PAGINA 37 BALAZO: JAIME SABINES CABEZA: "LOS QUE TENEMOS FRIO DE VERDAD" CREDITO: CARLOS MONSIVAIS Al revisar fotos, notas criticas, poemas y declaraciones del autor, surge la pregunta inevitable: ¨que decir de la obra de Jaime Sabines que no sea un lugar comun, a fin de cuentas sentimental, precisamente sobre quien, sin rehusarse a su trato, destruyo muchos de los lugares comunes del sentimiento y el sentimentalismo? Lo mas usual, y con frecuencia lo mas sensato, es hablar de Sabines citando textualmente a Sabines. En torno al autor de Tarumba hay una suerte de pacto nacional: lo leen y a veces lo memorizan incluso quienes jamas frecuentan la poesia, genero cada vez mas a cargo de lectores especializados. Sabines es un escritor de todos y, lo mas insolito, es tambien un poeta para poetas. Decir Sabines es evocar s devociones por los padres, los hermanos, la tia, la mujer amada, la soledad que aqui aparece como la sintesis de lo vivido, la embriaguez, el deseo perentorio. Uno esta solo para entender, y uno esta solo para advertir que lo comprendido no basta... Y en medio de intuiciones y estallidos, tambien aparece Dios, no en este caso el supremo arquitecto del Universo, sino el otro nombre del dialogo con la trascendencia con lo indefinible por inasible. La leyenda de Sabines es muy amplia y los lectores, lo sepan muy bien o no, toman en cuenta las interpretaciones habituales donde el poeta, a la intemperie, impreca, ama, se resiente, se exalta, maldice a lo inevitable, se enamora de lo que no ha sucedido, es alguien como nosotros y alguien que dice lo que nosotros callamos. Y ese discurso interpretativo cala en el propio Sabines que reflexiona sobre su condicion: El peaton Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. Le llega la noticia a Jaime y este se alegra: que maravilla! Soy un poeta! Soy un gran poeta! Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¨Por que los poetas no tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas? Dios mio!, dice Jaime. Tengo que ser papa o marido, o trabajar en la fabrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peaton. Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peaton. Y esta vez se queda echado en la cama con una alegria dulce y tranquila. Reproduzco el texto de Sabines porque su humor autodeprecatorio, divertidisimo, satisface el entusiasmo de un gran numero de sus comentaristas, pero es injusto con su vocacion y con sus textos. El rechaza vivir en poeta y por eso dice en otra parte: so de la tensiones y las exigencias. El, desde los 24 anos, en Horal (1950), su primer libro, es un poeta pleno que asimilo el Siglo de Oro, los modernistas, la tradicion nacional y la internacional, Neruda y Vallejo, Huidobro y Jose Gorostiza. No hay en sus libros iniciales nada accidental sino, muy por el contrario, la destreza de quien, como parte de su estructura vital, posee el tono unico, la acentuacion verbal y espiritual de la que ya no se apartara, el fluir de los extremos: duro y tierno, ma ldiciente y sacralizador, sencillo y (en el mejor sentido del termino) retorico. En Sabines no hay desde el principio concesiones. Quien afirma: B> y Poemas sueltos, en todo lo integrado en Nuevo recuento de poemas, la poesia es fruto de tradiciones profundas. Como lo ha probado Luis Miguel Aguilar. No se llega a esa sintesis demoledora sin un entendimiento amplisimo de lo poetico. En los anos cincuenta, mientras sus contemporaneos, algunos de ellos poetas notables, rinden culto a nociones ortodoxas de poesia marcadas por lo eufonico y lo versicular, Sabines propone un sonido mas callejero y rijoso, donde el sentimiento de estar excluido se equipara con la intimidad: Los que tenemos frio de verdad, los que estamos solos por todas partes, los sin nadie, los que no pueden dejar de destruirse, esos no importan, no valen nada, nada, que de una vez se vayan, que se mueran pronto. A ver si es cierto: muerete. Muerete, Jaime, muerete! Ah, mula vida, testaruda, sorda! Un logro sin precedentes: un joven en 1950 vierte en poesia los ruidos y las quejas y los avances y las fatalidades de la vida diaria. No hay muchos ejemplos en la poesia contemporanea de un primer libro tan deslumbrante. En donde decenas de miles fracasan, Sabines alcanza sus fines gracias a dos inmensas ventajas: su formacion literaria y su rechazo del engano y el autoengano. A el le hubiese sido facil profesionalizarse como poeta y acudir al vocabulario consagrado o tomarse en serio como rebelde y cultiv ar el lanzamiento de epitetos y la burla del mundo. En vez de esto Sabines afirma lo hasta entonces inconcebible: hay lugar en la poesia para quien nombre, sin otro prestigio que lo vivido, a los placeres y las desolaciones. No se trata de la inconformidad a secas, sino de vivir el rechazo y la disidencia como hechos poeticos. Sabines, insisto, no es un poeta de la linea de fuego, es un practicante de la poesia como linea de fuego. En un momento, en la recopilacion de Carla Zarebska, Sabines describe un episodio de 1988, en la Camara de Diputados. La oposicion agrede con furia verbal a los priistas y de pronto el oye un grito. el vocabulario de las pequenas cosas, la sinceridad que admite quebrantos y gozos, la tristeza que se describe para perpetuarla en el testimonio. Pero, no se si es preciso aclararlo, Sabines no es un anti-poeta como el Novo de Poemas proletarios o Nicanor Parra o el Efrain Huerta de los poeminimos. No carece de humor ni de rechazos a lo solemne, pero, y esto es parte substancial de su leccion admirable, a el no lo determina el desenfado sino, mas bien, la reelaboracion artistica de lo que comunmente se vive como melodrama. Lo que en otros serian precipitaciones melodramaticas, en Sabines se vuelven pruebas del equilibrio, fragil, permanente, entre la tragedia y la sobreviviencia, entre lo dramatico y la alegria que pese a todo aporta la creacion literaria. Lo cotidiano y lo excepcional. ¨Que es, entre otras muchas definiciones a mano, ese poema portentoso, Algo sobre la muerte del mayor Sabines, sino la transfiguracion del dolor que es por lo mismo la consolidacion de la perdida? Con los elementos utilizables en el melodrama, Sabines construye un auto sacramental, el largo poema unitario que retiene los ingredientes clasicos: el exorcismo de la pena, el recuento de la fatiga de hospitales, el amor a la raiz que es aqui el sentido de la esperanza, la re velacion incesante de los limites. Sabines lo explica magnificamente: Un poema como profericion clasica de La Eneida. Si, pero tambien un poema contra lo ya dispuesto por el idioma, las frases convencionales, las condolencias, las esquelas, el ritual de los pesames. El comienzo es una invocacion del rio de la muerte: Dejame reposar, aflojar los musculos del corazon y poner a dormitar el alma para poder hablar, para poder recordar estos dias, los mas largos del tiempo. En Algo sobre la muerte al idioma de todos los dias se contraponen las metaforas, de textura biblica o profetica, donde o de las improvisaciones: No podras morir. Sin agua y sin aire no podras morir. Sin azucar, sin leche, sin frijoles, sin carne, sin harinas, sin higos, no podras morir. Sabines nos ha ensenado y ha registrado a su nombre otro de los tonos posibles de la poesia contemporanea, donde la extrema llaneza es parte de la gran complejidad. En este sentido la comparacion mas inmediata no se da con otro poeta sino con un narrador, Juan Rulfo, que tambien introduce la inmensa desolacion, el idioma por asi decirlo remo la comparacion, uno es secreto y el otro es autobiografico, pero en ambos descubro en cada relectura el mismo sistema de indistinciones: entre el erial y el paraiso desertico, entre la soledad y el ritmo de las multitudes. Vuelvo a Tarumba, un libro de Sabines que se me escapo en un momento y que hoy juzgo admirable, y me enfrento al reclamo de quien protesta y se queja, y se resigna a esa condicion de hombre comun que la vehemencia poetica le negara para siempre: ¨Que putas puedo hace con mi rodilla, con mi pierna tan larga y tan flaca, con mis brazos, con mi lengua, con mis flacos ojos? ¨Que puedo hacer en este remolino de imbeciles de buena voluntad? ¨Que puedo con inteligentes podridos Y con dulces ninas que no quieren hombre sino poesia? ¨Que puedo con poetas uniformados por la academia o por el comunismo? ¨Que, entre vendedores o politicos o pastores de almas? ¨Que putas puedo hacer, Tarumba si no soy santo, ni heroe, ni bandido, ni adorador del arte, ni boticario, ni rebelde? ¨Que puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo ganas sino de mirar y mirar? Gracias al libro de Carla Zerebska he revisitado, con entusiasmo, a una poesia fundamental y a su autor, que es, para recurrir a una frase de Cocteau, esa prision de la que se escapan las obras de arte. *Palabras pronunciadas el 15 de junio durante la presentacion del libro Jaime Sabines (algo sobre su vida). .