SEC. INF. GRAL. PAG. 10 CREDITO: LUDOLFO PARAMIO* CABEZA: Ideologia y dominacion e la sociedad actual CUARTA PARTE 4. LOS LIMITES DEL NEOCONSERVADURISMO La estructura de plausibilidad del discurso neoconservador se deriva del agotamiento del modelo keynesiano de crecimiento de la posguerra. Un modelo, cuyo motor era el impulso a la demanda solvente desde el Estado, deja de ser funcional cuando la raiz de la crisis no es ya la insuficiencia del consumo, sino la baja rentabilidad de la inversion. Seguramente era demasiado pedir que los neoconservadores, malos lectores, conocieran la vieja profecia de Schumpeter: el socialismo burocratico, al eliminar todo inc entivo al riesgo empresarial, conduciria finalmente a un estancamiento economico. Pero el efecto de veinticinco anos de capitalismo keynesiano es algo similar: disminuye la innovacion en los paises centrales, mientras que la combinacion de bajos salarios y tecnologia de la ultima generacion proporcionaba a los nuevos paises industrializados del Pacifico una tremenda capacidad competitiva. La conclusion logica era dejar de hacer hincapie en la demanda y hacerlo ahora en la oferta: asi se produjo el auge de l a supply-side economics en EU y el nacimiento de la teoria economica neoconservadora. En efecto, el Estado de bienestar y la gestion keynesiana no eran en nada funcionales frente a una crisis de rentabilidad (una crisis del lado de la oferta). Pero los neoconservadores llevaron su razonamiento demasiado lejos, concluyendo que se debia prescindir de cualquier logica de la demanda para poner ahora todo el acento en la oferta. Desgraciadamente, esto no resulta viable, como resultaria evidente cuando el presidente Reagan, para llevar hasta sus logicas consecuencias su programa supuestamen te antikeynesiano, emprendiera un burtal programa de endeudamiento keynesiano para sostener el rearme que era, a su vez, la clave de la recuperacion de la economia de los EU, desde el lado de la oferta. La demanda interna creada por el simple recorte de los impuestos no se tradujo, pace Laffer, en una reactivacion de la produccion y las ganancias capaz, a su vez, de generar un incremento neto de los ingresos fiscales. De esta forma, no fue la demanda privada el motivo real del relanzamiento de la produccion, sino el vasto programa de rearme. Asi el milagro de la economia reaganiana fue combinar un modelo keynesiano de gasto publico (con el consiguiente endeudamiento), a traves del programa de rearme, con una practica descabelladamente incoherente de reduccion de los propios ingresos fiscales, con lo que el endeudamiento publico provocado por el rearme veia acentuados sus aspectos mas negativos. Si se financiaba la crecie nte deuda por el procedimiento de crear dinero, no solo se quebrantaba la ortodoxia de Milton Friedman (el guru monetarista de la economia reaganiana), sino que se disparaba la inflacion en contra de todas las anteriores promesas del nuevo presidente. Se opto entonces por restringir la masa monetaria y elevar los tipos de interes. En buena logica esto deberia haber provocado una recesion, pero no fue asi por razones politicas. La confianza en la hegemonia norteamericana en el sistema financiero y militar mundial hizo que capitales europeos y/o japoneses acudieran a EU, transformando lo que podria haber sido un simple agujero de cash-flow en el mayor ejemplo de endeudamiento historico de la principal potencia mundial. Como la receta de la re duccion de impuestos no era eficaz para devolver competividad a la industria norteamericana, a la deuda externa vino a sumarse tambien una balanza comercial sistematicamente negativa, capaz de crear un clima momentaneo de desconfianza en el dolar como el que en octubre de 1987 provoco el crash mundial de la Bolsa. Este seria un resumen quiza apresurado, pero no muy injusto, de la estructura de plausibilidad del discurso neoconservador: mentiras contradictorias, mala demagogia para ocultar la d ecadencia industrial de los EU. ¨Cual es la otra cara de la moneda? En primer lugar, hay que admitir que la crisis de los anos setenta era una crisis de oferta, no de demanda, y que hacer mayor hincapie en medidas de tipo keynesiano (con la excepcion mencionada de la hegemonica economia norteamericana) era algo condenado al fracaso al acentuar los desequilibrios comerciales sin devolver competitividad a las industrias nacionales: ese fue el ejemplo de la politica economica del Partido Socialista Frances en 1981-82. Pero de esta premisa no se deduce la conclusion de Reagan y los suyos. Esta conclusion es: si queremos devolver competitividad a nuestra industria debemos dejar de proteger a los sectores de menos ingresos (pues con ello solo favorecemos la inercia y el parasitismo) y favorecer lo que siempre hemos entendido por creacion de riqueza: el beneficio individual. Esta politica se ha traducido en desindustrializacion salvaje (el norte de Inglaterra y el noreste de EU); en polarizacion de ingresos y acentuacion de las bolsas de pobreza; en quiebra comercial y endeudamiento externo; en crecimiento de la marginalidad, la violencia y las conductas anomicas; en un individualismo salvaje en las clases medias y altas. El discurso fascista condujo a la guerra y al holocausto: el discurso neoconservador ha llevado a una sociedad insolidaria y en quiebra moral, desigual, viole nta, escindida entre el lujo ostentoso y la mas miserable pobreza. Mejor es siempre esto que aquello, que duda cabe, pero quiza existan alternativas a la sarten y al fuego. ¨Cual podria ser el discurso socialista del siglo XXI? 5. UN DISCURSO PARA EL SOCIALISMO DEL FUTURO Para trazar las grandes lineas de un discurso socialista capaz de ganar el futuro debemos partir de las apuestas que hoy estan en juego, y ante todo de la critica de los posibles discursos alternativos. Hasta hace muy poco uno de estos discursos era el comunista, encarnado en el modelo sovietico de sociedad, como alternativa al capitalista. Pero hoy sabemos, por boca de los propios dirigentes de la URSS, que el estatalismo absoluto no conduce a la igualdad, a la libertad, a la solidaridad, a la racionali dad productiva ni a la satisfaccion de las necesidades sociales. Conduce, por el contrario, al privilegio de la nomenklatura, a la opresion, al individualismo cinico, al despilfarro y a la escasez. En tal sentido es preciso tomar posiciones que senalen claramente la distancia entre el modelo del socialismo democratico y el modelo comunista de estatismo autoritario. El otro discurso alternativo, como hemos visto, es el neoconservador, que a fin de cuentas supone volver a los valores del capitalismo del siglo XVIII y a la reafirmacion de los individuos en cuanto propietarios frente al ideal de los individuos iguales en cuanto ciudadanos. Se pretende ahora limitar la politica (la participacion de los ciudadanos) en nombre de la expansion del mercado y sus leyes, en teoria para acabar con las burocracias y devolver al individuo su libertad. Pero donde termina la libertad de los ciudadanos solo queda la libertad de los propietarios: el discurso neoconservador deja intacto el poder de la riqueza, de sus gestores y de sus burocracias, y niega asi a la inmensa mayoria la libertad que solo puede cristalizar cuando la participacion de los ciudadanos en la comunidad politica es capaz de fijar limites al poder y al uso de la riqueza. Por otra parte, el discurso neoconservador consagra el individualismo mas o menos salvaje del primer capitalismo frente al principio de la solidaridad de los ciudadanos: la negacion del Estado de bienestar supone el rechazo de la organizacion colectiva de la solidaridad por la comunidad politica. Por la puerta de esta negacion del principio de solidaridad se precipitan todas las formas de fragmentacion social, desde la segmentacion que excluye del mercado de trabajo a los jovenes y las mujeres hasta las dis tintas formas de corporativismo: gremial, sindical o regional. La sustitucion del interes colectivo por los distintos intereses particulares, en un gran estallido de corporativismo, es el paradojico triunfo de la ofensiva neoconservadora, que ha logrado el abandono del principio de solidaridad (en la practica, no en la retorica) incluso por organizaciones nacidas en su nombre. Junto a estos dos grandes discursos, que se han pretendido o se pretenden alternativos al del socialismo democratico, este debe tomar como referencia, esta vez positiva, nuevas demandas sociales, nacidas del propio desarrollo industrial, como la exigencia de que este respete ciertos limites propios del ecosistema en vez de realizarse a cualquier precio; y tambien viejos principios siempre proclamados en el discurso socialista, pero que tienen hoy una actualidad nueva, por la urgencia o la posibilidad (o amb as cosas) de dar solucion a los problemas que les dan origen: me refiero a la paz y al principio de una solidaridad internacional que supere la mera retorica y se plasme en un modelo internacional de crecimiento solidario. Tambien hay demandas que, aun habiendo tomado fuerza en nuestra epoca, bien pueden ser englobadas bajo principios muy antiguos: este es el caso de la igualdad de la mujer, asumible bajo el lema de igualdad de todos los ciudadanos. Sobre estos ejes (oposicion al estatismo autoritario y al individualismo salvaje, asuncion de las demandas progresivas de nuestra sociedad) seria posible organizar un discurso que articulara estas oposiciones: -Libertad/imposicion. -Participacion/autoritarismo. -Igualdad/privilegio. -Solidaridad/individualismo de la riqueza. -Responsabilidad social/corporativismo. -Productividad/especulacion. -Eficiencia/despilfarro. -Desarrollo ecologico/desarrollo salvaje. -Internacionalismo de los pueblos/internacionalismo de los capitales. -Paz/confrontacion. La novedad de este discurso es que no singulariza un enemigo, sino que, por el contrario, esboza una promesa frente a multiples males. No busca chivos expiatorios a destruir, como los discursos fascista o neoconservador, sino que afirma unos valores positivos. Por ello solo puede hacerse creible por referencia a un modelo social concreto. Cada una de estas oposiciones apunta a una dimension en la que es preciso avanzar. Europa es hoy el lugar natural donde parece posible este avance hacia la realizacion de un modelo progresista de sociedad en el que cristalicen los viejos principios que se refractan en esta serie de oposiciones: libertad, igualdad, solidaridad. Por eso, del mayor o menor exito en la construccion de una Europa unida sobre la base de estos principios dependera, en buena medida, la credibilidad de un discurso socialista para el futuro. *Dirigente del PSOE, director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados. (CSIS. Madrid). .