SEC. INF. GRAL. PAG. 10 CABEZA: SOCIALISMO LIBERAL Y MARXISMO ANALITICO (Cuarta y ultima parte) CREDITO: LUDOLFO PARAMIO* 3. Socialismo y socialismo liberal Tenemos asi una curiosa coincidencia historica: en el preciso momento en que el socialismo democratico debe admitir que su proyecto de sociedad justa solo puede definirse dentro de las reglas del mercado, una corriente de pensamiento neomarxista ha dinamitado las posibles razones de mala conciencia que para los socialistas supusiera la coexistencia de socialismo y mercado. Ahora el proyecto socialista debe valorarse por su eficacia real en incrementar el bienestar colectivo y corregir las desigualdades que el mercado crea o reproduce y que no son socialmente necesarias. El socialismo se basa en la aspiracion (moral) de construir una sociedad en la que basicamente todas las personas sean igualmente libres. O de otra forma: una sociedad en la que cada persona pueda elegir su propia vida y no este fatalmente condicionada por su nacimiento o por una desigual estructura de oportunidades, a una existencia en la que sus capacidades no puedan realizarse o sus necesidades fundamentales no se vean satisfechas. Para la mayor parte de la humanidad, hoy, el problema sigue siendo la satisfaccion de las necesidades mas elementales. En ese sentido vivimos aun en la prehistoria de la humanidad (en la vieja expresion de Marx), y quiza nunca haya tenido este termino tanta precision como en nuestra epoca, cuando tecnicamente contamos con medios para alimentar y ofrecer una decorosa esperanza de vida a todo ser humano, y, sin embargo, no somos aun capaces de organizarnos socialmente para permitir que estos recursos se apliq uen en beneficio de la mayoria. Peor todavia, solo aplicamos estos recursos a una minoria al precio de poner cada vez mas en peligro la existencia de la especie misma, creando graves desequilibrios ecologicos y derrochando buena parte de los recursos no renovables. Esta seria ya una razon muy buena para mantener la actualidad del proyecto socialista. Pero hay que subrayar el otro aspecto, aparentemente maximalista: no se trata solo de alcanzar la libertad de las necesidades inmediatas, sino de llegar a un mundo en el que las personas puedan elegir, segun su propia capacidad y gusto, el diseno de sus vidas. Esto no implica resucitar la idea anarquista de autopropiedad (10), sino reafirmar el derecho a la autorrealizacion como parte sustancial de la libertad mas obvia d e los seres humanos: una mujer no puede verse obligada, por ser mujer, a la condicion de ama de casa, el hijo de un obrero no puede estar condenado, por serlo, a ser a su vez trabajador manual (o parado). Se trata, por supuesto, de una vieja idea socialdemocrata: la igualdad de oportunidades como parte del proyecto socialista. El socialismo democratico, definido como proyecto de igualdad en la libertad, no tiene por que implicar la supresion del mercado, pero evidentemente si la correccion de las desigualdades que este produce, o reproduce, y que no son socialmente necesarias. Y es en este punto donde se diria que existen hoy posiciones diferenciadas dentro del socialismo democratico: el problema es determinar hasta donde definimos el espacio de lo publico, o, si se prefiere, hasta donde creemos que puede llegar el Estado en su p roposito de corregir las desigualdades sin disminuir la eficiencia del mercado como asignador de recursos. Como se senalaba al comienzo, la crisis de los anos 70 demostro que determinadas actuaciones publicas no aumentaban la eficiencia: se rompio el consenso keynesiano de la posguerra y el pendulo oscilo hacia el ultraliberalismo de Nozick y Hayek. Al cerrarse la decada conservadora de los 80, sin embargo, puede que el poco alentador balance de las gestiones economicas neoliberales este haciendo que el pendulo regrese hacia aquel abandonado consenso. Pero no existe acuerdo a priori sobre el equilibrio deseable en una larga serie de cuestiones. El Estado debe garantizar ciertos derechos sociales: pero puede hacerlo garantizando derechos minimos (en educacion, sanidad o ingreso) para las minorias mas desfavorecidas, o tratando de lograr un nivel alto y general de derechos. ¨La sanidad publica debe atender a quienes no pueden pagar un seguro medico privado o bien ofrecer cuidados sanitarios de calidad para todos? La pregunta se puede extender a todos los campos que definen el Estado de bienestar. El Estado debe intervenir en el mercado para corregir sus ineficiencias. Pero puede limitarse a garantizar la necesaria provision de bienes publicos o intervenir activamente para guiar o promover la inversion, utilizar el gasto publico unicamente para garantizar los servicios publicos y prestaciones sociales o darle ademas una funcion anticiclica, incrementando el gasto para fomentar la demanda solvente cuando esta cae. Incluso la definicion de bienes publicos es discutible: ¨deben limitarse a la seguridad (defensa y policia) y a la funcion judicial, o el Estado debe garantizar tambien las infraestructuras, el transporte, las comunicaciones, el agua y la energia? Las primeras posiciones, en cada una de estas cuestiones, son las mas proximas a la ortodoxia neoliberal de la pasada decada, pero dentro del socialismo democratico existen quienes las mantienen, aunque normalmente de una forma mas matizada. A estas posturas se las podria englobar bajo la etiqueta de liberalismo social, mientras que quienes ofrecen las segundas respuestas se podrian denominar socialistas liberales. Es importante subrayar que la diferencia entre ambas lineas, aunque tiene indudables connotac iones ideologicas, debe resolverse en la practica, y que en principio ambas pueden coexistir en un mismo proyecto politico. Comparten, de partida, la conviccion de que la accion publica es necesaria para corregir las ineficiencias del mercado, pero tambien la de que la supresion del mercado, o la excesiva reduccion de su ambito, crea aun mayores ineficiencias. Aunque entre los defensores del liberalismo social es mas frecuente la presentacion de sus ideas en terminos doctrinarios, no existen razones que les impidan el debate racional para la busqueda de un equilibrio optimo, en cada momento, entre mercado y Estado: el liberalism o social es ajeno, en principio, a la retorica de la intransigencia (Hirschman, 1991) que caracterizo al pensamiento neoconservador naciente. Por ello, cabe pensar que tambien dentro del liberalismo social tenga una influencia significativa el negativo balance de los gobiernos neoconservadores, con un progresivo acercamiento de sus posiciones hacia las del socialismo liberal que caracteriza hoy a la corriente principal de la socialdemocracia. Tambien en este punto es posible que sea la practica (politica y economica) la que decida el punto, o el area de encuentro de ambas corrientes, una vez que no hay razones doctrinarias que marquen divisorias insalvables entre ellas. Y en esa practica jugara un papel decisivo la necesidad de reconstruir las sociedades que el neoconservadurismo ha desmantelado, y la mayor o menor capacidad para hacerlo. * Dirigente del PSOE y director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (CSIC, Madrid) 10. Anarquista o libertaria en el sentido de Nozick: vease la critica de Cohen (1986). s Sociales Avanzados (CSIC, Madrid) 10. Anarquista o libertaria en el sentido de Nozick: vease la critica de Cohe .