SECCION CULTURA PAGINA 36 BALAZO: CABEZA: CREDITO: dores no solo los compositores en la actualidad. La obra mas solida de todo el programa fue, sin duda, el Cuarteto de cuerdas (1987) de Joaquin Gutierrez Heras (1928), revisada recientemente (1993). La obra en un solo movimiento es tradicional: incluso se acerca a la Escuela Mexicana de Composicion: Movimiento que naciera hacia los anos veinte como parte de una busqueda de identidad sonora, ademas de ser expresion que quiso distinguir a la musica mexicana de los nacionalismos europeos. Esta cercania existe en lo motivico y tematico; el cuarteto p odra formar parte de lo mejor del repertorio de musica de camara mexicana. Clara definicion de la forma y desarrollo, que recuerda alguno de los movimientos lentos de los cuartetos de Revueltas (1899-1940); aunque sin la cambiante dinamica ni los contrastes de aquellos. Tal vez este momento sea pertinente para valorar en verdad la obra de este compositor, a quien nunca le importo que se le llamara conservador. La interpretacion del Cuarteto Ruso-Americano (Oleg Gook y Vladimir Tokarev, violines; Mikail Gourfinkel, viola, y Alain Durbecq, violoncello) fue equilibrada, dando brio a la pieza, resaltando sus pasajes melodicos: siendo esta la mejor interpretacion de un concierto que necesito mas publico. Del Triptico para piano (1994) de Hilda Paredes, Ana Maria Tradatti interpreto dos de sus partes, que en palabras de la compositora son como dibujos en blanco y negro a diferencia de la orquesta, que seria un mural coloreado. Estas piezas destacaron por su sencillez y permanentes evocaciones a atmosferas de compositores romanticos y en algunos pasajes, tambien, Debussy. Una obra aun mas sencilla, convencional, fue Espacio para un personaje (1994) para violin (O. Gook) y piano (A.M. Tradatti) de Ramon Montes de Oca (1953), inspirada en una obra pictorica solicitada por el mismo compositor; la pieza tuvo un aire meditativo sin ninguna alteracion ni sobresalto, y se escucho como un estudio. Zacamandu en la yerba (1993) para piano, de Arturo Marquez (1950), es una obra interesante de la cual la solista A.M. Tradatti extrajo el colorido armonico del instrumento, asi como su riqueza ritmica. Esta pieza tiene una forma libre con temas reiterativos que le hacen oirse como una larga improvisacion sobre un tema dado. Despues de la obra de Gutierrez Heras, esta fue la que mas solidez mostro. Marquez desarrolla estructuras mas o menos definadas con un caracter con ciertos rasgos melodicos prop ios. Toda proporcion guardada, si algo identifico a estas piezas fue que, desde la concepcion, sus autores tuvieron claros todos los elementos que utilizarian; siguieron los principios formales sin mayor riesgo. En ese sentido, el Septeto (1994) de Ignacio Baca Lobera (1957) fue una obra idas; en todo caso, no son perceptibles porque si se piensa en una secuencia lineal son fragmetarias; tal vez haya que relacionarlo con Gy”rgy Ligeti (1923), compositor del que acepta gran influencia, ya presente en obras anteriores como Trios y Neumas. En el Septeto, comento el compositor, se mezclan distintas texturas timbricas (cuerdas, maderas y percusiones) que no excluyen una amplia variedad de dinamica. Pero en la audicion las texturas solo alcanzaron superposiciones que nunca se fusionaron; hubo una impresion de movimiento de la musica pero interrumpido. Es dificil observar una pieza asi. Independientemente del planteamiento formal del compositor y sus soluciones, fue claro que a diferencia del resto del programa los musicos nunca dieron sentido alguno a la partitura. El Septeto se escucho como una suma de fragmentos aislados de masas sonoras en trozos; siempre en un mismo nivel de intensidad sonora entre mezzoforte y forte, la percusion siempre toco mas f uerte y parecia todavia mas aislada. Esta obra que parecio la mas academica fue infortunada en su estreno. Por lo que se escucho, la mayor virtud de su autor hay que reconocerlo fue la busqueda de nuevos elementos en su trabajo composicional. Pero experimentar, ahora, puede ser grave para un creador. Un compositor como Gutierrez Heras parece tener asegurado un lugar dentro de nuestra historia musical con una obra coherente con sus principios, pero habra que preguntarse quienes seran, dentro de 20 anos, nuestros compositores clasicos significativos y prestigiados que no siempre son los mismos: aquellos que expresen contenidos solidos en formas conocidas o aquellos que busquen la originalidad desde la creacion de metodos y estructuras propios de composicion. Unos y otros caminos son legitimos. Una pregu nta mas, ¨cual es la diferencia entre componer y crear? .