SEC. INF. GRAL. PAG. 2 CREDITO: LUDOLFO PARAMIO* CABEZA: Marxismo y filosofia de la ciencia (Primera parte) Para la mayor parte de los filosofos de la ciencia de los anos 60, el psicoanalisis y el marxismo eran, a veces en competencia con la astrologia, los mejores ejemplos de falsas ciencias: una teoria unificada pero que no admite contrastacion con los hechos, pues la adecuacion de la teoria a la realidad debe ser juzgada por los propios creyentes en la teoria, por la propia comunidad que la mantiene. Para un popperiano el marxismo es cientifico si los marxistas estan dispuestos a especificar los hechos que, de ser observados, les inducirian a abandonar el marxismo. Si se niegan a hacerlo, el marxismo se convierte en una seudociencia. Siempre resulta interesante preguntar a un marxista que acontecimiento concebible le impulsaria a abandoanr su marxismo. Si esta comprometido con el marxismo, encontrara inmoral la especificacion de un estado de cosas que pueda refutarlo (Lakatos, 1983: 12; he cambiado la traduccion y el subrayado es mio). Lo mas paradojico es que cuando Lakatos escribia estas palabras (en 1973) el marxismo atravesaba una fase de hegemonia cultural en los paises de la Europa y la America latina, y habia comenzado un notable auge en los medios academicos anglosajones. Y a la vez, sin embargo, nunca habia sido tan claro que esta hegemonia y este auge coincidian con un completo caos respecto a lo que pudiera entenderse por marxismo. Las mas dispares interpretaciones filosoficas se pretendian marxistas, y un numero considerable de autores se atribuian ademas la unica interpretacion ortodoxa de la herencia de Marx, con resultados francamente heterogeneos. El diagnostico logico era, por tanto, que el marxismo se habia convertido en un sistema de valores y creencias o, hablando de forma mas precisa, en un conjunto de sistema que solo compartian el anticapitalismo, la creencia en una indeterminada revolucion que daria paso al socialismo, y el reconocimiento de Marx como fundador de las respectivas Iglesias y sectas. Tenia sentido decir, por tanto, que un marxista consideraria indecoroso especificar algun acontecimiento terreno que pudiera llevarle a dejar de ser marxista. Curiosamente, eso no parece haber preocupado especialmente en la epoca a aquellos que, incluyendose en ese confuso campo de creencias y valores que se identificaban con el marxismo, pretendian ademas que el materialismo historico tenia un contenido cientifico, en cualquier significado que se quiera dar al termino. La filosofia de la ciencia era simplemente ignorada como una ciencia burguesa, positivista. Las raices de ese desencuentro son varias. Desde la desdichada y confusa arremetida de Lenin contra Mach en su Materialismo y empiriocriticismo (que tantos sufrimientos ocasiono a quienes en su juventud intentaron apurar el vaso del leninismo hasta la ultima gota), la filosofia de la ciencia podia ser vista como sospechosa de idealismo. Pero es bastante poco verosimil que la indudable continuidad entre Mach (1886) y el primer Carnap (1928) baste para explicar la ausencia de dialogo entre el marxismo y la filosofia de la ciencia: se pueden encontrar razones historicas adicionales. La filosofia de la ciencia de este siglo esta dominada hasta la decada de los 60 por dos grandes escuelas, el positivismo logico del Circulo de Viena y el falsacionismo de Karl Popper. Como nadie ignora, Popper fue por un breve periodo socialdemocrata, y en el ambiente de la Viena de 1929 (fecha del Manifiesto del Circulo) el (austro)marxismo tenia una marcada influencia 2. Se podia pensar que habia condiciones para el establecimiento de algun tipo de comunicacion entre ambas culturas. El ascenso del fascismo aleman, sin embargo, devasto el terreno en el que este encuentro se podia haber producido. Los positivistas logicos y Popper (que nunca quiso considerarse como uno de ellos) emigraron a Gran Bretana y Estados Unidos. Y en este nuevo medio intelectual el dialogo con el marxismo ya no seria posible. Ciertamente, tambien los mas destacados miembros de la Escuela de Francfort emigraron a Estados Unidos. Pero alli desarrollaron su exilio intelectual en una comoda marginacion de las corrientes filosoficas anglosajonas, y manteniendo a lo mas un dialogo con otro gran pensamiento exiliado, el psicoanalisis revisado o radical. No habia muchas posibilidades de que la filosofia de la ciencia se ocupara seriamente de este marxismo 3. Pero el pensamiento del Circulo de Viena tenia muchos rasgos que deberian haber posibilitado el dialogo con el marxismo, por ejemplo su profundo aborrecimiento de la metafisica y su busqueda de hechos duros sobre los que basar el conocimiento. El primer empirismo logico habia tratado de delimitar el verdadero conocimiento cientifico sobre la base de su confirmabilidad por la experiencia, a la vez que trataba de buscar enunciados protocolares (correspondientes a experiencias inequivocas e intersubjetivas) sobre los que pudiera fundamentarse cualquier teoria con pretensiones de ciencia, de forma que todo enunciado teorico se remitiera finalmente a enunciados protocolares y pudiera ser, por tanto, considerado significativo. Este intento ofreceria sin embargo dificultades crecientes, que abrieron una compleja discusion sobre el concepto de grado de confirmacion (inductiva) de una teoria (Lakatos, 1981), y obligaron a nuevas versiones del principio de significatividad, de las que son representativas las diversas tentativas de Carnap y del portavoz ingles del Circulo, A.J. Ayer, y que se describen criticamente en un conocido ensayo de Carl Hempel (Hempel, 1965). En 1934, con su Logik der Forschung (Popper, 1972), Karl Popper lanzo una alternativa radical a la perspectiva de la confirmabilidad y la significatividad de los enunciados, con su propuesta de un criterio de falsabilidad como demarcacion del pensamiento cientifico frente al que no lo es. Su razonamiento es muy simple: por muchas observaciones que confirmen una teoria, esta nunca podra probar que es completamente cierta, ya que siempre son imaginables nuevas observaciones que la desconfirmen. Por tanto, lo que caracteriza a una buena teoria no es estar altamente confirmada por la experiencia, sino ser altamente contrastable: ofrecer de continuo nuevas y crecientes posibilidades de ser falsada por observaciones que la desconfirmen. La clave de este razonamiento es que una buena teoria cientifica debe poderse someter a experimentos cruciales de los que debera salir airosa, so pena de verse abandonada y sustituida por una nueva teoria. El progreso cientifico es asi fruto de la contrastacion y falsacion de las teorias. Y una teoria que no sea contrastable ni es cientifica ni permite el progreso del conocimiento ya que, por definicion, no es falsable. Esta era la base del rechazo por los popperianos del marxismo como falsa ciencia: para un marxista comprometido ninguna prediccion fallida, ningun experimento crucial, podian llevarle a revisar su compromiso. A lo que se unia la logica distancia entre una tradicion filosofica anglosajona, profundamente anclada en la voluntad de claridad analitica y empirismo, y lo que habia llegado a ser en la Europa continental, tras la guerra, el marxismo occidental (Anderson, 1976), muy ligado al existencialismo o a la filosofia hegeliana. El rechazo de los galimatias hegelianos, en funcion de un afan de claridad analitica, justificaba logicamente la mayor prevencion ante una filosofia que se pretendia especifica y superior en virtud de su comprension de la dialectica hegeliana, o mejor dicho, de su apropiacion una vez puesta sobre sus pies y vigorosamente reconvertida en dialectica materialista. Pero la ortodoxia falsacionista de los seguidores de Popper recibio en 1962 un duro golpe con el advenimiento de Thomas S. Kuhn (Kuhn, 1971). Para el, lo que caracteriza a la ciencia real (lo que denomina ciencia normal) es la adhesion dogmatica a un paradigma, a un marco teorico heredado, que significa a la vez una serie de logros cientificos ejemplares, una manera de abordar el analisis de los rompecabezas que el cientifico encuentra en su practica cotidiana y, sobre todo, una definicion implicita de los problemas que la teoria puede plantearse y de la forma de resolverlos. 1 En E. Lamo de Espinosa y J. Rodriguez Ibanez (comps.), Problemas de teoria social contemporanea, 551-590, Madrid: Centro de Investigaciones Sociologicas, 1993. 2 Dentro del propio Circulo, Otto Neurath manifestaba un notable interes por el marxismo. 3 Habria que esperar hasta el final de los anos 60 para tener algo parecido a un dialogo entre marxistas francfortianos y un Popper muy solitario: vease Adorno et al. (1972). *Teorico socialdemocrata, dirigente del PSOE y presidente de la Fundacion Pablo Iglesias. Su libro mas conocido es: La izquierda despues del diluvio. .