SECCION ESPECTACULOS PAGINA 41 BALAZO: ES SOLO ROCK, PERO ME ENFERMA CABEZA: MISTER CLAPTON: HAY UNO EN TODA MUCHEDUMBRE CREDITO: XAVIER VELASCO Querido mister Clapton: Yo a usted lo conoci cuando ya no era Dios. Fui parte, sin embargo, de una generacion cuyos disidentes nos aprendimos tan bien su leyenda que mas de una vez pensamos, casi a las puertas de los ochenta, en imprimir sobre una barda de Felix Cuevas la misma pinta que a usted lo desquicio diez anos antes, segun la cual solo un origen divino podia explicar semejantes fraseos metafisicos sobre los trastos de una humilde Fender. Usted, mister Clapton, pusose tan loco bajo semejante peso que termino hueseando con su guitarra por los bares de Grecia, y solo volvio a su cielo para ponerse hasta las chanclas con todo lo que se encontro, y con los mitos suicidas no paro hasta el hospital. De modo que cuando algunos de sus tardios seguidores lo conocimos, ya era usted un sobreviviente. A veces, no muy seguido, la radio se mochaba con Layla. Mas a menudo, los programadores de los exitos de anteayer nos rayaban con White Room. Pero nada se parecio al momento en que como un asteroide nos cayo Tommy, la pelicula que los pobrecitos criticos, clavados en su ingrata chamba, jamas se permitieron gozar. Pero entonces, mister Clapton, su amigo y humilde remitente no sabia criticar mas que a sus maestros de secundaria: un bonche de ignorantes a los que solo un superheroe podia e nfrentar. Y llego usted, mister Clapton, vestido de sumo sacerdote, nada menos que con el obispo Townshend a su diestra, haciendo chillar a la Fender y canturreando lo que con los anos se convertiria en mi blasfemia favorita: bajar a todos los dioses de sus nubes para trepar alli a una senorita. Carajo, mister Clapton, se la estaba usted sacando! Y a medio cine Roble! "Hablas de tu mujer... ojala vieses a la mia", entonaba usted el mistico cantico cuyas sabias y townshendianas palabras no po dian quedar en mejor boca que en la de quien le dio vajilla con su mujer a un beatle. Es decir, en los labios de un esclavo de la pasion. Por eso, mister Clapton, ha sido usted el heroe de muchas, demasiadas adolescencias. La mia incluida, por supuesto. ¨Se ha preguntado usted cuantos cuadernos y libros han forrado con su imagen? Cualquier numero es verosimil para quien, a fuerza de soberbia, testosterona y espiritu, invento casi sin querer ese extrano genero de heroe que aun hoy aparenta ser el guitarrista rockero. De Jimmy Page a Slash, del beato Hendrix al soso Knopfler, sus colegas estan todos en deuda con usted. De algun modo, a a partir de usted el oficio de guitarrero se lleno de la mistica suficiente para que, en adelante, ningun genuino se atreviese a ejercerlo sin una cierta reverencia. ¨Por que tanto altar? La verdad, no se decirle si nos postramos ante su simple imagen o, mas sensatamente, ante los milagros que su guitarra convocaba. El cielo llora, gemia usted, y asi nos transmitia los rancios conocimientos blueseros que mas tarde nos permitirian conocer a sus maestros. ¨Alguna vez has amado a una mujer tanto que tiembles de dolor? ¨Alguna vez has amado a una mujer tanto que es una vergenza y un pecado?, respondiole usted a George Harrison, con motivo de la citada vajilla , y acaso sin quererlo mostro a muchos de sus seguidores, particularmente a los que no queriamos conformarnos con la mediania propia de los amores de ocasion, que la pasion seria religiosa o no seria, y que su solo ejercicio valia todos los sacrilegios. No se si los pasionales eramos muchos, mister Clapton, pero tenia usted mucha razon en eso de que hay uno en toda muchedumbre. ¨Que le digo, mister Clapton? ¨Que toca usted bien perron? ¨Que a estas alturas le sigue roncando? ¨Que no he dejado de pensar en el 461 Ocean Boulevard como un disco bien padrote? ¨Que lo mejor de todo es que usted, a diferencia de Superman y de los demas heroes, no murio en el intento? ¨Que estamos todos endrogados con usted? Vaya pues una breve amortizacion para tan amplia deuda: clap, clap, clap, mister Clapton. .