SECCION ESPECTACULOS-CARTELERAS PAGINA 50 BALAZO: ACERCARSE A LOS CLASICOS CABEZA: Safo de Lesbos, la decima musa / IV CREDITO: Martin Rodriguez Rojo Deciamos que ademas de los poemas netamente eroticos y las odas donde invoca a las musas y a Afrodita, ya para venerarlas o pedirles auxilio en lances de amor, Safo fue estimada por los delicados epitalamios que escribio por encargo. Composicion lirica en loor de una boda, el epitalamio era parte importante del ritual con que se unia legalmente una pareja en la antigua Grecia. El matrimonio generalmente lo concertaban los padres, y era comun que el hombre fuera mayor que la mujer, a quien se le consideraba nubil desde los 14 anos. La epoca preferida para casarse era el invierno, sobre todo en el mes gamelion (enero), considerandose el dia de plenilunio de buena suerte. Al anochecer, el novio se dirigia con sus parientes y amigos a la adornada casa de su prometida. La ceremonia se iniciaba con los esponsales, es decir, con la solemne entrega de la novia efectuada por el padre. Terminado el banquete que se servia a los invitados, los festejados partian en un carro junto con el padrino de la boda (paranymphos), seguidos en alegre procesion por la madre de la chica, quien llevaba una antorcha encendida, y el conjunto de los amigos mezclados con flautistas, todos cantan do un himno religioso cuyo estribillo era "oh himen, oh himeneo". Con una corona de flores, cubierto el rostro con un velo y vestida de blanco al igual que su pareja, la novia era conducida a su nueva casa, donde la recibia su suegra con frutas y golosinas. La joven no entraba por su propio pie. Simulando un rapto, el novio la cargaba en sus brazos y entre los gritos de ella y las teatrales protestas de sus damas de compania ingresaban a la casa. (Fustel de Coulanges explica el porque de esta costumbre en La ciudad antigua.) En seguida se colocaban ante la divinida d domestica, junto al hogar, se les rociaba con agua lustral, tocaban el fuego sagrado y oraban. Despues la suegra llevaba a su ruborizada nuera a la alcoba nupcial, y lo mismo hacian los amigos con el esposo. Una vez adentro, ambos compartian un membrillo, simbolo de que a partir de ese momento solo proferirian palabras dulces. Mientras tanto, junto a la puerta, los invitados entonaban un epitalamio (del gr. epi, sobre, y thalamos, lecho). De los muchos que Safo compuso solo quedan algunos fragmentos como este: Novio feliz, ya tienes la boda que al cielo pedias./ Se cumplio, ya tienes la doncella que al cielo pedias./ -Gracioso es tu rostro, y tus ojos de miel, novia,/ y en tu cara seductora se ha derramado la gracia de amor./ -Y a ti, joven, te ha honrado mas que a nadie Afrodita./ -Se feliz, joven novia, se fel iz, digno novio, mil veces. Tambien este otro: ĻA que, querido novio, compararte con justeza?/ A un sarmiento lozano de vid te comparo. Uno mas: La desposada: "Doncellez, doncellez, Ļadonde te vas y me dejas?"/ La doncellez: "Ya no volvere a ti, querida, ya nunca mas volvere". Tiempo despues el esposo abria la puerta, anunciaba la consumacion del matrimonio y la gente se despedia. Safo continuo viviendo en Lesbos, dedicada a su escuela y a su obra, siempre con una excusa para estar enamorada. En cuanto a su muerte, varios poetas y biografos tejieron en torno una melodramatica leyenda donde se asegura que Safo se suicido al verse abandonada no por una mujer, como cabria suponer, sino por un hombre. Segun filologos, la historia no tiene ningun viso de verdad. Aun asi, la recordaremos. Marinero muy apuesto, Faon se dedicaba a transportar personas de Lesbos a Asia Menor en una pequena embarcacion de su propiedad. La mayoria de sus clientes eran mujeres que anhelaban estar entre sus brazos; fue tal su encanto que Plinio el Viejo, muchos siglos despues, concluyo (Historia natural, XXII, 9) que Faon debio tener la raiz del erygium, especie de cardo con forma de falo que hacia irresistible a su poseedor. Un dia la poetisa, de aproximadamente 55 anos, subio al barco de Faon y concibio por el un amor apasionado, irrefrenable, y lo hizo su amante. La aventura termino pronto, cuando el marinero la abandono sin siquiera despedirse. Publio Ovidio Nason, que admiraba a Safo y conocia detalles de su vida por fuentes hoy perdidas, escribio una carta (la XV de sus Heroidas) en la que imagina lo que la lesbia pudo haber recriminado a Faon. Hemos escogido algunos pasajes para ilustrar mejor el relato; lo ideal, claro, es que el lector lea completa la carta ovidiana (los clasicos nunca defraudan). Se conduele Safo: ...cuando alguien, no se quien, me dijo: "Se te van tus alegrias", ni pude llorar ni pude hablar durante largo rato ... un frio de hielo me oprimia el pecho. Cuando volvio en si mismo mi dolor, no me avergonce de aranar mi seno ni de lanzar largos gemidos, arrancandome los cabellos ... No puede haber concierto entre el amor y el pudor; a la vista de todo el pueblo, mi tunica desgarrada mostraba mis pechos desnudos ... Regresa, hermoso, a mi; vuelve a caer en mi seno. No pido que me ames: solo que me dejes amarte. ...Yo te deleitaba en todo, pero mucho mas en los momentos que se dedican a las empresas del amor. Entonces, mas que nunca, te complacias en mi lascivia, en mi flexible movilidad, en mis palabras, aptas para nuestros retozos. Y, despues de confundir los dos en uno las delicias del amor, te complacias tambien en la profunda languidez del cuerpo cansado. ...Tu solo, Faon, eres mi cuidado. Te hacen venir a mi los suenos ...En ellos vuelvo a encontrarte, aunque estes lejos de mi pais. ...Otras veces te mimo y te hablo con palabras que en nada se distinguen de las reales, y mi boca vela si mis sentidos duermen. Lo que a eso sigue, me sonroja contartelo, pero todo lo hago, y todo me deleita, y no me es posible estar seca. De la atormentada Safo se apiado una nayade, quien le dijo que Deucalion, despreciado por Pirra, encontro cura a su sufrir lanzandose desde el acantilado de Leucade, al norte de Itaca. Tal salto peligrosisimo, era creencia todavia en tiempos de Ovidio, tenia la virtud de curar cualquier mal de amores. "Corre sin tardanza a la alta Leucade, y no temas precipitarte desde la roca", aconsejo la nayade. Safo comprendia que que su fragil cuerpo no resistiria el violento choque con la superficie del mar ni la profunda zambullida, no obstante se arrojo, prefiriendo econtrar alivio en la muerte que soportar el quebrantamiento de su corazon. Su cadaver fue rescatado, incinerado y depositado en una tumba de Mitilene. Daremos fin a esta sencilla semblanza con el epitafio que Tulio Laurea, liberto de Ciceron, escribio para Safo: Tu que pasas ante esta tumba eolia, extranjero, no hables de la poetisa de Mitilene como de una muerta. ...Si inquieres sobre mi, sabras que he escapado del mundo subterraneo, ya que no habra nunca luz del sol que no conozca a la poetisa lirica Safo. .