdotas vividas por Felipe Segura en su larga carrera: Bailo El lago de los cisnes en Chapultepec y cuenta como los verdaderos cisnes del verdadero lago "hacian sus graciosadas en plena funcion; a menudo se salian del agua, se sacudian y mojaban al publico de las primeras filas". Su descripcion del mar visto desde el imponente United States, "un barco como de 5 cuadras de largo", es memorable: "Un dia empezo a ponerse quieto, quieto, como si fuera un cristalote, y el cielo se lleno de nubes; eran los inicios de una gran tormenta. El barco parecia un cascaronzote golpeado por todos lados por el agua. No crei que llegaramos vivos a tierra; aunque estuviera acostado en la cabina, iba a dar al suelo. Hubiera sido magnifico tener ahi un companero para quejarnos o abrazarnos. A pesar de la tormenta, y pasara lo que pasara, llegaba al restaurante a hacer las tres comidas, era el unico pasajero que lo ha cia, en la cocina me odiaban". No tengo el gusto de conocer personalmente a Felipe Segura, pero el libro dibuja una personalidad fascinante, una vida en la que triunfos y fracasos, traspies y pasodobles son llevados al limite. Eso es la intensidad. Saber vivir. Lo corrobora ante mis ojos la fotografia que cierra el volumen: Felipe Segura de casi 70 anos de edad -50 de ellos dedicados a la danza- acaricia con delicadeza infinita las flores de un jardin. Y dice a Alejandrina Escudero, la autora del excelente trabajo biografico y, por lo vi sto, profunda conocedora del arte de la danza: "Pensandolo bien, todavia me faltan muchas cosas por hacer. Ojala me fueran concedidos otros 50 anitos" l Texto leido en la presentacion del libro Felipe Segura: una vida en la danza, el pasado 29 de agosto, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. *Escritora y periodista. .