SECCION ESPECTACULOS PAGINA 37 BALAZO: ANTROS CABEZA: En el cuartel del sargento pimienta CREDITO: XAVIER VELASCO Sabias que caerias, mas tarde o mas temprano. La curiosidad, el ocio, el animo de cambiar lo que tienes por lo que recuerdas, lo que sea, que mas da? La cosa es que fuiste, orgullosamente acompanado por esa pollita modelo 67 que habia decidido celebrar su cumpleanos numero 18 en tu rancia compania, luego de llamarte a diario por cuantos dias? No quisiste confesarle tu edad, cual si las patas de gallo que ya se te asoman como raices de abedul fuesen insuficientes para gritar: Este gey anda treinte ando! Pero insististe en pensar: Yo soy el malo, y entonces la llevaste a un Liverpool Pub. Jaque al rey No habia mucha gente, pero los que estaban te parecieron suficientes para intimidar a tu pareja. Estaba la pollita realmente sacada de onda, o eras tu el que no cesaba de temer el parpadeo, el bostezo, el subito rictus de fastidio bajo esos ojos en los que se adivinaba una infancia fresca y apenas retirante? Si has de ser sincero, tu primer reproche debe dirigirse hacia las malditas matematicas. Mientras ella miraba en su derredor, presa de la misma fascinacion que a cualquiera le merece un museo vivo, tu fabricabas en tu cabeza toda suerte de calculos, comparaciones y porcentajes. Por un lado, era virtualmente improbable que tuvieras la edad suficiente para ser su papa, mas por el otro resultaba patetico que su mama fuese, muy posiblemente, tan treintona como tu. Y si se le ocurria presentartela? Que ibas a decirle? La banda que tocaba, una quinteta de veteranos del twist vestidos con sueteres que parecian sacados de una venta de garage de Cesar Costa, no era sino el entremes del banquete beatle ano, pero fue suficiente con que mirases, al fondo, la fotografia de Lennon adolescente para que pensaras, en medio de un escalofrio chocarrero: Your Mother Should Know. Cuando Lennon murio, ella no tenia ni cuatro anos, te azotaste, pero en ese instante descubriste que la pollita te miraba, con los ojos de quien desea sobre todas las cosas una probada de miel. Cuando llego el mesero te preguntaste muy mojigatamente si ella querria empezar con un refresco, y de seguro lo habrias pedido si ella, mas rauda que tu, no hubiese demandado la pronta presencia de dos tequilas dobles y derechos. Que cancion es esa?, pregunto tu invitada, con la seguridad de que tu ten ias todititas las respuestas. Y tu, que sabias perfectamente que Besos por telefono era una de las canciones mas tocadas en Las inmortales de Radio Mil, hiciste la misma mueca que hacia tu abuelita cuando le preguntabas por don Porfirio. Con una diferencia: tal vez tu abuelita nunca vio al dictador, pero tu si que compraste discos de Paul Anka. Las canciones de los Beatles no son de un tiempo preciso, dictaminaste a media conversacion, preguntandote si tu acompanante ya estaria en la primaria cuando salio el primer disco de Sting. Fue entonces que metiste la primera patota de la noche: decirle al mesero que tu pollita estaba de cumpleanos. No imaginabas los terribles efectos que semejante tarugada tendria, mas tarde, sobre tu incipiente romance, y tal vez por ello te dedicaste a ostentar un desparpajo que a lo mejor el mesero se creyo, pero tu no, y ella menos. Sabes todo lo que puede sentir una mujer de su edad cuando un hombre de la tuya se intimida por su presencia, y entonces no hace cosa mejor que dedicarse a protegerla? Solo recuerda su mirada: ni Cepillin en su mejor momento hubiese logrado tan luminosos resultados. (Aunque, cuando ella tuvo la edad suficiente para disfrutar de un payaso, Cepillin fuese ya una reliquia.) Cuantos veinteaneros andarian derrapando por tenerla diez minutos a su lado? Cuantas noches duraria junto a ti, a hora que finalmente podias aspirar a probar uno por uno sus encantos sin el pavor a terminar pagando tu primera condena por estupro? Cuanto tiempo faltaba para que arrancara el espectaculo grande? La verdad es que yo me aprendi las canciones de los Beatles tomando clases de ingles, le cuentas a tu casi ninfula, sin esperar una respuesta como la que salto de sus perfidos labios. Y a poco entonces ya existian los Beatles? Un jaque al rey como ese merecia cuando menos un enroque, y la oportunidad te la dieron los mismos Beatles. Mientras la pollita, revolcandose de risa, imploraba tu perdon, sentiste llegar el mejor balsamo que podia recorrerte, alivianarte, curar las heridas de todos est os anos traicioneros cuyo transcurso no deberia transparentarse ahora: la banda entro tocando Something, y de algun magico modo ello te devolvio un poco del poder que habias estado cediendo desde que se te ocurrio celebrar su cumpleanos en un territorio que suponias tuyo. Tus labios canturrean I dont wanna leave her now, mientras alguien dentro de ti musita: Gracias, George Harrison! Jaque a la reina Los miras sobre el escenario y apenas reprimes la exclamacion que seguramente han soltado miles de geyes como tu: Igualitos! Igualitos a que? A tu recuerdo, a lo que hubieras querido ser, a los posters que compartian las paredes de tu cuarto con banderines, munequitos, fotografias de Lev Yashin y Edson Arantes? La nostalgia es veneno poderoso, especialmente si no tienes con quien reirte de ella. Pero los tipos de las otras mesas no se rien; vuelan a lomos de canciones, sobrevuelan un tiempo qu ieto al que sospechaban muerto. Detener el tiempo, volver hacia atras, paladear todos esos instantes durante los que llegamos a sentirnos mas intensamente vivos que nadie: esa es la nostalgia beatleana, discurres en silencio, cual si un peloton de impensados globulos blancos llegase presto a defenderte del masaje que Shes Leaving Home aplica sobre la epidermis de tu alma. Ves a la banda y te preguntas por la cantidad de tipos a los que, sin proponerselo, Lennon, McCartney, Harrison y Starkey salvaron del desempleo. Cual es, pues, el trabajo de estos musicos mimeticos, empenados en copiar la realidad antes que modificarla?, te interrogas, y apenas vuelves a mirar a las mesas vecinas te respondes que no sabes lo que dices, porque si juzgaras por el efecto del espectaculo en sus hechizados espectadores tendrias que reconocer una realidad incomoda: pocos musicos modifican tanto la realidad circundante como estos; basta con que aparezcan sobre el escenario y dejen escapar los primeros balbuc eos para que su publico, cautivo como un principe convertido en sapo, meta reversa en el tiempo y se deje ir hacia un panorama distinto y sin duda preferible, para entonces pensarse de nuevo libre de elegir, como en esos florecientes anos en los que todo el destino parecia latir en las propias manos. Quien es el superstar de esta pelicula? Los Beatles jugando con Jeremias? John y Yoko haciendo huelga de cama? No. Toda esta musica, que sin duda te recorrera las venas y los huesos hasta reblandecerlos como galletas en Chocomilk, es El soundtrack de tu vida, y mas todavia: el de tu infancia. La pelicula es tuya, la musica tambien: tu eres la estrella. Conforme las canciones pasan, acompanadas por unos tequilas que parecen devolverle la textura original a esos anos en que, como el cu arteto que se descose al frente, hacias cualquier cosa por pararte, vestirte, sentirte, mirarte como beatle, aun si el locutor de Radio Mil insistia en romperte los esquemas con el chisme odioso de que los Beatles, los de verdad, se disolvian. Recuerdas los silbidos que daban los grandes en el cine Las Americas cada vez que un londinense osaba quejarse de que los meros Beatles estuviesen tocando en la azotea? Como podian esos infelices amargados repelar cuando tu, que nunca escuchaste venir de la azotea m as canciones que las de Leo Dan y Los Angeles Negros, estabas hundido en la butaca, perfectamente olvidado de todas las graves responsabilidades que significaba cursar el tercer ano de Primaria? Parezco alumna de Preparatoria?, te despierta tu pollita, que ya se dio cuenta de lo lejos que andabas y ha decidido expulsarte de cualquier sueno donde no sea ella la protagonista. No se... como son las alumnas de Preparatoria?, respondes atolondrado, luchando por librarte a cualquier precio de Michelle y preguntandote si aun habra manera de decirle aquellas tres o cuatro palabras que, juntas, sonarian tan, tan bien. Pero reaccionas pronto, y antes de que la pollita comience a sospec har que ya se te olvido como era la Preparatoria le aclaras que pasaste mas tiempo en el billar que en la escuela: milagroso pretexto que te permite sentirte, una vez mas, el malo de la historia, solo que ahora con la certidumbre que heredaste de Naranja mecanica: los malos siempre ganan. Que deliciosa casualidad fue que, justo en ese momento, la banda se reventase una version suavezona de Why Dont We Do It On The Road?! Cuantas cosas le dijiste con los ojos cuando, en tu mas pulido eng lish, le sugeriste a tu pareja salir y practicar el peace and love a medio Insurgentes! Y lo mejor de todo: sus ojos azulisimos aullaban, podrias jurarlo, yes, yes, yes. Jaque mate Tal vez la nostalgia sea el miedo del presente o, peor aun, el desden por el futuro. Al menos asi puedes explicar que de repente, sin que tu voluntad tuviese que ver en ello, cambiaste de prioridades. La culpa, claro, fue de la banda. En el momento mas inoportuno, cuando tu y la pollita parecian dispuestos a meterse juntos al jardin del pulpo en cuanto sonara Oh! Darling, I Want You, Girl, cualquiera menos esa, los musicos les dejaron ir Yesterday. Sabia tu pareja que, como millones de idiotas en todo el mundo, eres terriblemente vulnerable a la cancion mas tocada de los Beatles? Y que importa lo que supiera, si de todos modos se te fue el patin? Cuando menos lo pensaste, otros monstruos tomaban ya el control de la situacion. Partiste hacia el bano, chocando con las mesas y escuchando, doloroso eco infinito, las primeras palabras de Nowhere Man. Cuando volviste a tu mesa, con la cara lavada y la camisa humeda como escandalosos testigos de una rica cena recien devuelta, la escena era distinta: un par de fulanos, notoriamente mas vetarros que tu, agasajaban a la pollita desde una mesa contigua, mientras la banda entonaba ese Happy Birthday! que siempre anhelaste recibir en lugar del payaso y las Mananitas de cada ano. Caiste sobre la silla como hipopotamo pacheco. Los minutos pasaron, la banda se fue y, cuando te diste cuenta, el local estaba encendido por las mismas canciones que dieron a tu pubertad el olor del campo de fresas donde jamas estuviste. Chicago, Zeppelin, Eagles? No lo recuerdas, a lo mejor porque casi todo, desde aquellos infames momentos en los que cambiaste al amor por la nostalgia y a la nostalgia por la palida, se fue directo hacia el ancho drenaje del olvido. Si: en cuanto te asumiste como
malo, decidiste que la pollita tendria que caer, entre otras cosas porque la vida es asi y ni modo que, a su lozana edad, pudiese tu pareja sustraerse a los dictados de la Ley del Fuerte. Lo unico que no consideraste fue que, una vez encantado por el tequila y la beatlemania, El Fuerte no serias tu. (Por eso caiste primero. Por eso la pollita no salio de alli contigo. Por eso no volvio a llamar.) Ella me pidio quedarme y sentarme donde fuera, pero al buscar descubri que no habia silla, traduces lentamente al oido de una mujer con los ojos encendidos, pero callas a tiempo la historia del Liverpool Pub. Dispuesto a no dejarte tumbar por los tequilas, pides una juiciosa chela y esperas, casi frenetico, el regreso de la banda Mersey. Nostalgia? Si, pero del futuro, te respondes en silencio, sin pensar en la definicion de nostalgia que aquella noche, manejando solo por Insurgentes, haciend o convulsivas escalas en una, dos, tres oscuras esquinas, apuntaste al reverso de la nota de consumo: Esa ensonada ineptitud para resistirse al gancho de una vida que se nos ha ido quien sabe cuando, quien sabe como, quien sabe a donde. .