SECCION ESPECTACULOS PAG. 44 BALAZO: ES SOLO ROCK, PERO ME ENFERMA CABEZA: Sabina, predicador del libertinaje CREDITO: XAVIER VELASCO Nunca he visto a un vaquero de verdad fumando marlboros. Aunque tal vez ello se deba a que jamas he visto a un vaquero de verdad. Pero he visto miles de marlboros colgando de las bocas de hombres y mujeres asalariados; he visto como sus pulmones se hinchan satisfechos con cada jalon de libertad. Ver en la television a los vaqueros fumando marlboros, y despues uno mismo fumarlos, es ingresar a una leyenda cuyos capitulos se cuentan mas por cajetillas que por hazanas, pero aun asi; ser vaquero. Desde la butaca donde canturreo de memoria las canciones que alla adelante canta Sabina, miro en torno mio y pienso en anuncios de vaqueros que, de acuerdo a lo escrito al pie de la imagen, se van a morir de enfisema pulmonar. Pienso en el vaquero heroico que sera comido por el cancer con tal de regalarnos con esa sensacion de furtiva libertad que bien vale todos los enfisemas del universo. Sabina gesticula, reparte brinquitos por el escenario y nos muestra como la vida del libertino es rica en recompensas. Predica importante, sin duda. Sobre todo si tomamos en cuenta que el grueso de los espectadores que cantan de memoria El hombre del traje gris pertenece no al mundo de la libertad, sino por el contrario: al de la obediencia. Igual que los marlboros, Sabina es muy capaz de pervertir a sus seguidores, aun si la sola perversion tampoco los hace personas libres, sino apenas traviesos, ocasionales libertinos. Es decir, consumidores de libertinaje empaquetado y esterilizado. Los mismos personajes que veremos al dia siguiente salir complacidos de la misa de una. ¨Contradicciones? Ninguna. Es solo que, del sabado al domingo, los fieles pueden cambiar de predicador. Sabina es grandisimo letrista. Sus musicos son oficiosos y entusiastas. Su publico, de solo verlo, se transforma. De un segundo a otro se vuelven lo que jamas han sido: receptivos, cogelones, tolerantes y genuinos. Con semejantes ingredientes, raro seria que las audiencias no se contagiaran como se contagian de la pureza inalcanzable del predicador, o que no se solidarizaran con los rateros, los pachecos, los matones y las companeras trabajadoras del calzon que ocupan, junto al mismo Sabnina, los papeles p rotagonicos del cartel. ¨Cual es el ejemplo al que acude Sabina para predicar el libertinaje? El de su misma persona. Todo predicador es un San Pablo que alguna vez, hundido en la tiniebla, vio la luz, y luego se decidio propagarla. Hijo de policia, educado por salesianos, Sabina vio la luz al otro lado del rio; en la seduccion de los poetas y el olor de los burdeles. Mas tarde hallo, tomando prestado el pulpito propicio del rock en castellano, la mejor manera de llevar la buena nueva hasta los oidos profanos. Y como no hay predic ador que se sostenga sin un libro que le de peso sagrado a sus palabras, las canciones de Sabina estan llenas de referencias biblicas. Los predicadores son intachables, no asi sus feligreses. Por eso el predicador puede fustigarlos con regularidad; todos tienen cola que les pisen, y si acuden al sermon es precisamente para conseguir que un puro, un casto, un santo, pose las suelas de sus zapatos sobre esa cola pecadora que los emparenta con el Maligno. Son reganados, se sienten mal, y asi obtienen la certeza de que, aun sin alcanzar el dificil diamante de los santos, son en el fondo buenos. El predicador Sabina no se sale de la regla. Prof esante de la religion del exceso, devoto del adulterio, apostol del alcohol y mesias del cabaret, Sabina toma las conciencias limpias de sus oyentes y las embarra de una suciedad muy bien dosificada. Asi, mediante el bendito ejercicio de la ficcion, el conformista se convierte en subversivo, el pusilanime toma prestados los ropajes del aventurero, la puritana se levanta la falda y todos, al unisono, entonan una misma oracion. El predicador, en tanto, les muestra su habilidad para caminar sobre las aguas del oceano: si los vaqueros saben montar a pelo, ¨por que Sabina iba a necesitar de un condon para cabalgar a lomos de Venus? Los virtuososo no se fuman las palabras de los predicadores. Son los debiles, los que pecan y se arrepienten y al dia siguiente vuelven a pecar, quienes necesitan de esa luz que solo pueden tomar prestada, y es el predicador quien se las facilita. Si hoy son pocos los libertinos que se dejan conquistar por Sabina, hay que ver en cambio a las hordas de personas normales, apredices de yuppie y demas egresados de cursos de exito empresarial por correspondencia que corean emocionados las plegarias del libertino mayor. No son falsarios: son debiles, y necesitan urgentemente de una transfusion de locura. Cuando Sabina vuelve al escenario a narrar la parabola del cantautor y los tres asaltantes, el publico sabe que ahora es la hora de ver la luzuelve al escenari .