SECCION ESPECTACULOS PAG. 44 BALAZO: LAS MUSAS DE TESPIS CABEZA: Sirenas en Paris: la realidad y el deseo CREDITO: H. PASCAL La Exposicion de Paris, gran feria internacional que a fines del siglo XIX y principios del XX se efectuaba en esa ciudad, produjo maravillas perdurables, como la torre Eiffel, aunque tambien curiosidades efimeras pero interesantes de rescatar. Una de estas fue el espectaculo que los asistentes al acuario montado en la exposicion del 900 tuvieron la oportunidad de admirar o, los mas recalcitrantes en cuanto a concepciones morales, de repeler. Se trataba de las sirenas, hermosas mujeres que solo "vestian" una enorme cola de pez y que, tras una de las vitrinas del acuario, se veian "nadar" durante horas enteras, sumergidas en las aguas cautivas de una enorme pecera. La desnudez casi completa de estas sirenas atraia tanto publico como el enigma mismo con respecto a la procedencia de estos hermosos fenomenos, hibridos entre el reino del mar y la belleza femenina. La fabula encarnada en un marco exotico animaba la imaginacion de una parte del publico, el cual llego a creer que, efectivamente, por fin el mito habia sido comprobado con la captura de los mas hermosos ejemplares de sirenas. Los moralistas, que veian dicha animacion como una brecha hacia cierto desenfreno, aunque solo fuera imaginario, pidieron que, al menos, se les impusiera a las sirenas una especie de cenidor en los senos, con el fin de que ese remedo de monoquini bloqueara la calentura de los mas animados creyentes en el mito. Se mostraron entonces grabados en los que, bajo ninguna circunstancia, los artistas antiguos y modernos se habian atrevido a cometer tal ultraje a los naturales encantos de las mitologicas bellezas. Fue una discusion corta pero ridicula. Desde el punto de vista teorico mas radical, por ejemplo, resultaba obvio que la desnudez de las sirenas o se cubria en su totalidad, incluyendo la "cola", o no se cubria en absoluto: no se podia aceptar que la parte de pez de las sirenas fuera, propiamente, una vestimenta, y que solo estuvieran expuestas en un topless (desnudo superior), por lo cual el monoquini o corpino las dejaria en un bottomless (desnudo inferior) igualmente impudico. En cambio, si se aceptaba como natural la belleza exhibida por las sirenas, no habia necesidad de eufemismos textiles: quedaban tal como se habian imaginado en la mitologia y visto en carne y hueso desde la apertura de la exposicion. Las discusiones terminaron poco despues, ya que se descubrio el truco para crear estas "sirenas": el agua que el espectador veia, con pececillos nadando por ella, era en parte real, pero la mujer que supuestamente nadaba en la pecera resultaba ser eso, una mujer, con las piernas habilmente maquilladas como cola de pez, y que, tendida en el suelo, simulaba nadar languida y sensualmente. La ilusion se completaba con una banda sinfin, que movia un decorado acuatico a sus espaldas, y un espejo colocado en la pared posterior de la pecera, que reflejaba en forma opaca y "misteriosa" a la mujer, cuya imagen daba, a traves de la pecera, a los ojos del publico. Los defensores de la pureza (y desnudez) mitica quedaron asi sin argumentos; pero igualmente los moralistas nada pudieron hacer contra el entusiasmo de los cientos de personas que, diariamente, se paraban a contemplar a las "sirenas" en sus peceras e imaginaban que esa danza acuatica artificial era un tributo moderno a la belleza de los antiguos mitos femeninos. .