seccion inf. gral. guia: alp Pagina 1-1 balazo: LA NACION Y EL MUNDO cabeza: Juan Pablo II en Lituania: no "per accidens" credito: Juan Maria Alponte En los anos sesenta, entre los samizdats (manuscritos clandestinos. El termino viene del ruso mismo y significa, literalmente, "hecho por el mismo") mas famosos de la resistencia a la ocupacion sovietica, los lituanos disponian de un arsenal de publicaciones de ese estilo. La que mas se reproducia era una que esta en la memoria colectiva: La cronica de la Iglesia catolica lituana. Eran unas hojas, reproducidas por medios manuales o artesanales, en las que se contaba todo lo que no aparecia en la letra impresa oficial. Otros samizdats existian con nombres bien claros: Dios y el pais (Dievas ir Tevyn), La via de la nacion (Tautos Kelias), La voz de Lituania (Lietuvos Balsas), El Cristo providencia (Rupintojelis). Traigo a la memoria colectiva esos datos porque el silencio hace tanto dano como el terrorismo verbal y obedece al mismo patrimonio acritico: el desprecio a la verdad. Para el obispo de Cracovia, Karol Wojtyla (ordenado sacerdote en 1946 a los 26 anos y consagrado obispo de Cracovia, la Cracovia que solo habia tenido obispos y arzobispos pertenecientes a la nobleza polaca, por lo cual su nombramiento fue una suerte de revolucion social, en 1958 para convertirse, asi, a los 38 anos, en el mas joven miembro del episcopado polaco) el caso de los paises balticos y, sobre todo, de Lituania, era un tema de enormes significaciones historicas, politicas, culturales y religiosas. En efecto, de los tres paises balticos solo Lituania es de mayoria catolica y estrechamente vinculado a Polonia. No asi Estonia y Letonia de proyecciones religiosas protestantes. El viaje de Juan Pablo II a Lituania es hacia su propia biografia, puesto que no podemos olvidar (y ello no es un elogio ni una diatriba, sino uno de los acontecimientos de este siglo) que Juan Pablo II, el Papa polaco en la lengua de las denominaciones atropellantes, no asumio, frente al Este europeo, la resignacion de sus antecesores. Juan XXIII y Pablo VI, hijos del universo occidental, habian aceptado, como una "prueba" de la historia, la division suscitada por la guerra fria. La gran ruptura de los anos setenta consistio en la eleccion de Karol Wojtyla como Papa. El cardenal Joseph Ratzinge, cuando se hizo el recuento de votos en le conclave al final de la octava vuelta (104 votos de los 111 en favor de Wojtyla), no ha contado que no ten?ia nada mas que temor: que el hombre de Cracovia le dijera: "Esta tarea sobrepasa mis fuerzas". No podia prever lo que venia. Elegido Papa el 16 de octubre de 1978 Juan Pablo II transformara todas las ideas del Vaticano y de Occidente sobre el Este europeo. Dijerase que existian razones, sicologicas y culturales, para ello: Era el primer papa polaco en la historia de la Iglesia catolica; era el primer Papa no italiano desde 1522 y era el primer Papa originario de un pais comunista y donde, a su vez, la religion era la primera trinchera de la resistencia al regimen politico. Su eleccion no fue, pues, un caso ordinario. La mutacion de su actitud hacia el Este europeo obedecia a una lectura viva de lo que significaba la Iglesia del silencio. Para los papas de Roma podia suponer, ciertamente, un enorme problema o dolor (busco las palabras menos parciales o mas cercanas a lo real respecto a aquellos largos decenios de aceptacion de esa situacion) y, en casos, por su afan de no buscar nuevos problemas, incitaban a las iglesias oficiales sobrevivientes o subterraneas a la mayor coexistencia con los regimenes reales. En Checoslovaquia, por ejemplo, esa actitud provoco la ira en la base cristiana y algunos de los episodios de esa contradiccion fueron famosos. En otra ocasion hablare de ellos. En Polonia era patente que la lucha entre la iglesia y el Estado habia generado conflictos graves y que, finalmente, los catolicos cuando cantaban las primeras palabras del himno nacional polaco (las famosas Jeszcze Polska nie zginea) las confrontaban con su clase politica. Todo eso era sabido, muy bien, por Karol Wojtyla, que tenia una idea clara de las crisis, crecientes, de los regimenes politicos del Este. Lituania, nada lejos de Polonia, y en todos los sentidos, era una memoria fresca. Cuando Nijole Sudanaite, que fue un caso popular, fue enviada por siete anos a Siberia porque la encontraron leyendo un samizdat (La cronica de la Iglesia catolica de Lituania) la indignacion colectiva, a un lado y otro de la frontera, fue enorme. Despues, por cierto, Nijole Sadunaite publico un libro recordando sus anos en Siberia: Diario de una catolica lituana en Siberia. Una sonrisa en el gulag. (Esa seria la traduccion de su texto.) Para un polaco -cuestion que ni de lejos podian entender Juan XXIII o Pablo VI por citar sus antecesores en el Vaticano, puesto que hablar de Juan Pablo I con sus 33 dias seria un exceso de lenguaje -el tema de los paises balticos y, sobre todo de la Lituania catolica, era un tema, nacional y basico, para los polacos. Quiza asi pueda entenderse mejor lo que quiero decir. Los paises balticos, al igual que Polonia, habian sufrido las consecuencias del Pacto del 23 de agosto de 1939 entre la Alemania nazi y la URSS staliniana. El pacto significara el reparto, asombroso y terrible, del Este europeo. Reparto que suposo la ocupacion militar de Polonia por las tropas nazis y stalinianas y, como consecuencia de los pactos secretos derivados del Pacto de No Agresion firmado en aquella fecha, las tres naciones balticas fueron integradas como el "area de influencia sovietica" y, finalmente, incorporadas a la URSS, como nuevas Republicas, en 1940. Con ello se terminaria, como para Polonia, la etapa de la independencia que, en los cuatro casos, habia sido reconocida, historicamente, por la Liga de las Naciones despues de la Primera Guerra Mundial. Para los letones, estonianos y lituanos la desaparecion como naciones en virtud del acuerdo entre Stalin y Hitler era una ofensa insoportable y, en consecuencia, una "legalidad" que disputarian palmo a palmo durante todo el periodo de ocupacion. Podian, en suma, aceptarlo todo menos, finalmente, que su desaparicion como estados independientes (que la URSS de Lenin debio aceptar para firmar la paz con Alemania en plena crisis despues de la Revolucion) hubiera dependido de la voluntad de Hitler y Stalin. El 17 de junio de 1940, en efecto, medio millon de soldados sovieticos (la Segunda Guerra Mundial habia estallado el 1 de septiembre de 1939 al producirse la invasion nazi de Polonia que llevo aparejado el reparto del pais por los dos aliados) invadieron su "area de influencia baltica". Unos dias despues hicieron firmar a sus gobiernos "tratados especiales de Asistencia" con Moscu. El 28 de septiembre con Estonia; el 5 de octubre con Letonia y el 10 de octubre con Lituania. En esos tratados se precisaba la presencia de unidades militares sovieticas en sus respectivos territorios. En los dias 14 y 16 de junio de 1940 la URSS dirigio un ultimatum a los tres gobiernos balticos para que constituyeran, inmediatamente, gobiernos "que llevaran a la practica los tratados bilaterales de asistencia". El 17 de junio se produjo, finalmente, la invasion militar.