SEC. INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA:Por una politica desencantada CREDITO: LUDOLFO PARAMIO* Y JORGE M. REVERTE** ilusione la racionalidad de la utopia. Cien anos despues de Marx, el comunismo como sueno creible se ha esfumado, incluso si -y esto es lo paradojico- nadie tiene razones para rechazarlo como un sueno imposible. La unica mediacion posible de esta contradiccion es admitir una doble realidad de la politica. Por un lado, los movimientos sociales, especialmente en su fase preinstitucional, como expresion inmediata de deseos y necesidades, de suenos sociales y aspiraciones colectivas. A este nivel no existe el compromiso, los valores son absolutos, la realidad social no tiene claroscuros. Y solo a este nivel es posible la movilizacion, el compromiso irracional que lleva a unas personas a echarse a la calle con riesgo fisico, a sacrificar su tiempo libre, su bienestar economico e incluso su vida privada por un ideal que casi nunca puede realizarse, al menos en los terminos que el movimiento propone. Y por otro lado, tendriamos una politica desencantada, que sabria de la necesidad del compromiso, de la negociacion, del recorte y del establecimiento de prioridades. A este nivel se tomarian las decisiones, se sintetizarian las aspiraciones sociales, tratando de llegar al resultado menos malo posible. Aqui estarian los tecnocratas, los expertos en opinion publica, los fontaneros y los politicos profesionales. Y por consiguiente, los funcionarios de carrera, los arribistas aficionados y, con toda probabilidad, algunos timadores habiles. Ahora bien, si aceptamos que esta doble realidad de la politica es insoslayable, que el feminismo necesita un Parlamento y unas leyes para cambiar la sociedad y que el pacifismo solo nos llevara a alguna parte si nos lleva al diseno de una politica exterior distinta desde el Estado, la conclusion terrible es que tenemos que aprender a convivir con idealistas utopicos -un poco tediosos, como todos los iluminados- y con burocratas profesionales -un poco miopes y casposos, ya lo sean del Estado o de los partidos-, que deberemos aprender a ser, en parte, creyentes en la magia -en cuanto nos tomemos en serio las reivindicaciones de los movimientos- y desencantados defensores de la eficacia -en cuanto estemos de acuerdo en que es nuestra vida y nuestro mundo lo que esta en juego en la politica cotidiana-. Esto tendria consecuencias generales. Quien reconozca esta doble cara de la politica debera estar loco si apuesta por aquella forma de militancia enajenada que fue comun en los ultimos anos sesenta y primeros setenta, si renuncia a la vida privada, a leer, ir al cine, tener hijos y tomar copas. Pero tendra que ser un poco inconsciente si deja la politica en manos de los politicos, si renuncia a hacer politica en horas libres, mas o menos regularmente, en ultimo termino, como una faceta mas de la vida diaria, junto con las novelas, el cine y todo lo demas. Para los llamados intelectuales, en todo caso, la cosa se presenta mas excitante si no se cae en la tentacion de conseguir una popularidad facil. Un intelectual puede vender su alma al diablo y dedicar lo mejor de su tiempo a aparecer en television hablando de algun movimiento social mas o menos de moda y subrayando su insobornable componente utopico. O puede vender su alma al Estado y convertirse en funcionario maquillador de la politica del Gobierno. Pero hay mas posibilidades. Se puede intentar defender el realismo y el principio de eficacia en los movimientos sociales y los principios morales y las visiones utopicas ante el aparato del Estado. Se puede intentar, para entendernos, llevar la contraria de forma sistematica, coherente y buscando siempre esa sintesis, reconocidamente imposible, entre etica y politica, entre la utopia y la eficacia. Pero si se opta por esta posibilidad hay varias condiciones muy estrictas que deben observarse. La primera es conservar el sentido del humor y no creerse nunca las afirmaciones descabelladas que se han hecho sobre el intelectual como conciencia critica de la sociedad y todas esas cosas, si se corre el riesgo de caer en la solemnidad es mejor recordar que, a fin de cuentas, un intelectual es siempre un bufon, un critico al que se mantiene porque sabe pasar a limpio los documentos. La segunda condicion es mas dificil de observar. Si el sentido del humor amenaza con convertirse en cinismo hay que recordar que la eficacia que justifica el segundo nivel de la politica es la eficacia al servicio de los intereses generales. Terminados los ejercicios de provocacion, abandonado ya el uniforme del bufon, el aspirante a intelectual de pro deberia tomarse a si mismo mortalmente en serio y preguntarse si ya se ha convertido de forma irreparable en un imbecil o si aun puede mantener su esquizofreia con dignidad. No deja de ser un ejercicio apasionante para practicarlo a diario. * Teorico socialista, dirigente del PSOE, y presidente de la Fundacion Pablo Iglesias. Su libro mas conocido es La izquierda despues del diluvio. ** Periodista y escritor. dente de la Fundacion Pablo Iglesias. Su libro mas conocido es .