SECCION ESPECTACULOS PAGINA 41 BALAZO: CONCIERTO CABEZA: Marillion, festin de conmovedoras notas CREDITO: DAVID CORTES Viernes por la noche. Marillion regresa a Mexico a presentarse por segunda vez en el Auditorio Nacional, un foro que a diferencia de la ocasion anterior, luce algunos huecos en los flancos; aproximadamente nueve mil personas se han dado cita, con una mezcla de curiosidad y expectacion, para escuchar al quinteto ingles que, sabedor de la receptividad del publico mexicano, rayana en la idolatria, no reparara en prodigarse. Uno de los atractivos es escuchar en directo en su totalidad el album Brave, la obra mas reciente del grupo que marco su retorno a las veredas del progresivo; pero antes de ello y con un colmillo retorcido, Marillion descarga una tercia de fuertes cartuchos: Cover my Eyes, The Uninvited Guest y Sugar Mice. Si el escenario es parco y notable la ausencia de recursos escenograficos, el calor proviene de los cinco instrumentistas. Steve Hogarth funciona como un iman, atrae las mirada s que mientras se posan en el se dejan llevar por la fortaleza de la seccion ritmica, contundente, poderosa; se embelesan ante las filigranas de Mark Kelly para sucumbir finalmente ante el embrujo de la guitarra de Steve Rothery que no se contiene. La jugada ha sido maestra, preparar el terreno para ingresar a Brave, trabajo conceptual que grita al interior. La pregunta es inmediata: ¨se lograra mantener el interes durante 70 minutos con una serie de composiciones desesperadas, con interludios instrumentales oscuros y predominantemente atmosfericos? En las pantallas, imagenes pertenecientes al filme comienzan a proyectarse; no es nada espectacular porque aunque Hogarth echa mano de recursos teatrales y recurre a los cambios de vestuario para enfatizar y el juego de luces se torna dinamico y realza los movimientos de los cinco, la medula del concierto se concentra en la maestria de los musicos. No se trata de virtuosismo, sino de la capacidad para afrontar la complejidad de Brave; si una de las cualidades para evaluar a los rockeros progresivos e s su capacidad para cometer los constantes cambios de tiempo y matizar, Marillion da una muestra de ello. Las transiciones entre la intensidad y la calma, de los crescendos a los tempos lentos se ejecutan con una facilidad pasmosa que les proporciona gran naturalidad. El desarrollo de Brave no esta exento de contratiempos: cada vez que Steve Hogarth abandona el frente para trasladarse a los teclados, batalla con su instrumento y gesticula con su "secre"; pero es entonces cuando la talla del grupo se agiganta. En esos instantes, cuando el vocalista deja de ser el peso especifico, sus cuatro acompanantes revelan otras habilidades, la dimension sonora que emana de cada uno de sus instrumentos crece, se incrementa. Si Marillion fue considerado una agrupacion complaciente en el pasado, hoy han constatado que aquello fue una quimera. En esta etapa del concierto hay momentos de mucha intensidad, el mas impactante aquel cuando a oscuras un reflector se proyecta sobre Hogarth en contrapicada y este refleja el espectro con un espejo. En directo los temas son mas vigorosos, adquieren una vida extra; los efectos se reproducen fidedignamente, ya sea mediante los samplers de Kelly o con una guitarra a la cual Rothery le extrae sonoridades extras. El grupo no escatima ni recursos ni energia; al influjo de la euforia de los asistentes imprimen un extra, y no es para menos. Para ellos, acostumbrados a tocar, contra lo que muchos creen, en sitios mucho mas pequenos, esta recepcion no tiene parangon y la manera de retribuir dicha acogida es con mayor entrega. No hay un elemento fuera de su lugar, lo cual no quiere decir que la noche este marcada por la perfeccion; aqui se percibe la viscera necesaria, el corazon vibrante en cada nota y cuando Brave<$ > llega a su final el tono es apoteotico. Sin embargo, el hervor aun no llega a su punto culminante y para el encore Marillion recurre a otra serie de fulminantes cartuchos: Easter, Warm wet Circles, Kayleigh, Lavender y Hooks in you, pero la comunicacion ha alcanzado otros niveles y todos de pie impiden la retirada final. Una manta multicolor se agita y en ella brilla el nombre de una banda que ha recuperado los bartulos del rock progresivo para catapultarlos. The Space sirve de colofon, como cierre de uno de los mejores conciertos del ano, cargado de calor, un calor suficiente como para aminorar la molesta lluvia que espera a los asistentes a la salida del Auditorio. Pero nada borra la excelente impresion que esta noche ha bordado Marillion, un festin de conmovedoras notas y de resonancias imperecederas. .