SECCION CULTURA PAGINA 32 CABEZA: Voces femeninas sin destino CREDITO: PATRICIA MORALES* En enero de 1669 Claude Barbin edito una parte del libro Lettres portugaises, cartas escritas por Mariana, una religiosa portuguesa. Y aunque no se aclaraba quien era el o la autora, existia una priora-Mariana de Alcoforado- en un convento de Beja al sur de Portugal, lo que a todos hizo pensar que ella habia escrito las cartas. Su destinatario?, no otro que Nol Bouton de Chamilly (1615-1715), un oficial famoso por sus amorios, que habia estado ahi con la expedicion francesa, entre 1663 y 1668. Pero hoy sabemos que escribio las Cartas portuguesas no Mariana sino Gabriel de Lavergne, vizconde de Guilleragues. Lo que no excluye la posibilidad de su origen en alguna historia real de amor entre un soldado y una monja; incluso la existencia de cartas que habrian llegado a manos del vizconde. El genero epistolar amoroso fue muy socorrido en el s. XVII, sobre todo por mujeres; y estas Cartas -drama de amor en cinco actos, dijo de ellas Leo Spitzer- son testimonio de la sensibilidad de la epoca: tan solo entre 1669 y 1675 conocieron veintiuna ediciones. La tradicion de la mujer abandonada es, sin embargo, muy antigua. Tenemos a la Herodia X, en la que Ovidio da voz a Adriadna, la mujer a quien Teseo abandono en una playa de la isla de Naxos -lugar de la obsesion circular, un lugar del alma del que no hay salida-, y entrega al mar su interminable lamento en conmovedores versos. Teseo es, dice Calasso, el hombre que convirtio en vicio humano la costumbre divina de raptar doncellas. No abandona por algun motivo, o por otra mujer; sino simplemente porque olvid a. Adriadna escapa de su memoria en un momento que equivale a todos los momentos. Pensamos en Dido que, en el libro de la Eneida, se lamenta luego de ser abandonada por quien la sedujo con el relato de sus hazanas y penalidades guerreras. Las Cartas portuguesas tambien son la expresion de un corazon femenino amante, consciente de su abandono, que va del terrible dolor a la lucidez que se gana con la escritura, modo fecundo de la pasion. Ni a Adriadna ni a Dido ni a Mariana, les responde el amado. No son las unicas, el amado es lejano siempre y evanescente, incierto, impenetrable, inconst ante. Ausente. Escribir cartas de amor solo tiene sentido una vez consumada la ruptura; eso de mil modos lo han dicho pensadores y poetas: es el vacio que deja el amado, lo que provoca la escritura. Escritura que es intento de llenarlo, mirada sobre el caos interior, intimo desgarramiento y proceso de duelo. Escribir cartas de amor es un acto solitario, un repliegue del yo sobre su propio discurso. Monologo, sin duda, a pesar de ser un simulacro de dialogo. La mujer que ama no se dirige al amado en su escritura, sino a su propio amor para entenderse a ella misma, descubrirse otra porque ama, y dar cuenta de un proceso interior. Reconstruirse. La que ha sido abandonada y sobre eso escribe, alcanzara la lucidez, conciencia meridiana de que todo amor se nutre de si mismo, y su pasion siempre es mas valiosa que aquel que un dia supo encenderla. "Y casi podria decirse que la soledad era necesaria para hacer de este amor, que tan precipitada y descuidadamente habia comenzado, algo tan perfecto", anade Rainer Maria Rilke. Quien, desde que tradujo las cartas de la Portuguesa en 1913, se sintio fascinando por Mariana. El suyo fue un amor de incomparables fatigas, escribio. Y es que el amor sin respuesta es una de las ideas mas tenaces en el poeta. En sus Cuadernos de Malte habla de las mujeres excepcionales que crean y fomentan su pasion muy por encima del hombre amado, incluso de ellas mismas. "El don de si misma puede ser infinito, esa es su felicidad. Pero la miseria sin nombre desu amor siempre ha sido esta: que sele pide limitar este don. Ninguna otra queja ha sido jamas expresada por mujeres. Las dos primeras cartas de Eloisa no contienen sino esto, y cinco siglos mas tarde, vuelve a surgir aun de las cartas de la Portuguesa; se la reconoce como una llamada de pajaro" -voz sin destino. Pero sobre todo, este fluir de reproches y esperanzas, dudas y decepciones -anota Rilke sobre las cartas de la Portuguesa- las mismas preguntas y las promesas habituales del amor, nos hacen comprender que lo esencial del amor no reside en lo compartido, sino en esto: en que uno fuerza al otro a transformarse en algo, a transformarse infinitamente, a transformarse en lo mas extremo que sus fuerzas sean capaces de alcanzar. Idea tambien presente en la obra de Lou Andreas Salome, la mujer que Rilke amo; y no s e piense que de una manera menos bella o intensa. Ella igual habria podido escribir: "Ser amada quiere decir consumirse en la llama. Amar es irradiar una luz inextinguible." *Psicoanalista y escritora. .