SEC. INF. GRAL. PAG. 10 CREDITO: LUDOLFO PARAMIO * (Tercera parte) CABEZA: Ideologia y dominacion en la sociedad actual 3. La derecha democratica descubre la ideologia La crisis de los anos setenta trajo, o quiza solo acelero, un dramatico cambio en el escenario ideologico de los paises desarrollados: la derecha redescubrio el papel movilizador de la ideologia, y, lo que es mas notable, se decidio a recuperar sus valores tradicionales en competicion abierta con los valores (en su mayor parte de procedencia socialdemocrata) que habian fundamentado el consenso ideologico de los anos cincuenta y sesenta. En efecto, cuando el laborismo perdio el gobierno en Gran Bretana los conservadores no se plantearon para nada el desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud o de cualquier otra prestacion del Estado de bienestar y ni siquiera consideraron la posible privatizacion de las empresas nacionalizadas. En la RFA y en Francia fueron gobiernos conservadores los que introdujeron basicamente los servicios del Estado de bienestar. A mediados de los anos sesenta, si incluimos las promesas del presidente Johnson sobre la Great Society en EU, se puede decir que en todos los paises industriales avanzados existia consenso sobre el mantenimiento de formas keynesianas de crecimiento, sobre la intervencion del Estado en la regulacion de la demanda y la generalizacion del conjunto de prestaciones sociales que identificamos como Estado de bienestar. Ese consenso se rompe de forma espectacular a mediados de los anos setenta, en un proceso en el que intervienen factores muy diversos. Por una parte, la creciente disfuncionalidad de los mecanismos keynesianos y de regulacion de la demanda para la logica de la acumulacion capitalista ante una crisis economica surgida, no de una demanda insuficiente (subconsumo), sino una insuficiente rentabilidad de la inversion (caida de la tasa de ganancia). Por otra parte, la creciente contradiccion entre la etica capitalista y los valores morales emergentes con la generalizacion del consumo de masas, que llevan a los teoricos del nuevo conservadurismo a hablar (no sin razon) del abandono de la etica del trabajo por una etica del consumo, del abandono del principio de esfuerzo individual (el espiritu de los empresarios, de los colonizadores, de la frontera) por una acomodacion parasitaria y pasiva a la seguridad del omnipresente Estado de bienestar: la Roma del capitalismo ha entrado ya en su tiempo de decadencia. La derecha no habia recurrido conscientemente a la ideologia, o mejor dicho, a una ideologia anti statu quo, desde la experiencia del fascismo en los anos veinte-treinta. Antes, la derecha se habia limitado a afirmar la continuidad, la tradicion frente al cambio, la concepcion organica de la sociedad de Burke y los contrarrevolucionarios franceses como alternativa a la propuesta de una sociedad creada desde cero y a partir de un programa racional, ya fuera este jusnaturalista o contractualista. La id eologia reaccionaria del siglo XIX tiene su mas expresiva metafora en el romantico mensaje de Mary Shelley en su Frankenstein: el intento de construir un ser humano (una sociedad) a partir de un diseno racional, no de un desarrollo organico (historico) no puede conducir sino a la aparicion de un monstruo, que causara el mal mas alla de sus propios deseos. Solo lo historico, lo organico, lo nacido de la tradicion y de la herencia de la sangre puede ser la base saludable de un individuo o de una sociedad. Desde el alegato de Disraeli contra las dos naciones en la Gran Bretana de la reina Victoria, desde la creacion del embrion de un Estado de bienestar por Bismarck en la Alemania unificada, el pensamiento conservador ya asume ciertos presupuestos reformistas: la derecha revolucionaria queda confinada al estrecho ruralismo del carlismo espanol, a la pretension regeneracionista del catolicismo de un Maurras o un Chesterton. Pero solo con el fascismo se puede volver a hablar de derecha revolucionaria en sentido estricto. La muy negra experiencia del holocausto judio en la segunda guerra, la aplastante derrota del fascismo en los campos de batalla, parecen devolver en los anos cincuenta a la derecha a los verdes campos del consenso democratico. Ha llegado el fin de las ideologias y, pese a discrepancias menores en torno a los medios, hay un cierto acuerdo sobre los fines: redistribucion, seguridad minima para los mas infortunados, igualdad de oportunidades. Al calor de la crisis fermenta la ideologia neoconservadora, y con ella se rompe el consenso de la posguerra, el consenso keynesiano. La crisis de la etica del trbajo, se nos dice, ha traido una sociedad parasitaria, donde los ciudadanos no tratan de superarse a si mismos, sino solamente de ordenar al Estado para vivir sin trabajar, fingiendo estudiar, fingiendo buscar empleo, fingiendo estar discriminados. Las mujeres negras tienen hijos sin casarse, los jovenes desdenan las posibilidades reales de trabajar, los estudiantes se aferran a las estructuras academicas para no verse ante la dura tesitura de cumplir una jornada laboral en una empresa productiva. Todos quieren consumir, pero nadie quiere trabajar: este es el mundo que ha creado el consenso de la posguerra, el Estado de bienestar, el triunfo de la coalicion keynesiana. La idea nace en dos paises bien distintos: los EU y Gran Bretana; puede tener interes examinarlos por separado. Gran Bretana entro en el cambio de siglo en una grave crisis de decadencia industrial mal disfrazada gracias a las gigantescas inversiones que, sobre todo a traves de la Vickers, se hicieron en la construccion de la Gran Armada. La prosperidad a corto plazo se vio remachada por la victoria en la guerra mundial, pero no pudo impedir la entrada en una espiral de caida de la productividad industrial y de los servicios (con la peculiar excepcion del papel financiero mundial de la City) que significa en l os anos sesenta la caida en un abismo de profit-squeeze, de derrumbamiento de las ganancias, cuyo doble fruto son las huelgas salvajes de los primeros anos setenta y el auge del descredito el neoconservadurismo ingles, con su correspondiente desprecio hacia el conservadurismo wet, blando, desmedulado, coincidente en sus fines y valores con el laborismo. En los EU, la crisis es posterior, y tiene mas que ver con la creciente competitividad de los nuevos paises industrializados del Pacifico, con el espectacular arranque del Japon, seguido al poco por Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Singapur. El problema es que los salarios de EU, estan muy por encima de los salarios de sus competidores europeos, japoneses y del sur del Pacifico. Pero la productividad no crece al mismo ritmo y al producirse ademas un encarecimiento de las materias primas y muy en particular del petroleo, la antes casi todopoderosa industria norteamericana comenzara a perder la carera frente a sus nuevos competidores, a perder mercados, tasas de rentabilidad, capacidad de inversion, puestos de trabajo. Ese es el momento en el que el Estado de bienestar comienza a aparecer como una carga insostenible, como un lujo incompatible con la sobrevivencia del pais, como un mecanismo que no es funcional para la marcha del American way of life. A ello se une, en el caso de los EU, la sucesion de humillaciones nacionales que implican la salida de Vietnam y la crisis de los rehenes en Iran. Como tantas veces se ha subrayado, no se entiende a Reagan sin Nixon y Carter como precedentes (olvidemos a Ford), sin el fracaso de la politica blanda de distension y defensa de los derechos humanos. La crisis de los anos setenta no era una crisis analoga a la de entreguerras, por lo que las respuestas keynesianas reguladoras del ciclo implicitas en el Estado de bienestar y en el llamado fordismo como forma de organizacion del proceso de trabajo, dejaban de ser funcionales para la acumulacion de capital. Aceptando la premisa (nada posestructuralista) de que cierta funcionalidad en el plano de la economia es determinante para la vigencia de las ideologias, no resulta nada extrano que la disfuncion alidad que para la acumulacion del capital mostraron en los anos setenta el Estado de bienestar y el keynesianismo provocara una virulenta reaccion, en el terreno de la ideologia, desde las filas de los propietarios del capital, en contra de aquellos, y la consiguiente busqueda de alternativas. En lo que sigue se expondra con brevedad la logica discursiva propia de la ofensiva neoconservadora, para analizar despues los limites materiales que esta ha encontrado en sus intentos de traducirse en politicas concretas en los anos ochenta. Por ultimo se intentaran formular las principales lineas de argumentacion sobre las que los socialistas podemos responder a las tesis neoconservadoras, anulando la logica de su ideologia y a la vez asumiendo su fundamento estructural. Esto remite, a su vez, al doble enfoque desarrollado en los apartados anteriores. Por una parte, la misma estructura del discurso ideologico; por otra parte, la infraestructura economica, la logica material, lo que en el lenguaje del interaccionismo simbolico se podria denominar las condiciones materiales de plausibilidad del discurso. La logica de la ofensiva neoconservadora ofrece, segun el esquema apuntado antes, una serie de oposiciones dicotomicas facilmente reducibles a lo que, en el marxismo clasico, se llamaria una contradiccion principal. Por ejemplo: -Estado expansivo/Estado minimo. -Empresa estatal/empresa privada. -Presion fiscal creciente/presion fiscal minima. -Regulacion estatal/desregulacion. -Sindicatos confederales/sindicatos de empresa. -Servicios sociales publicos/servicios privatizados (incluyendo seguros voluntarios de enfermedad y jubilacion). Como es obvio, la serie de oposiciones se reduce a la contradiccion entre socialismo (por supuesto estatal-burocratico) y capitalismo libertario. Si se quiere comprender la raiz ideologica de la contraposicion es preciso ir de vuelta a Von Mises, a la leyenda de Von Hayeck, que creyo haber mostrado la incoherencia logica del ideal socialista y asentado las bases definitivas de la afirmacion del capitalismo (entendido como mercado sin intervencion estatal) como presupuesto economico imprescindible de una sociedad libre. Lo interesante, a estas alturas del razonamiento, es resaltar la coherencia entre los elementos que componen la cadena socialismo estatal-burocratico y la "estructura de plausibilidad" del discruso neoconservador. En una crisis de caida de la rentabilidad (es decir, en una crisis no keynesiana) todos los primeros terminos de las sucesivas dicotomias aparecen como claramente disfuncionales para la acumulacion de capital, o, en un sentido sin mayores connotaciones de clase, para el crecimiento e conomico. Eran propuestas o formas de actuacion que fomentaban una solidaridad antiindividualista, en la produccion o en el consumo, que redistribuian las ganancias (desincentivando el ansia de beneficio individual que es la base del espiritu empresarial) y las perdidas (desincentivando el principio de ahorro individual que es la base de la eficiencia empresarial colectiva). Eran propuestas, en suma, que postergaban la ventaja individual frente a una racionalidad colectiva cuyas ventajas objetivas, en una situacion de crisis real, no eran nada obvias. Si el fascismo supo encontrar en el judio al enemigo universal, al chivo de expiacion frente a la crisis de los treinta, el neoconservadurismo hallo en el Estado ampliado, en el Estado de bienestar de los setenta la explicacion de la crisis economica de los anos setenta. Asi triunfo el neoconservadurismo, asi nacio la popularidad de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. El punto pendiente es saber cual era la estructura de plausibilidad del discurso neoconservador, cuales eran las razones objetiv as de credibilidad de una ideologia que venia a criticar la solidaridad en nombre de un individualismo salvaje. De lo que se trata es de saber por que la nueva derecha triunfo en los anos ochenta, para poder desplazarla en los noventa. * Dirigente del PSOE y director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados. (CSIC, Madrid) .