SECCION ESPECTACULOS PAG. 42 BALAZO: MINIMALISTA PERDIDO EN GUANAJUATO CABEZA: Michael Nyman y el misterio de la pasion CREDITO: OSCAR SARQUIZ F., ENVIADO GUANAJUATO.- La larga mesa no espera a Godot, ni sus escindidos comensales son todos apostoles; el caso es que ni aparece su convidado central, ni parecen preocuparse mayormente quienes "extraviaron" al compositor y pianista ingles Michael Nyman luego que protagonizo con su banda uno de los eventos mas memorables del anualmente declinante Festival Cervantino. Nuestra orilla de la mesa -cronistas ignorados por el FIC y un grupo de estudiantes de musica admiradores del artista vencedores de un concurso promov ido por Polygram en la emision Cinemalogic de RadioActivo- continua digiriendo arrobada la bella musica minimalista que acaban de producir el director y su impecable noneto: William Hawkes y Ann Morfee, en violines vecinos, no mellizos; Catherine Musker en furiosa viola; Anthony Hinnigan en igualmente laborioso violoncello divididos por el aparentemente incongruente bajo Steinberger de grafito y plastico con el que propulsa Martin Elliot piston contraparte del palpitante piano de Nyman el preciso ensamble q ue redondea, mas que completar el cuarteto de alientos de los saxofonistas John Harle y David Roach intercambiando a veces paralelos, otros complementarios altos y sopranos, mientras Andres Findon recorre esforzado como el monito amante de la jirafa el largo trecho que separa su baritono de un revoloteante piccolo transverso, y Nigel Barr contesta desde el basamento sonoro con su ronco trombon y una tuba de timbre terso cual corno. La musica de Michael Nyman es un bienvenido reducto de orden logico y refulgente brillantez entre el caos, no solo de un Cervantino que se ha ido convirtiendo (se quejan sus habituales) en desahogo de las ansias reventonas de adolescentes que brindan "por la cultura" aunque no vayan a los eventos. En cambio, el lleno casi total del bello Teatro Juarez se unifica en torno al nervioso pulso de las cuerdas habilitadas como seccion ritmica que baten furiosamente sus arcos de crines desmechadas en pos de ciclica s notas staccato en breve pero entranable muestra selectiva de la obra nymaniana Contrato de peon, cuyos elocuentes titulos parecen desmentir la creatividad confesamente abstracta de su creador: Es mejor dejar a los pastores la persecucion de ovejas, Reina de la noche, Un ojo para una teoria optica. Conversamente, la grata liquidez de los alientos fluye en Observando camarones y Lapso de tiempo, demasiado breve visita al zoo del ingles; y las accesibles frases que se suceden en las bellisimas Danzas acuatic as 1, 2, 3, 4 y 8 se antojan infalibles ganchos de multitud de buenas canciones pop hasta que la (muy) posterior conversacion con su autor aclara que solo su comun origen en melodias clasicas que el -ex diletante y critico musical- asimilo y en su trabajo creativo ha invertido, permutado, interpuesto y procesado en muchas formas como materia prima para los dinamicos mandalas de notas y timbres que nos mantienen a todos embelesados hasta que nuestros furiosos aplausos reestimulan la circulacion sanguinea y n uestras ondas alfa cerebrales vuelven al beta como los proverbiales pies a la tierra. Tras un intermedio que se antoja demasiado inmediato, Nyman vuelve solo a su piano para interpretar selecciones de la musicalizacion que creo para la cinta de la desde entonces famosa directora Jane Campion, atendiendo asi la unica e inevitable complacencia implicita al butaquerio pese a que para el se haya vuelto una especie de fardo, una excepcion que no confirma, sino opaca las reglas de su juego creativo. Sin embargo -como tambien nos confiara luego- la evolucion interactiva de las bellas frases impresi onistas conque orno la hermosisima cinta le permite reinfundirles nueva vida e intencion al recrearlas con toda libertad. Y he aqui el secreto/revelacion central de que hizo participes a quienes lo recibimos, cansado, desorientado y un poco sorprendido por la enesima ovacion de la noche que le tributo nuestro petit comite de jobianos comensales: la naturaleza de sus obras es tan abierta, tan propositiva al interprete, que un mismo programa podria ser sublime en manos de unos y atroz en la de otros con las m ismas capacidades y nivel tecnico, pero con distinta empatia. De ahi la importancia capital de escucharlas con la banda -algo reducida para la ocasion- que lo acompana hace anos, y que acaba de convocar almas y corazones en una comunion musical que a su vez cosecha los aplausos entusiastas que seran su sustento energetico. Para Michael Nyman es un verdadero misterio el porque los oyentes descubrimos en sus composiciones cualidades emotivas y hasta imagenes, colores y otras correspondencias sensoriales que jamas cruzaron por su mente e inspiracion cuando las creo. Le asombra, maravilla y regocija que su primera -esperamos que no ultima- incursion artistica en nuestro pais haya sido recibida con exito mas clamoroso, calido y espontaneo que su paso por metropolis y escenarios supuestamente mas sofisticados y cosmopolitas. El con traste entre su solo pianistico y los gallardos, vigorosos y sublimes extractos II, IX y +IV de Caida de Icaro, obra mas idonea como introduccion a su arte provoco aun dos retornos a escena culminados por la recreacion del ensamble, fuera de programa de la comparativamente sencilla primera obra de su creacion. De alguna manera vinculadas mecanicamente a la realidad posmo -donde industria, maquina y consumo han intentado sin lograrlo exorcisar la impredecibilidad del alma humana-, las cerebrales piezas ejecutadas por Michael Nyman, animadas por su ahinco muscular como el de su esforzada banda, evocan sorprendemente amplia gama de emociones. En todo caso, su musica conmueve y reconforta desde cerca, frescamente ajena a hostilidades experimentales; lamentablemente su autor necesita mas defensa que ellas para resguar darse de confusiones como la que lo tuvo en nuestra mesa cuando preferia compartir la noche guanajuatense con los clientes de una cantinucha, o reposando la satisfaccion del exito en vez de resistir el insoportable asedio de un fan hiperkinetico, medio ebrio y positivamente maniatico que, una vez infiltrado en nuestra mesa, hizo todo lo posible por compartir las vivencias de su idolo arrebatando la palabra, y hasta completandole las frases. Que se le va a hacer, asi -al parecer- es ahora el Cervantino. .