SEC. INF. GRAL. PAG. 13 CABEZA: Reflexion acerca del Estado democratico CREDITO: NORBERT LECHNER* (Segunda parte) estrategia neoliberal no resuelve la integracion social y por el contrario, incrementa las tendencias de disgregacion y fragmentacion. Con lo cual, en definitiva, tampoco logra la integracion economica internacional, que queda restringida a una insercion sectorial (al nivel de empresas) en lugar de una insercion sistemica, o sea, de la sociedad en su conjunto. Todo ello no invalida el importante rol del mercado, pero demuestra sus limites. Hace ya decadas, Karl Polanyi senalo cuan ilusorio es tomar el merca do por el principio constitutivo de la organizacion social. La experiencia latinoamericana entrega una leccion nitida: el mercado por si solo no genera ni sustenta un orden social. El caso de Chile bajo Pinochet es ilustrativo; a pesar de un buen desempeno de acuerdo con los indicadores macroeconomicos, el gobierno militar pierde el juicio electoral en la medida en que no logra legitimar politicamente el costo social de sus medidas. Es decir, el mercado no se legitima exclusivamente por su funcionamiento; e l desempeno economico es evaluado en relacion a las ideas predominantes de orden y estas son, en un grado importante, una elaboracion politica. En resumidas cuentas, el mercado se inscribe en una institucionalidad social, politica, cultural, moral, y no puede ser desvinculado de este marco regulatorio. A esta necesidad de regulacion normativa alude, a mi entender, el notable "estatismo" que reflejan las encuestas de opinion publica. Las experiencias dolorosas de los anos 80 han permitido madurar un consenso basico en torno al futuro que enfrentan los paises latinoamericanos. El gran desafio consiste en armonizar democracia politica con crecimiento economico y equidad social. El hecho que diversos sectores a pesar de todas las diferencias compartan objetivos similares es una novedad en America Latina, aunque la tarea no suene novedosa. En realidad, ella retoma las aspiraciones socialdemocratas de los anos 20 y 30. Hoy como entonces no s encontramos en una epoca de profunda reestructuracion de la vida social. Precisamente porque los diferentes aspectos de la sociedad estan fragmentados, cada uno sometido a rapidas mutaciones, reformas sectoriales y enfoques parciales se muestran insuficientes. A mi entender, nos encontramos en uno de esos momentos historicos que obligan a repensar y reorganizar formas de articulacion social. Pues bien, estimo que una forma privilegiada de articulacion sigue siendo el Estado. ¨Que forma de Estado represent a y sintetiza las transformaciones que estan ocurriendo en las estructuras y los procesos socioeconomicos, en los ambitos culturales y en la misma politica? Volvemos al tema de fondo: nos hemos quedado sin un concepto adecuado del Estado. La globalizacion economico-financiera cuestiona el Welfare State keynesiano o, en el caso latinoamericano, el Estado desarrollista. En el nuevo contexto, el Estado deja de ser el principal agente del desarrollo social y economico. Pero tambien la nocion neoliberal del Estado subsidiario resulta insatisfactoria. El mercado esta inserto en una compleja institucionalidad social y presupone la regulacion estatal. El problem a no es "mas Estado" o "menos Estado", como si existiera una relacion "suma cero" entre Estado y mercado. Dado el caracter social del mercado, el ordenamiento de la sociedad resulta ser un factor determinante de la eficiencia economica. Vale decir, el fortalecimiento de una economia social de mercado descansa en la legitimidad del orden social. Por eso, la construccion "colectiva y conflictiva" del orden social resulta ser, en definitiva, la cuestion fundamental de la reforma del Estado. Propongo enfocar tal reforma en la perspectiva de un Estado democratico. El termino implica un punto de vista: una idea del Estado a partir del ciudadano. La ciudadania se define por la pertenencia a un Estado. Tal pertenencia puede ser determinada segun diversos criterios, lo que nos plantea el problema tan actual del Estado nacional. No obstante, incluso empleando criterios universalistas, tal enfoque tiende a visualizar al Estado acorde al principio monarquico como una estructura piramidal de poder. ¨Por que no preguntarse, a la inversa, acerca de la pertenencia del Estado a los ciudadanos? Es decir, por su representatividad. Las democracias emergentes ofrecen una situacion paradogica en que el triunfalismo por la libertad conquistada convive con una creciente desafeccion ciudadana. Tenemos a la vez mas democracia y menos politica. Quiero decir; existe una mayor conciencia de la dignidad y los derechos ciudadanos mientras que, por otra parte, el sistema politico necesariamente mas y mas especializado y profesionalizado tiene dificultades en dar cuenta de esa realidad. No es facil identificar el fenomeno y precisar los temas en cuestion. El desapego se manifiesta precisamente en que el orden democratico no encuentra ni rechazo abierto ni arraigo efectivo. Todo parece diluirse en un vacio inasible, rapidamente tapado por faciles alusiones a una "cultura posmoderna". El hecho es que tiene lugar una erosion generalizada de la credibilidad de todas las instituciones. La perdida de confianza es mas visible en el ambito politico, pero toca igualmente otras instancias establecidas, surgiendo la impresion que nos encontramos en un vasto no mans land. El malestar con la politica, al igual que cualquier situacion dificil de nombrar, produce incomodidad: acudimos entonces a las explicaciones faciles. Se denuncia la crisis de los partidos politicos, de los liderazgos y de los discursos politicos; en fin, seria la culpa de un sistema politico incapaz de contactarse con la vida social. O bien, se denuncia la privatizacion de la gente y la perdida de las virtudes publicas. La responsabilidad recaeria, en los ciudadanos que no estan dispuestos a invertir tiempo y energia en los asuntos publicos, prefiriendo un uso cinico de las oportunidades. Tambien podemos consolarnos invocando una apatia normal e incluso necesaria para el buen funcionamiento de la democracia. Hay algo de todo eso y, por consiguiente, cada explicacion por si sola es insatisfactoria. Esta situacion motiva a recurrir a la filosofia politica para pensar una teoria del Estado democratico en nuestra epoca. Bosquejare una posible indagacion a partir de las contribuciones recientes de Habermas, Charles Taylor, Michael Walzer y otros. En ellas la relacion entre ciudadanos y Estado suele ser interpretada acorde a dos tradiciones. En la tradicion republicana de Aristoteles, la ciudadania se define por la pertenencia a una comunidad y es ejercida mediante la autodeterminacion colectiva; los ciuda danos son partes de un todo, de modo que solo pueden formar su identidad personal y social por medio de tradiciones e instituciones comunes. En la tradicion liberal-individualista de Locke, el ciudadano es concebido en tanto individuo externo al Estado; la pertenencia se funda en un contrato mediante el cual el ciudadano apoya al Estado e intercambio por determinados servicios. El ideal aristotelico de la polis es ilusorio de cara a las exigencias de la politica moderna, pero expresa bien una demanda que tampoco la democracia moderna puede ignorar: la pertenencia a una comunidad. Hoy en dia, la busqueda de comunidad es mas y mas angustiante en la medida en que la fragmentacion de los espacios y tiempos diluye las identidades colectivas. El referente espacial deviene precario cuando las distancias geograficas se acortan, los espacios etnicos y culturales se entrecruza n y, simultaneamente, las distancias sociales se incrementan. Otra vivencia cotidiana es la disolucion de las continuidades temporales; el tiempo ya no dura. Las tradiciones heredadas, los valores consagrados, los sentidos de orden y las pautas de conducta, todo se halla en movimiento permanente y nada cristaliza en referentes durables, capaces de estructurar nuevos mapas cognitivos. En tal situacion, cuando el sentimiento de desamparo es mas apremiante que las promesas de liberacion, muchos prefieren refug iarse en certezas absolutas e identidades cerradas. A esta dialectica de la modernizacion, a la vez innovadora y disgregadora, ha de responder el nuevo concepto de Estado. Dicho en otras palabras: la reforma del Estado restaura una nocion actualizada de comunidad, o bien, nuestras sociedades reaccionaran mediante movimientos populistas y/o fundamentalistas. Me temo que la alternativa planteada no es una construccion academica. Octavio Paz ha senalado con razon que la democracia no esta amenazada por enemigos externos, sino por sus tensiones internas. Una de las tensiones mayores de la democracia en una sociedad secularizada es la tension entre lo relativo y lo absoluto o, usando los famosos terminos de Rousseau, entre la "voluntad de todos" y la "voluntad general". En el cuadro de esta tension irreducible, deviene crucial la pregunta: ¨como fundar una comunida d de ciudadanos en las condiciones actuales? Al hablar de las condiciones actuales estoy ampliando expresamente la problematica habitual de la teoria democratica. La cuestion del Estado democratico en tanto comunidad no se refiere solamente a la pluralidad de sujetos autonomos, sino tambien a la globalizacion de los mercados y los procesos productivos. Es decir, alude a la tension entre democracia y capitalismo o, para usar nuevamente una terminologia clasica, entre citoyen y bourgeois. Citando a Habermas, me refiero a la creciente dista ncia que se abre entre la integracion sistemica de economia y administracion a nivel supranacional y, por otra parte, una integracion politica que apenas se logra en el plano del Estado nacional. Solo en este contexto global visualizamos la encrucijada de nuestra epoca: una modernizacion sin modernidad. Pues bien, si a pesar de todos los fracasos e incertidumbres todavia creemos en la modernidad en la autodeterminacion colectiva entonces la lucha por un Estado democratico deviene una cuestion decis iva. La actualidad de la interpretacion comunitaria de la ciudadania no invalida empero la tradicion liberal. Generalmente ella destaca los derechos ciudadanos en tanto defensa en contra de la intervencion estatal. Esta interpretacion nunca encontro arraigo en America Latina, debido a la precariedad de la integracion social. Por eso, segun vimos, tambien fracasa el enfoque neoliberal. Dicho en terminos mas generales: no existe un fortalecimiento de la "sociedad civil" al margen del Estado. De hecho, la ofensiva antiestatista del neoliberalismo provoca un replanteamiento de la tradicion liberal. Estamos asistiendo a una "renovacion liberal" paralela a la renovacion del pensamiento socialista. Hoy en dia, el significado de la tradicion liberal radica, a mi entender, en la critica a las logicas autorreferenciales del sistema politico-estatal. Ella implica por sobre todo una critica al persistente clientelismo del Estado, al paternalismo tecnocratico y ritualismo burocratico, que desconocen y destruyen la creatividad social. Se cuestiona el enclaustramiento de la politica institucionalizada no para negar al Estado, sino para recuperar las experiencias cotidianas de los individuos. En este sentido, debieramos ver en la tradicion liberal un estimulante impulso a interrogarnos acerca de la relacion entre lo politico, esa materia prima generada en nuestro mundo de experiencias, y su expresion en las formas institucionales de la politica. Se abre asi otra perspectiva del Estado democratico que podemos elaborar mediante dos categorias fundamentales. Una categoria es lo publico en tanto ambito especifico, distinto a la esfera politica y la esfera estatal. El ambito publico es el lugar privilegiado de la deliberacion colectiva de los ciudadanos. Se ha criticado con razon la restriccion elitista de "lo publico" en las sociedades capitalistas. Ello no descarta empero la relevancia democratica de este espacio. Muchas de las decisiones de ma yor impacto sobre nuestra vida cotidiana (efectando el medio ambiente innovaciones tecnologicas o simplemente la programacion televisiva) son tomadas en el ambito privado, al margen del proceso politico institucionalizado. El ambito publico es la modalidad en que la procupacion ciudadana por el orden social puede introducir tales decisiones o temas en la agenda politica; o sea, actualizar lo politico en la politica. La otra categoria crucial es accountabiliry, es decir, el deber de responsabilizarse. Es a traves de las normas de responsabilidad que el ciudadano fiscaliza al Estado. Mientras que el ciudadano no tenga derecho de exigir y el gobernante no este obligado a rendir cuentas, no tenemos un Estado democratico. De hecho, varias de las democracias emergentes en la region pueden ser denominadas "democracias delegadas" (ODonnell), donde la debilidad de las instituciones representativas hace del presidente un "salvador de la nacion" y, en contropartida, degrada a los ciudadanos a una mayoria volatil, aclamando las promesas de redencion o rebelandose contra su fracaso miserable. La dificil consolidacion de la democracia tiene que ver con la precariedad de las instituciones representativas, pero seria ingenuo abordar la reforma del Estado solo en terminos institucionales. Hay un problema de cultura politica, habitualmente descuidado por la "ingenieria politica". En el fondo, esta en juego, de manera vaga y confusa, una redefinicion del ciudadano mediante el desplazamiento de los limites siempre fluidos entre lo politico y lo no-politico, entre lo privado y lo publico. En esta perspe ctiva, la reforma del Estado es, por sobre todo, tambien una "reforma del ciudadano". *DOCTOR EN CIENCIA POLITICA Y PROFESOR INVESTIGADOR EN FLACSO, SEDE MEXICO. sobre todo, tambien una "reforma del ciudadano". *DOCTOR EN CIENCIA POLITICA Y PROFESOR INVESTIGADOR EN FLAC .