SECCION: CIUDAD PAGINA: 17 BALAZO: LA CULTURA SISMOLOGICA DE LOS DEFEOS ES PROVERBIAL CABEZA: Cronica del temblor entre La Villa y la Alameda CREDITO: JORGE CALVIMONTES Y C. Estaba anudandose las agujetas, faltaba hacerlo en el zapato izquierdo. Me agache -dice Juan Carlos Poveda- y senti como que me mareaba, la diabetes pense, el azucar, las migranas; pero no, carajo, estaba temblando; otra vez lo mismo, siempre de repente. Siempre a tiempo para hacernos fruncir de miedo. La casita de interes social se movia como una hoja al viento; "Poveda, Povedita, se dijo, no vaya a ser que nos llego la hora". Pero no, habia que atorarle al baile, como aquella vez, la del ano 85. Vio a su mujer y de un salto la hizo bajar del lecho para conducirla a un sitio debajo de la viga y cerca de la columna. Se dieron cuenta que los focos del alumbrado iban de un lado a otro, como pendulo enloquecido; la mujer miraba lejos, los ojos, bien abiertos, divisaban el arbol de la calle que, lo mismo que las ramas de las plantas de la azotea, estaban tan pronto al norte como al sur. La casa se movia como queriendo irse a la Villa, como queriendo irse a la Alameda. El temblor se sintio a las 8:04 de la manana. Francisco Javier, uno de los 260 mil alumnos de la UNAM, que este viernes iban a tener la ultima clase de la semana, viajaba en el Metro, el gusano rosa paro de pronto, nadie dijo nada, el sistema de sonido permanecio callado y la gente, como ocurrio la fatidica manana del 19 de septiembre de 1985, salio corriendo por las escalinatas, las escaleras electricas estaban detenidas y, afuera, en la superficie de los asfaltos grises, la locura total con nombre de dese speracion. Las peseras paradas; los taxis a tope, los empleados y trabajadores desconcertados y atrasados. La radio dice, ahora, que el temblor fue de 6 grados en la escala de Richter, otras emisoras afirman que de 7; lo cierto es que ya paso y nadie habla de danos materiales ni de perdidas humanas. Otro susto, con todo y crisis, ademas la extrana sensacion, la inexplicable coincidencia de que este temblor se de justo cinco dias antes del decimo aniversario del sismo de 1985. Margarita Ocote sube las escaleras de la sala, por la ventana que da a la calle divisa al albanil que esta trabajando con un marro en el piso alto del edificio que estan demoliendo en la banqueta de enfrente. El hombre se mueve, de pronto, como chango con terciana; el hombre ni salta ni corre, simplemente se desliza sobre la piramide de cascajo. Margarita rie, pero calla inmediatamente porque, ella misma, se pone a temblar. Una voz le dice, Marga, ve a ver a tu madre, parece que se ha caido. La vie ja senora Ocote, natural de San Juanico, Acazuchitlan, Hidalgo, ha tenido esta vez su primera experiencia con un movimiento sismico; no recuerda mucho, solo que a los pocos segundos de haber comenzado el movimiento cerro los ojos y se cayo. Margarita le ha dado una taza de manzanilla, tibiecita y con mucha azucar. La cultura sismologica de los defenos es proverbial. Los ninos, que siempre estan llevando a cabo simulacros para casos como este, dieron muestras de cordura y serenidad, en casi todos los planteles los escolares se reunieron en los patios y esperaron tranquilos las instrucciones de sus maestros. Asi fue hasta que llegaron los padres de familia, preocupados; tiernos y solicitos, desesperados de sacar a sus vastagos y llevarselos. La lloradera exploto, naturalmente, y todo fue un drama, drama que fel izmente duro pocos minutos. Despues, unos, retornaron a sus hogares y, otros permanecieron en los locales escolares. Pasado el temblor se inicia el chisme; hay quienes hablan de que la Alarma Sismica funciono en el caso de las radioemisoras, pero que no hubo tal en las transmisiones de la TV. Jose Luis, detras de sus grandes anteojos, dice que los concesionarios debieran conectar sus estaciones con el sistema de alarma. "No es cosa de voluntad, sino de obligacion", aclara. De todos modos, la manana postsismica fue tranquila, a pesar de que algunos locutores hicieron erizar los cabellos de los radioescuchas cuando senalaban que estaba bien que hubiera ocurrido este temblor porque asi se evitaba que las otras liberaciones de energia fueran mucho mas graves. Juan Carlos Poveda, despues de anudarse la agujeta del zapato izquierdo le dijo a su coronela: "Bueno, ya paso el danzon, vamos a desayunar. Se puso una guajolata entre pecho y espalda, arremetio con dos tazones de humeante atole y se fue por las calles de la Guerrero, entre La Villa y la Alameda, entre el resto del miedo y la necesidad de vender los globos y los banderines. "Hay que apurarse, canijo, porque manana es el Grito. Que bueno que no tuvimos que gritar sobre los escombros." La viuda de Ocote afir ma que hoy mismo se ira a Acazuchitlan. En San Juanico la tierra no se mueve y si alguna vez se movio, ella no lo habia sentido, hasta ahora, al menos. .