SEC. INF. GRAL. PAG. 13 CINTILLO: PROSTITUCION, OTRO GRAN NEGOCIO EN LA FRONTERA SUR CABEZA: Los burdeles de Tapachula, una estacion de la mujer ileal en la cadena de ilusiones para llegar a EU ENTRETEXTO: Su ilusion era cruz la frontera norte para ser meseras en un bar de McAllen o de por alli, no saben ni el nombre de la ciudad en el otro lado. Solo es alla, como la pescadera de Perez Galdos que veia al mar y queria ir simplemente alla, mas alla del horizonte, para escapar a sus miserias CREDITO: EDUARDO MONTEVERDE, ENVIADO Son en su mayoria adolescentes, desde analfabetas hasta mujeres que tienen preparacion en oficios varios. Hay quienes saben empunar una jeringa y un bisturi, al igual que un machete o una ametralladora, recuerdos imborrables de la guerra en sus paises. Se colocan en esta region del sur mexicano, como una escala en su larga jornada hacia Estados Unidos, la tierra prometida. Salen de sus paises con unas cuantas monedas y al cruzar la linea, o ya desde antes, en Tecun Uman, Guatemala, son presa de los polleros, esos traficantes de humanos, que con la prostitucion amplian su negocio de fortunas incalculables. Los centenares de burdeles son una estacion en la cadena de ilusiones para llegar al otro lado, una forma de coser los bolsos raidos, de comprar ropa, de aprender un oficio, porque casi todas son eso: aprendices. Suripantitas, daifas, meretrices -la prostitucion es la faena con mas sinonimos en castellano, todos despectivos- se apenuscan en los congales, que no son todos de mala muerte. El Ranchon, en Cacahoatan, es lujo en el fango de un callejon sin alumbrado. Aloja a un centenar de pupilas que dormitan en la obscuridad de las mesas, en la periferia alejada de la pista yacen con esa actitud desparpajada del paso de la nina a la mujer. En el escenario vasto con su cascada interminable de pequenos focos que centellean, hay tambien una alternancia infinita de ninfas. Una a una ocupan el lugar de la otra con la misma actitud cansina para quitarse la ropa, frente a la clientela. Se mueven casi en contra, a marcha forzada del ritmo de la musica disco. Los clientes ya ni aplauden, las senalan nada mas para que vengan a su mesa cercana a la pista, por una tarifa de ciento cincuenta a doscientos pesos y la mitad o las tres cuartas partes son para la casa, el mantenimiento de la trata de blancas. Los clientes tienen facha de rancheros, gente acostumbrada a la trata de ganado. Sombrero tejano, camisa de alamares y bota afilada con puntera. Muchas de estas jovenes dijeron al reportero, que su ilusion era cruzar la frontera norte para ser meseras en un bar de MacAllen o de por alla, no saben ni el nombre de la ciudad en el otro lado. Solo es alla, como la pescadera de Perez Galdos que veia al mar y queria ir simplemente alla, mas alla del horizonte, para escapar a sus miserias. Desde El Tufo hasta El Marinero Las cifras de la rameria son tambien incalculables. En Tapachula existen siete antros tolerados, pero hay muchos mas sin licencia. Hay tambien lugares alcahuetes de todo tipo. Bares bajos como El Tufo o El Mico, este ultimo de nombre mas benevolente, donde muchachitas centroamericanas sirven igual de meseras trabajando solo por la propina, o de mancebas cuando termina su labor por las noches. El precio es de 50 pesos mexicanos. Pero las ganancias no son siempre ramplonas. La vida airada alcanza a todos los sectores de la poblacion. Hay bares de sana diversion, como dicen sus duenos, donde la frivolidad es generosa, la prostitucion no aparece como tal y si se da por fuera, las ganancias no son ramplonas. Aqui esta El Marinero, palapa enorme con su esplendida sirena a un lado del templete, la cola de pescado forrada de papel estano tricolor, que ya se empieza a empolvar, ya es resaca de las fiestas patrias. Aqui hay una decena de mujeres con recuerdos vagos de sus patrias al sur de esta region mexicana. Son las meseras, las ilegales, las que no tienen papeles de ingreso al pais, pero oficialmente estan y no estan. Tienen papeles como prostitutas, su tarjeta de Salubridad. No pueden trabajar en el pais, pero oficialmente se les trata como mancebas, para que puedan trajinar en las mesas de El Marinero y recibir un salario violatorio de las leyes laborales. Si al final de la jornada aparece un cliente, se van con el por la libre, con una tarifa de 50 o 100 pesos, no valen mas. Sobrepasan los veinte anos de edad, aunque no llegan a los veinticinco. Trampolin hacia EEUU Luis Fernando Guerra, propietario de El Marinero, habla a El Nacional sobre los tejes y manejes del asunto: -Estas mujeres aqui llegan solo con la ropa que traen encima. La primera semana se les da oportunidad de que trabajen sin uniforme, luego ya que juntan con sus propinas, se lo compran. Aqui se les da tambien la comida y las propinas. Es estimulante para ellas. -¨Se dedican tambien a la prostitucion? -Hasta un 80 por ciento. Si alguien las invita a ir a cenar algo, ellas van. No vamos a tapar el sol con un dedo. Cualquiera saliendo de su trabajo puede hacer con su cuerpo lo que quiera. Ganarse unos centavos. -¨Son ilegales? -Si y sabemos que de alguna forma se infringe la ley, pero no se hasta donde. -¨Lo molesta Migracion, ha sufrido extorsiones? -No, porque soy un negocio legalmente establecido, pago impuestos. A los clandestinos si los extorsionan y es logico. Tienen que ponerse a mano. Ahora, si es delito contratar indocumentados, ya es algo normal. Estamos en franja fronteriza, hay muy poco personal mexicano. Es dificil encontrar a una mexicana que quiera trabajar en esto. Es curioso, pero entre la gente de alla hay contadoras, periodistas, que son bilinges, que necesitan el dinero con urgencia para mandarlo a su casa, o usar esto como trampolin a Estados Unidos. Y las autoridades se hacen de la vista gorda. ¨Tu sabes cuanto significaria echar a tanta gente? Estan en fincas, fabricas... olvidate. Las autoridades... una vez platicaba con un funcionario del Seguro Social, me dijo que me podria obligar a asegurar a las muchachas, que a el no le interesan si son indocumentadas o no, pero que me haria quebrar por tratarse de una empresa pequena. Hay que hacerse de la vista gorda. -¨Migracion no se mete a buscar indocumentados? -Muy raro. En veinticinco anos que llevo en el negocio, tengo treinta y cuatro, han hecho tres "razias". Tardan mas en llevarse a las muchachas que ellas en regresar. La vez pasada vinieron unos judiciales federales. Me dijeron que como tenia ilegales, les diera una mensualidad. Les dije que no, que si habia ilegales era porque ellos los dejaban pasar, ademas que esto no era de su area sino de Migracion. Creen que son dolares Daniela es una de las muchachas que trabajan en El Marinero. Nicaragense de 25 anos combatio a la contra; como enfermera graduada, auxilio al Ejercito Sandinista. Ahora atiende en una jornada de doce horas de trabajo, a la clientela del bar. -¨Que nos pagan diez pesos? Cuatro al dia y la comida. No tenemos ninguna prestacion. Pero nos va bien, con las propinas, nos podemos llevar hasta cien pesos. El Marinero es lugar donde se reunen las fuerzas vivas de la region. Autoridades, comandantes de la judicial, presidentes municipales. Vienen atraidos por los shows que llegan directamente de la ciudad de Mexico. Troupes de jovenes bailarinas que se zarandean sobre el tablado con la musica disco penetrada sin piedad por el meneito de las cumbias. Aqui estan ahora Las Adelitas, no importa como bailen, una parece moverse como hindu cuando el ritmo es antillano. Para las fuerzas vivas el atractivo esta en el deslizamiento de la ropa hasta quedar en tanga. Al final del espectaculo las chicas bailan en las mesas. Se apagan los ventiladores de aspa que cuelgan de los troncos en el techo. Los comensales les clavan billetes en la prenda minuscula. Las Adelitas ven billete verde y bailan con mas enjundia, creen que son dolares, pero aqui la clientela es socarrona y resulta que son quetzales, el equivalente a dos pesos mexicanos. Rubias hasta brillar como neon plastico, contrastan con las muchachas morenas del servicio, las prietitas a las que los comensales ni siquiera miran. Muchos se ofrecen a invitar a las geras a cenar, convivencia cara, arriba de los mil pesos. Son mexicanas y cuentan con todos sus derechos. Fernanda, miembro de este ballet, dice tener ingresos mensuales cercanos a los 8 mil pesos en promedio. Desconoce los problemas de Chiapas, que hay indocumentados, que les hace y arrebata la competencia a las meseras ilegales. Su companera Liz Martel dice que a pesar de lo que le habian dicho de los problemas en Chiapas, de la guerra, este es un lugar muy buena onda, para pasarsela bien y voltea a ver a las muchachas centroamericanas que se esfuerzan en atender a las fuerzas vivas. .