SECCION ESPECTACULOS PAGINA 40 BALAZO: TEATRO LEIDO CABEZA: El precio: Cain, Abel y Arthur Miller CREDITO: Malkah Rabell Esta es la eterna historia de Cain y Abel, pero con los valores invertidos. La tradicion nos acostumbro a considerar el nombre de Cain como sinonimo de todo lo bajo, traicionero y malvado. Pero ahora la psicologia ha lanzado una luz nueva sobre el concepto heredado de la Biblia, de manera que el hermano asesino, desde Freud hasta Miguel de Unamuno, tiene una personalidad recien creada. De esos dos hijos de Adan y Eva, uno ya no es el de todas las virtudes, ni el otro el de todas las maldades. ¨Quien es victima y quien victimario? ¨Quien merece el nombre de Cain y quien el de Abel? En El precio, del dramaturgo estadunidense Arthur Miller, los nombres de los dos hermanos son Victor y Walter. La obra carece de accion y casi de tema, concretandose a un largo dialogo de dos horas entre los hermanos, donde la simpatia del autor trata de permanecer neutral, cuidando de no empujar el fiel de la balanza en una u otra direccion, y casi lo logra. Lo autobiografico en Miller, como en la mayoria de los escritores, se filtra de una u otra forma en todas sus obras, y no solo resuena en Despues de la caida, drama de su vida con Marylin Monroe. Entre Walter y Victor quiza este en pugna el caso del propio Miller, el Miller que aun no se ha liberado de un sentimiento de culpa y a veces necesita demostrar su inocencia. La obra trata de dos hermanos enfrentados en una disputa sobre el porque sus vidas han llegado a ser lo que son: el hermano mayor transformado en medico de exito y el menor, obligado a sobrevivir y mantener a su padre enfermo, convertido en policia. Miller no puede escapar a su intima simpatia por el triunfador, y aunque no lo diga abiertamente, toda la estructura psiquica del hermano que sacrifico su carrera por el sentido del deber es la de un ser "autodestructivo". De la postura de Miller se deduce que toda abnegacion solo acarrea su propia desgracia. El unico deber inherente a todo ser humano es el de triunfar y realizar su propia vida sin miramientos por los demas. Quien se empene en realizar sacrificios a cuenta de su propia dicha y triunfo, es aquel que busca denodada e inconscientemente su propia destruccion. En cuanto al beneficiario, nunca deja de menospreciar a su benefactor como a un ser debil, en un mundo donde solo se respeta la fuerza del triunfo y del exito. Este es el precio del sacrificio. Tal como sucede en Mexico y en el mundo entero, montar una obra teatral supone un gasto considerable, es por eso que los empresarios buscan obras accesibles al gran publico, con pocos personajes y un minimo de escenografia. Tomando en cuenta semejante situacion, Arthur Miller realizo su obra no solo con cuatro personajes, sino que llego al tour de force de darle las tres unidades clasicas: unidad de accion, de lugar y de tiempo. El Precio se realiza en el transcurso de unas pocas horas, en un solo lugar, en torno de un solo punto de interes. Hay en El precio un personaje extrano, un tasador de muebles, Salomon, viejo israelita que parece introducido a la fuerza. Y en ese caso no deja de llamar la atencion. Miller, el mismo judio, jamas dio su mismo origen a sus principales personajes. En La muerte de un viajante todos son yanquis, y en El panorama desde el puente, italianos. Eso no obstanteque Willi Looman posee aires judaicos; que la madre de Todos eran mis hijos parece igualmente el espejo de la familia hebrea. En cambio, ese Salomon de El precio tiene rasgos caricaturescos, y solo un gran actor puede sobrellevarlos. Quiza en ese papel de viejo fracasado, siguiendo la lucha por su propio esfuerzo, ya octogenario y sin alma viviente en quien apoyarse, Miller trato de oponer en esa figura al padre de los dos hermanos, el aristocrata arruinado, incapaz de rehacer su vida, el hombre de un pueblo que nunca abandona la lucha. En numerosos autores teatrales es mas el interes que despierta la lectura del texto -por la belleza literaria- que la puesta en escena. En Miller sucede lo contrario. El idioma es bastante pobre, creado con giros cotidianos, y solo su fuerza dramatica le da todo su valor en la escena. En Miller el hombre de teatro palpita en cada parrafo; su texto alcanza su autentica grandeza bajo las luces del proscenio y adquiere su verdadero significado en boca del actor. Y es el dramaturgo quien logra crear, con gran economia de medios, con un tema reducido, con pocos elementos dramaticos, un drama pujante, de desgarrada humanidad. .