SECCION ESPECTACULOS-CARTELERAS PAGINA 50 BALAZO: LABERINTOS ONIRICOS CABEZA: Schulze, devuelveme a la tierra CREDITO: DAVID CORTES Coral se monto en una nube. Era una noche fria, brumosa y yo veia por el televisor una pelicula muda; pero ella, zorruna al fin, habia quitado el volumen al aparato. Solia hacer eso con frecuencia. Condimentaba nuestras sesiones de cine con bandas sonoras improvisadas, las mas de las veces sin exito. Se dejaba llevar por una tecnica contrapuntistica intuitiva y elegia lo mas discordante, lo mas inconexo para usarlo de fondo. El efecto, invariablemente, era aterrador. Tendio un velo sobre la alfombra y luego de sentarse comenzo a jugar con sus pies, a tender imaginarias lineas, a pintar circulos mientras del estereofonico surgian sonidos tenues. Deje de ver la pelicula para mirarla a ella, arrobada en su mistica gimnasia, enzarzada en un infinito viaje. -El cielo es mas amplio de lo que te imaginas- dijo y se levanto para aumentar el volumen del Garrard. Ligeros tronidos se mezclaban con los lentos vaivenes de la musica. Unas veces distorsionaban el sentido, otras lo refrendaban y Coral, en su nube, bailaba, bailaba y cada movimiento era eterno, parecia dominado por una luz estroboscopica. Una puerta se abrio y el Universo entro por ella. Vi los hoyos negros, a Orion. Jupiter paso de soslayo y por un instante crei inclinarme ante Minerva. Coral parecia volar, su cabello era una larga cauda, el timon de una nave, nuestra unica guia en este imprevisto periplo. Unos segundos bastaron para percatarme de que este cosmos estaba supeditado a la voluntad de una tercia de hombres con apariencia de sacerdotes. Los tres oficiaban y creaban, tomaban el caos y lo moldeaban. Marcaban una ruta y luego de andar unos pasos se disgregaban para nuevamente unirse unos metros adelante. Si el viaje se termino nunca me percate de ello. Busque a Coral y la vi, trepada en su nube, a una gran distancia. Era un punto reconocible apenas por su larga cabellera. Pregunte a uno de los sacerdotes por la salida y obtuve su nombre por respuesta: "Schulze, Klaus Schulze". Hablo pausado, pero su voz, en el vacio, resono, creo un eco envolvente, un efecto hipnotico. No dijo nada mas, me indico que lo siguiera. Busque a sus acompanantes y habian desaparecido. Busque un abajo y un arriba, una referencia, un asidero en la inmensidad. El hombre avanzaba con paso cansino y yo detras de el. Pense en Coral subida en su nube, feliz, perdida en el espacio, finalmente libre de las obligaciones que tanto odiaba y murmure algo, probablemente fue otra pregunta porque, aunque el supuesto sacerdote no volteo, alcance a escuchar un fragmento de sus palabras "... el comienzo de un viaje, a donde sea". ¨Cuando era noche y cuando de dia?, ¨cual era el principio y cual el fin? Todo era infinitud, pero la bruma parecia aumentar y, a pesar de que la distancia que me separaba de mi guia era escasa, solamente distinguia la blancura de su manto, hecho de una tela refulgente que parecia tintilear como un faro. ¨Cuanto habiamos caminado? No podria precisarlo, mi imaginacion me decia que ya eran varias millas las recorridas, pero no estaba cansado y tampoco tenia ningun indicio con el cual calcular las distancias. En este viaje el unico acompanante era un sonido, un ronroneo monotono que se metamorfoseaba paulatinamente, tanto que los cambios eran inadvertibles. Era como pasar de una estancia a otra. Las dimensiones y los decorados eran siempre los mismos, incluso los colores eran iguales. Las variaciones discernibles estaban en el detalle, en la colocacion, ligeramente distinta, de uno de los elementos de este majestuoso mural. Tal vez alla atras el color primigenio era distinto al que ahora observaba, pero no podria afirmarlo con seguridad. Volvi a ver a Coral, la identifique por su cabellera, seguia en su nube, todavia feliz. Intente llamarla pero mi voz se perdio, tal vez ni siquiera salieron las palabras. Adelante de mi, el hombre seguia su peregrinaje y yo, como atraido por un iman, iba detras. Queria regresar, pero no sabia como. Si esto era un sueno ya era suficiente, si era una de mis ansiadas quimeras no encontraba en ella nada satisfactorio. Queria reconocerme, pero ni siqueira podia verme las manos. Intente hablar nuevamente y antes de hacerlo la mano del sacerdote indico el alto. Busque el motivo de nuestra parada, pero solo extendio sus manos y de ellas surgio una cauda de indefinibles colores que al desenvolverse producia muchos sonidos, un abigarrado mosaico. Aunque no me lo dijo, supe que eso era el caos que poco a poco se iba ordenando. En un principio amorfo, luego adquiria multiples rostros y formas. Era un deslumbramiento, un enceguecimiento que propiciaba multiples colisiones. Novas, supernovas, paisajes etereos desfilaban en una gigantesca pantalla. El hombre-mago se habia alejado mas y yo, victima del agotamiento, lo seguia con dificultad. Intente asirme de uno de los objetos que a mi vera pasaban, pero fue inutil, se desvanecian. Eran productos de otra imaginacion febril. Solo podia entenderlos quien los habia concebido. ¨A donde ibamos? Reformule la pregunta, ¨a donde iba? ¨Podia existir, en esta inmensidad, algun destino final, una escala desde la cual evaluar la calidad del trayecto? Por un momento dude de mi equilibrio mental y, si antes tenia plena confianza en mi guia, ahora su proceder me hacia dudar. ¨Por que el temor a las palabras? Hacia ya tiempo que tenia la sensacion de viajar en circulo, pero era imposible afirmarlo: la oscuridad, el sonido monotono e hipnotico, todo era identico. Me detuve un momento y al alejarme del deslumbramiento inicial me senti mejor. Estaba agotado, pero ahora ya no existia esa extrana fuerza que antes me jalara. Pero estaba perdido y el sitio en el cual me habllaba de pie no me pertenecia. Habia imaginado viajes semejantes, pero las promesas de la RV eran infinitamente mayores a esto. De pronto decidi claudicar, abandonar el camino, era preferible continuar solo a viajar por la nada. El mago-hombre -ahora los roles se confundian- continuaba, nada parecia inmutarlo. De vez en cuando paraba, extendia las manos y de ellas emanaba otra cauda, mas profusa en colorido, pero ahora estaba lo suficientemente alejado de ella como para ceder ante su influjo. Se alejaba mas y mas. Tome fuerzas y grite, con la esperanza de que mi clamor, un verdadero aullido, le fuera audible: "Schulze, devuelveme a la Tierra." Ni siquiera pense en Coral. TOMADO DE CORRIENTE ALTERNA, NUMERO 20, EDITORIAL DOBLE A. .