sec. inf. gral. pag. 14 CREDITO: SANTIAGO PORTILLA * CABEZA: Elecciones y reforma politica La reforma politica no ha sido otra cosa que el foro de negociacion de acuerdos y el espacio de alianzas para la competencia electoral, entre fuerzas politicas en formacion y cambiantes, por un lado y el gobierno y el partido en el poder, por el otro. La agenda de la reforma politica se fue diversificando y se ampliaron los acuerdos a cada vez mas materias electorales, conforme los partidos y sus agrupaciones ganaron respaldo social en las urnas. A grandes rasgos, en los 17 anos de reforma politica pueden reconocerse tres etapas: En la primera, que va de las elecciones de 1979 a las de 1988, se mantuvo la hegemonia nacional del PRI y se definio una clara y unica segunda fuerza de centro derecha, el PAN, que llego a acreditarse casi una quinta parte del electorado. Sosteniendo en conjunto alrededor de 10 por ciento de las votaciones nacionales, hubo alrededor de siete partidos, que cambiaban siglas y establecian alianzas o se dividian; con excepcion del PDM y del PARM, todos eran de izquierda; en la competencia electoral, dificilment e refrendaban el minimo de votacion para mantener el registro, con excepcion de las agrupaciones derivadas del PC, que en esos anos sostuvieron alrededor de 2.5 por ciento de las votaciones nacionales. En esa primera etapa, las disputas electorales mas renidas se tenian en municipios de algunas regiones, en las que se concentraba la influencia de los partidos de oposicion. El PAN fue especialmente exitoso en la conquista de espacios importantes de poder municipal, sobre todo en estados del norte. Los cambios en la legislacion llegaron hasta la representacion proporcional de regidores en todos los municipios. En esos anos se definieron los temas de la agenda electoral que siguen siendo definitivos y en los que se fueron logrando avances para una mayor competitividad, conforme las fuerzas en pugna encontraban arraigo social y regional. En 1988 el equilibrio politico sobre el que se habian construido los acuerdos electorales dio un giro cualitativo, con la formacion de un grupo disidente dentro del PRI, su desprendimiento de este en total oposicion, la formacion de una alianza con tres de los pequenos partidos con registro tambaleante para sostener la candidatura de Cuauhtemoc Cardenas (el FDN) y su extension a una diversidad de grupos y organismos de izquierda, incluido al final el entonces PMS. Esta alianza gano en las urnas una tercera parte de los votos y la mayoria en el Distrito Federal y cuatro estados, rebasando notable y sorpresivamente al PAN; en conjunto, estas dos fuerzas conquistaron la mitad menos una de las diputaciones al Congreso de la Union. La fuerza emergente dejo alianzas y creo otras, pero habia llegado para quedarse como fuerza electoral decisiva, organizada ya en el PRD, sobre el registro del PMS. En lo que va de 1988 a 1993, segunda etapa de la reforma politica, la disputa e lectoral se extendio aun mas en la esfera municipal y llego a las gubernaturas, de las que el PAN logro dos por triunfo electoral y una por negociacion postelectoral. Al nuevo equilibrio politico no correspondio, sin embargo, un avance respectivo en los acuerdos posteriores de la reforma politica, pues el FDN-PMS, PRD mas tarde, desconocio la legitimidad de los resultados electorales de 1988 y condiciono cualquier negociacion a la aceptacion sin reservas de todas sus propuestas y protestas. Esta alianza, que pudo convertirse en una segunda fuerza de centro-izquierda a partir de aquel ano, convirtio asi en derrota la mayor victoria politica por vias pacificas de nuestra h istoria, pues aposto a la conquista inmediata de todo el poder en vez de aceptar que la institucionalidad electoral habia sido insuficiente en el 88 y que a partir de ese momento debian negociarse las reglas que reconocieran el nuevo equilibrio. La disputa por la legitimidad excluyo al PRD de los nuevos acuerdos institucionales, tanto en lo electoral como en los principales cambios constitucionales de este sexenio; con el poder alcanzado por este partido, tanto electoral en sus zonas de influencia como por su presencia en el debate nacional, estaba claro que la reforma politica carecia de los consensos necesarios para enfrentar las elecciones federales de 1994. Los conflictos electorales generados en esos anos y la frecuencia de medidas extraordina rias para resolverlos, subrayaban la necesidad de alcanzar acuerdos pactados por todos los contendientes, como condicion para dar un cauce institucional y estable al proceso electoral nacional. 1994 es la tercera etapa de la reforma politica, en la que convergen circunstancias excepcionales y las experiencias de 17 anos hacia una solucion integral de la transparencia electoral para la formacion constitucional del gobierno federal. Mucho se habla del desprestigio de los partidos politicos, pero aun en medio del conflicto, son ellos y sus representantes los que han empujado los cambios necesarios para legitimar plenamente el proceso electoral, paso por paso en todo el procedimiento. Sin duda, nuestr os partidos tienen debilidades notables, pero son las reglas acordadas para su libre accion, para la equidad de la competencia y para el ejercicio cierto del sufragio de mas de 45 millones de posibles votantes, las que al cumplirse han refrendado, hoy, la certeza de las vias legales y pacificas para una conformacion plural del gobierno y para la reivindicacion de demandas de justicia. * Doctor en Historia. Director de la Gaceta de Solidaridad .