SECCION ESPECTACULOS PAGINA 41 BALAZO: CONCIERTO CABEZA: Serrat, entre un hola y un adios CREDITO: LUIS ROBERTO SERDIO Es cierto: Serrat sale al escenario y todo se llena de magia. El publico lo aguarda devoto, deseoso de escuchar sus canciones, las palabras que arrojan viejas y nuevas certezas: el amor por los ninos, el sentido de la amistad, el orgullo de ser catalan, los pruritos ecologicos. Vestido de negro, con un traje tipo Mao, Serrat disfruta la compania de musicos excelentes y la complicidad de un publico ejemplar, ajeno a las estridencias y a los desplantes, distante de la histeria y entregado al inefable placer de escuchar los pregones que escarban hondo en la memoria o depositan nuevos motivos para prolongar una historia que se construye a golpe de versos, de imaginacion y talento. En el arranque de su primer -apoteosico- concierto en el Auditorio Nacional, Joan Manuel invita e incita a traves del ritmo perverso de una rumba: Arriba los corazones. Canta y baila, seduce y preludia una larga jornada cuyo saldo final sera la insatisfaccion, el incumplido deseo de fatigar un catalogo construido a lo largo de treinta anos y en el que siempre habra numerosas joyas guardadas en la caja de caudales. De buen humor, sonriente, agradecido, Serrat vuelve al sosiego luego de la rumbera incursion. Antes de proseguir en el camino bendito de la musica, expresa: "Muy buenas noches, bienvenidos todos a esta casa tan querida por nosotros; una casa que desde hace tantos anos nos acoge, nos recibe, y en la que tan a gusto nos sentimos. Esta noche, aparte de ser noche de estreno, es especial para mi porque tengo la suerte de contar entre ustedes a muy buenos amigos". Y con carino, con evidente satisfaccion pronuncia los nombres de sus camaradas, de sus companeros de ruta: Amaury Perez, Facundo Cabral, Alberto Cortez, Ricardo Miralles. A partir de ese momento, Serrat ira alternando viejas y nuevas canciones, construyendo un discurso que duele y conmueve, que regocija y subvierte. Cuenta la historia de un vampiro abstemio de sangre "que era la vergenza de los otros vampiros y las vampiresas"; transita por el desamor: "Cuantas volteretas vanas para llamar tu atencion, solo por decirte hola... y oirte decir adios"; se indigna ante la indigencia infantil: "Es bueno recordar que en el mundo hay mas de cien millones de ninos que viven en la calle. Que cada dia miles de ninos son secuestrados en los paises pobres para ser prostituidos o vendidos como piezas de recambio en las naciones del primer mundo". Y habla de Benito, y canta en catalan el viejo reclamo de quien mira como los rios ya no cantan y, previsor, aconseja guardar un poco de vida en la despensa... Un poco mas grueso por el paso de los anos, con el cabello ralo y la voz intacta, Joan Manuel colma la noche con sus canciones, con sus ideas y sus ideales. Con la memoria y el corazon se escuchan La fiesta, Penelope, Tu nombre me sabe a hierba, La saeta, Cantares. La gente acompana al juglar en su periplo y comparte con el la obviedad y la certeza: Nadie es perfecto... y por eso el concierto concluye pese al insistente reclamo que hace volver a Serrat tres, cuatro veces para cantar los fragmentos de un discurso amoroso. Joan Manuel Serrat: Nadie es perfecto Joan Manuel Serrat. Horacio Bernardino Icasto (piano y direccion musical), Guillermo Mc Gill Ferrari (bateria), Jorge Bonell (guitarras), Victoriano Merlo Jimenez (bajo electrico y contrabajo), Walter Fraza (percusion), Guayarmina Calvo Hernandez (teclados). Aforo: 10 mil personas. Auditorio Nacional. .