seccion inf. gral. guia: Alp Pagina 1-Primera balazo: LA NACION Y EL MUNDO cabeza: El pacto de 1993 desde una vision popperiana credito: Juan Maria Alponte El nuevo Pacto para la Estabilidad, la Competitividad y el Empleo -en octubre de 1993- se presenta a la nacion en un tiempo politico excepcionalmente inequivoco y preciso. En suma, supone la acumulacion critica de una estrategia, economica y politica, que prepara el futuro. Tomo la palabra futuro con extrema prudencia, es decir, con distancia. Karl Popper, a quien ya se puede citar sin ser guillotinado, afirma, con inteligencia paradojica, que "es absolutamente falso que el futuro este condicionado por el presente. Nada en el presente -anade- permite prever el futuro. ¨Por que? Porque, en realidad, ocurre lo contrario: que vivimos aspirados por el futuro y que todos nuestros comportamientos de hoy estan dictados por la idea que nos hacemos del manana". (Del libro Les vrais penseurs de Notre Temps, de Guy Sorman, publicado por Fayard y que, entiendo, ya esta traducido al espanol. Es un libro fascinante). Es inutil decir que Karl Popper nos brindo la oportunidad intelectual de entender la simetria entre "sociedades abiertas" como sociedades democraticas y las "sociedades cerradas" como sociedades autoritarias. Si el gran maestro austriaco, con residencia en Londres, en el suburbio de Kenley, me permite una intervencion paradojica en su weltanschauung, en su interpretacion del mundo, me pareceria justo decir (el creador de la hipotesis de la "sociedad abierta" de ninguna manera acepta el irracionalismo de las "leyes irreversibles de la historia"), que el nuevo Pacto mexicano para la Estabilidad, la Competitividad y el Empleo esta aspirado por el futuro y, por ello mismo, contesta y discrepa, mucho mas que lo sigue, mecanicamente, al presente. Permitaseme explicarme. En efecto, el pacto, aspirado por el futuro y dictado por el, responde a sus detractores con una incitante paradoja casi popperiana. Dicho en breve: las criticas desde el presente, aspirado por el pasado, tendian a senalar, como en tantos otros paraisos artificiales, que para transitar hacia el porvenir era indispensable y necesario inyectar inflacion en la economia, en vez de disminuirla, porque se acrecentarian, asi, las posibilidades de "estimular" la produccion y el crecimiento. Esa actitud, esa prevision, tuvo su hora de difusion en los anos sesenta cuando las tendencias generales del mundo eran expansivas y sus particularidades inflacionarias se cifraban, en gran medida, en el propio dinamismo del crecimiento. Pensar en inyectar inflacion ("reinflation" dicen los franceses donde el debate sobre el tema ha sido muy vasto) en estos momentos seria consagrar la creencia de que todo pasado es mejor y que no seria preciso hacer otra cosa, sin mas, que poner en marcha la "maquinita de hacer billetes" para que, por esa via, por la creacion de medios de pago, se disparase, de nuevo, la ilusion de la prosperidad. Ese modelo, aspirado por el pasado, ni tan siquiera percibe el cambio del presente, es decir, el derrumbe de los muros (no solo de Berlin), sino que esta incapacitado, por esa aspiracion ideologica de ir hacia atras, para imaginar el manana. En ese sentido, el Pacto de Octubre de 1993, aspirado por el futuro, imagina el porvenir economico de una manera totalmente distinta. En vez de inyectar inflacion en la economia, como si esa supersticion tuviera algun sentido en las actuales circunstancias mundiales de recesion y desempleo, cierre de fronteras mundiales a las corrientes migratorias y bajos indicadores de crecimiento real, lo que postula el pacto, al contrario, es la inyeccion, en la economia, de su propio ahorro, esto es, del superavit acumulado por el reajuste de las cuentas nacionales y, por tanto, representa un ejercicio, en orden a la imaginacion economica, que nada tiene que ver con la demagogia. Quede de paso, bien entendido, que la demagogia no consiste, solamente, como se hizo, en crear dinero artificialmente, sino el algo mucho mas peligroso: en eludir que todo demagogo, como toda demagogia, olvida su propia memoria, es decir, vive sin tener en cuenta la experiencia y el significado de sus propias medicinas. La demagogia, prisionera de la coyuntura, repite, sin encontrar, porque no busca. Eso le impide asumir que ninguna sociedad puede permitirse los procesos inflacionarios sin aceptar el atraso, la desigualdad social y, por consiguiente, la concentracion del ingreso y, con ello, la desposesion del trabajo en favor de la opcion omnimoda de la especulacion, al tiempo, contra la sociedad y contra la nacion. La economia no es el campo privilegiado de la abundancia, o de la abundancia por inventar, creando dinero como, con el dinero, se compran ciertos placeres. La economia, al contrario, es el espacio de la escasez, de las contradicciones y del esfuerzo. Una economia para hombres y mujeres libres se rehusa a ofrecer, para despues de varias generaciones sacrificadas, una "edad dorada" -que retrocede siempre, ademas, en el espacio y el tiempo- fundada en la "ilimitacion", en el fin de toda penuria. La economia -que etimologicamente responde, en griego, a una idea clara de la norma y el cuidado de la casa, en sus dos vocablos insensibles a la demagogia, oikos y nomos- no puede pretender la ilimitacion porque toda su valoracion del mundo implica la limitacion de los recursos y la etica de las prioridades. Liberar a las mayorias de la pobreza, el analfabetismo o las carencias que impiden la plena o maxima evolucion de una persona, requiere limitaciones. Los pactos de estabilidad han sido, en los ultimos anos, un ejercicio de limitacion y responsabilidad. La limitacion, el reajuste, ha generado perdedores y los problemas sociales se han hecho mas que evidentes. Era indispensable, sin esperar la "renovacion de las generaciones/, acometer, despues de poner orden en las cuentas nacionales someter y los numeros rojos a la norma, la empresa no solo del crecimiento, sino del desarrollo. La cuestion es basica en el nuevo Plan de Estabilidad. La tasa de crecimiento para 1994 se proyecta en el 5 por ciento -tres puntos por encima del incremento demografico, lo que todavia puede ser insuficiente, pero no se debe comenzar por el techo del 7 por ciento para terminar en cero- y ello implica acometer el desentranamiento radical, como diferencia, entre crecimiento y desarrollo. El crecimiento puede ser, en la variable popperiana, una aspiracion desde el pasado, es decir, interviniendo en la paradoja, una continuidad indefinida del preterito, es decir, una teoria de la evolucion. El desarrollo no coincide, casi en nada, con la teoria de la evolucion porque el desarrollo es una permanente ruptura. Dicho de otra forma, el crecimiento admite, como hipotesis y como practica, el aumento de los niveles productivos como evolucion constante. El desarrollo es el transito de una sociedad concreta a un nivel mas elevado de historicidad y a un sistema de accion historico distinto. Esa hipotesis de Alain Touraine ratifica, desde una posicion distinta a la de Popper, la potencia del analisis, el valor de las categorias. El transito de Mexico a la plena integracion en el mundo, y no solo en los terminos que ofrece, sugiere y comporta el tratado de libre comercio, es todo menos una teoria de la evolucion. Es una gran ruptura. La idea misma de los bienes producidos ha cambiado. En el Mexico rural (y hasta 1960 no hubo, por unas decimas, presuncion del cambio de pais rural a pais urbano cuando hoy abarca alrededor del 70 por ciento) la alimentacion y los vestidos, por ejemplo, parecia primordiales. Hoy la postulacion general esta en favor de una ruptura real con la evolucion. En otras palabras, los bienes sociales y colectivos, los bienes escolares y educativos, los bienes -a veces intangibles- de la prioridades humanas de Mexico han cambiado. De ahi que no pueda hablarse ya, como aspirados por el pasado, de "inyectar inflacion" en la economia para acelerar el crecimiento. Entre 1950 y 1976 Mexico crecio, sostenidamente, por encima del seis por ciento de promedio anual. Al final de ese largo periodo de crecimiento, en el cuadro de la teoria de la evolucion, el 50 por ciento de los hogares mas debiles participaba en el PIB, despues de los impuestos, en menor proporcion que en el ano base de ese periodo: en 1950. (Datos de la Encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares 1977. Secretaria de Programacion y Presupuesto.) Dificilmente podriamos aceptar que ese crecimiento de la economia tuvo algo que ver con el desarrollo, que es, en principio, el crecimiento de las variables estadisticas mas el cambio social. En consecuencia, la proposicion para crecer que ofrece el Plan de Estabilidad, con variables de transformacion impositiva y hacendaria que impulsaran a todos los sectores, pero sobre todo a los mas deprimidos, no puede pensarse como aspiracion de pasado, es decir, crecer economicamente, sino como aspiracion de futuro, esto es, como principio fundamental para el cambio. Aceptemos, como hipotesis, que el proyecto tiene que gravitar sobre una mejor y mas cualitativa distribucion del ingreso (solo desde ese espacio teorico se puede hablar de desarrollo) y que no puede repetirse la periodizacion historica de 1950-1976. Pero el eje basico y sustancial de la variable, de un lado, popperiana y del otro, tureniana consistiria en asumir que en el transito historico a una accion colectiva superior es lo que plantea, como lectura de la imaginacion politica, como centro de esa gran confrontacion, el Pacto de Octubre de 1993. Limitar el papel del Estado, haciendolo mas cualitativo de acrecentrar, cuantitativamente, para que sea tambien cualitativo, el papel de la sociedad civil.