SECCION INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: El Congreso en la mira CREDITO: JACQUELINE PESCHARD A raiz de las investigaciones sobre el asesinato de Jose Francisco Ruiz Massieu, en las que un diputado federal ha sido identificado como autor intelectual, y otros legisladores tamaulipecos inculpados, aunque sin ningun tipo de pruebas al respecto, el tema del Poder Legislativo y de sus miembros ha venido a cobrar centralidad politica. Es cierto que tradicionalmente, los diputados y senadores en Mexico no han gozado de respeto popular, es mas, sus puestos ni siquiera se consideraran como metas para las ambiciones politicas, sino como meros escalones para alcanzar posiciones en la administracion publica. Encuestas recientes han ratificado esta apreciacion, al mostrar la muy baja estima en la que la poblacion tiene a los politicos en general, muy por debajo de la que se reconoce a otras figuras con influencia social como los sacerdotes o lo s maestros. Esta falta de prestigo de la labor de los legisladores se explica en buena parte por la dependencia del Legislativo respecto del Ejecutivo durante toda la epoca de la hegemonia del PRI, que coloco al Congreso de la Union en posicion de mero sancionador de las iniciativas presidenciales, y a sus miembros en simbolo de la disciplina a las normas de un arreglo autoritario, fincado sobre una red de intercambio de beneficios mutuos. Para decirlo de otra manera, el Poder Legislativo en Mexico ha estado lejos de cumplir con las tareas que de acuerdo con nuestro diseno constitucional le estan asignadas, pues no ha sido vigilante cercano del desempeno del Ejecutivo, ni un contrapeso necesario del mismo, ademas de que sus funciones deliberativas solo en ultimas fechas han cobrado significacion. Sin embargo, uno de los temas que ha ocupado un sitio importante dentro de la agenda de reforma politica de este pais desde comienzos del decenio de los sesenta, ha sido precisamente el del Legislativo, en cuanto ambito por excelencia de representacion politica de la voluntad popular. De hecho, la apertura de la Camara de Diputados a las minorias politicas por la via de los "diputados de partido" en 1963, fue uno de los primeros contenidos del proceso de liberalizacion politica que, desde entonces, se ha ve nido realizando en Mexico, aunque no sin accidentes y momentos contradictorios. La reforma politica de 1977, denominada reforma politica con mayuscula, tuvo en la incorporacion de nuevas fuerzas politicas a la Camara de Diputados, mediante la representacion proporcional, uno de sus mayores logros. Empero, las reestructuraciones que ha experimentado el esquema de representacion politica en nuestro pais, no han saldado la cuenta con el reclamo de uno que este mas acorde con la diversidad de intereses y grupos sociales que han venido engrosando la demanda de representacion politica. Los resultados mismos de la pasada eleccion federal evidenciaron la necesidad de someter a revision las formulas de representacion. A pesar de la larga lista de pendientes sobre la reforma del Legislativo, se reconoce ampliamente que en los anos recientes, que el pluralismo y la competencia politica han ido ganando terreno, la figura del legislador ha adquirido importancia y reconocimiento social. Ser diputado ahora ya no se identifica solamente con subordinacion a una jerarquia politica priista, porque las elecciones han dejado de ser la confirmacion mecanica de una decision tomada en las altas cupulas del poder, para convertirse en un a opcion, lo cual coloca a los candidatos en situacion de incertidumbre, y los enfrenta a la necesidad de luchar por alcanzar el voto ciudadano. Por otra parte, la presencia en una proporcion importante de legisladores de oposicion le ha inyectado vitalidad a la labor parlamentaria, incluida la realizada en el Senado que hasta ahora su maximo ha sido cuatro senadores de oposicion. De tal suerte, en la actualidad los partidos ya no solamente seleccionan a sus candidatos en funcion de criterios internos que tienen que ver con camarillas o corrientes dentro de sus aparatos partidarios, sino con las cualidades politicas y los conocimientos juridicos de los aspirantes; es decir, su capacidad para desarrollar una buena campana electoral y una efectiva actuacion parlamentaria. Cada vez mas hemos sido testigos de casos en que las camaras legislativas hacen modificaciones a iniciativas de ley presentadas por alguna instancia gubernamental, lo cual revela que estas estan dejando de ser instancias para simplemente sellar las decisiones del Ejecutivo, para encaminarse a ser unas en las que los grandes problemas nacionales no solamente sean ventilados, sino donde se elaboren y discutan las propuestas para enfrentarlos. De hecho, el Congreso deberia ser el espacio por excelencia para di senar y procesar los acuerdos en torno a los contenidos de la futura reforma del poder. Si la reforma del Poder Legislativo venia siendo ya un tema central de la agenda de dicha reforma con la que el regimen se ha comprometido en los ultimos tiempos, ahora que los dramaticos acontecimientos que han conmocionado a nuestro pais han colocado en la mira a algunos de sus miembros, parece todavia mas urgente promover la dignificacion del Congreso de la Union, a traves de la reformulacion de su mecanica de funcionamiento. No es suficiente que sus mas destacados voceros reclamen un tratamiento respetu oso y responsable. La definicion de nuevas reglas para estimular la carrera parlamentaria es un asunto que podria modificar la relacion del Legislativo con el Ejecutivo, y no con el proposito de debilitarlo, sino de acotarlo en sus funciones para conferirle un mayor margen de consenso. Tambien podria contribuir a que la sociedad juegue un papel mas determinante en la propia seleccion de los candidatos a puestos de representacion popular, a la vez que ayudaria a implantar ese tan anorado principio liberal de la responsabilidad politica del legislador. .