SEC. INF.GRAL. PAG. 2 CABEZA: El saldo del sexenio CREDITO: GUSTAVO HIRALES M. hoy se abre para todas las fuerzas politicas del pais. Cada uno de estos temas exige un comentario. Pero estoy atrasado, y con esta entrega termino mis comentarios sobre el saldo del sexenio salinista. En mi articulo anterior analizaba el juicio del presidente Salinas sobre los hechos de violencia inaugurados el 1 de enero de 1994. Ahora dedico estas lineas a lo que seria el saldo general del sexenio, mas alla de coyunturas y calenturas. A mi ver, Carlos Salinas inicio su mandato en las peores condiciones politicas y economicas posibles. Si bien el sexenio delamadridista habia sido de ajuste y reestructuracion, los errores economicos, la poca sensibilidad social y el adverso entorno internacional habian precipitado una situacion nacional calamitosa y un ambiente politico cercano a la exasperacion. Si a esto agregamos el vuelo que adquirio una escision priista que al principio se quiso minimizar, y luego no se hallaba como parar en su cr escendo electoral, teniamos todos los ingredientes para un cambio radical de rumbo, o al menos para una ruptura en profundidad del tejido politico y social mexicano. Esto no se dio. Las elecciones del 6 de julio fueron traumaticas para el grupo gobernante, y esperanzadoras para un enorme sector de la poblacion, que se identificaba con la bandera del cambio politico de orientacion popular. Se suponia que con el torrente electoral del FDN se fundaba en Mexico una nueva oposicion capaz, en el mediano plazo, de desplazar al PRI de la direccion politica del pais, Carlos Salinas iniciaba su gobierno con el lastre de la ilegitimidad. Pero con un as oculto bajo la manga: un proyecto organico de reformas, un equipo gobernante cohesionado como "generacion del cambio", y claridad en cuanto a que cambiar, como hacerlo y con quien. La oposicion perredista, que se habia beneficiado del enorme descontento social y de la falta de expectativas, no supo que hacer con su herencia: la desperdicio en una tactica suicida: una sucesion de enfrentamientos politicos con el gobierno que llego a mucho, casi todo, a la creciente ingobernabilidad que, segun sus calculos, les entregaria el poder en las manos. Salinas, sin dejar de mantener a raya a sus adversarios usando a veces instrumentos poco ortodoxos, se dedico a otra cosa: reconstruir las bases de la economia nacional, reformar al Estado y refundar sus bases sociales de apoyo. Junto a las privatizaciones de empresas publicas aparecio el Programa Nacional de Solidaridad, que impulsaba una obra publica estrechamente vinculada a las necesidades de la gente, de las comunidades, y que al mismo tiempo era un instrumento de organizacion democratica de las mism as comunidades. En el PRI, Luis Donaldo Colosio libraba una lucha de grandes alcances por descorporativizar y democratizar al partido, con avances y retrocesos. Para las elecciones federales de 1991, era evidente que el presidente habia logrado no solo mantener la iniciativa politica, sino que se habia avanzado claramente en las areas economicas, saneando las finanzas publicas y recuperando el crecimiento. Los golpes a los feudos sindicales habian permitido recuperar el control en areas claves de la industria estatal y de la gestion publica, al tiempo que se desactivaban conflictos sindicales muy congestionados. La creacion de la Comision Nacional de Derechos Humanos era un claro indicio de que el gobierno queria depurar en serio los instrumentos de la procuracion de justicia, acotando en principio la proverbial impunidad de las policias. Solidaridad se habia convertido en la trinchera de un cambio profundo en la manera de actuar del Estado, de una nueva relacion con la sociedad, y en un febril laboratorio de nuevas formas de organizacion social y de nuevas relaciones entre el gobierno (en sus tres niveles) y las comunidades. El resultado electoral fue contundente. El PRI, que tres anos antes habia caido, presumiblemente, a menos del 50 por ciento de la votacion total (aunque oficialmente se le otorgo poco mas de ese porcentaje), en agosto de 1991 llego al 63 por ciento de los votos, en unas elecciones poco cuestionadas. Y todo mundo reconocia que el merito principal de este resultado le correspondia a Carlos Salinas. Era el momento de mayor fuerza y de mayor legitimidad de la figura presidencial y de su mandato. Algunos pensamos que esa era la coyuntura favorable para acometer, sin demasiados riesgos, dos grandes reformas pendientes: la reforma politico-electoral, y la reforma del PRI. Sin embargo, en el gobierno se impuso otro consenso: no que lo politico no era prioritario, esto es absurdo, sino que estos temas politicos no eran prioritarios. Se privilegio la idea de que, antes que la expresion plena y organizada de las fuerzas que la propia reforma habia hecho surgir o estimulado, era mas importante mantener la disciplina y el control. Se penso que, puesto que las oposiciones (sobre todo el PRD) habian salido debilitadas de la puja del 91, no era entonces tan urgente la reforma politico-electoral, que esta podia no tanto posponerse, sino graduarse al extremo, adelgazarse al minimo posible. El nombramiento de Patrocinio Gonzalez como secretario de Gobernacion era la senal mas clara de como se concebian en esos momentos, desde el centro del poder, las prioridades politicas; es decir, lo principal era el control, la contencion, disciplina. Entre las criticas exaltadas de que Salinas no quiso hacer ninguna reforma politica, y la propia argumentacion del presidente de que "los partidos" no llegaban a consensos, la verdad, me parece, es que el presidente Salinas no percibio la necesidad (cuyo caracter no solo era politico, coyuntural, sino hasta historico) de una profunda reforma politica que sacara a Mexico de su excepcionalidad historica, en cuanto a los parametros aceptados, en el mundo civilizado, de leyes y costumbres electorales. Y esto, junto con la timidez en el impulso a una reforma interna del PRI son, me parece, los saldos rojos politicos del sexenio. Esta fue la cuenta pendiente que se tuvo que empezar a pagar, sobre todo en terminos de imagen y opinion publica, a partir del 1 de enero de este ano. Pero el esfuerzo hecho durante seis anos por regenerar y encarrilar al Estado mexicano en un nuevo y mas promisorio rumbo, habia echado ciertamente raices. De modo que no eran suficientes los minigolpes de audacia militar, ni el sobredimensionamiento politico y publicitario de los mismos, para revertir una relacion de fuerzas cuyas bases no estaban ni estan en las notas periodisticas, ni en los noticieros de la tele, sino en la sociedad. Y esto es algo que no pueden entender quienes se desganitan sobre el supuesto neoliberalismo rampante del salinismo. El juicio sobre lo hecho en este sexenio, dijo Salinas el 1 de noviembre, es del pueblo de Mexico y de la historia. En cuanto a la opinion de la historia, no podemos saber, desde aqui, cual sera. En cuanto al veredicto del pueblo, tenemos algunos indicios, como los mas de 17 millones de votos que el electorado otorgo a Ernesto Zedillo y al PRI, after all. Pero incluso quienes niegan toda voluntad democratica al gobierno de Carlos Salinas, seria bueno que recordaran como eran las cosas con Miguel de l a Madrid, donde si bien no hubo represion generalizada, la actitud predominante hacia las oposiciones fue la indiferencia, el fraude o la tipica displicencia bartleana. Carlos Salinas establecio el dialogo y la concertacion como formas de trato politico que, igual que los avances electorales del 94, y el extraordinario resultado de las elecciones del 21 de agosto, ya son patrimonio democratico de los mexicanos. *Asesor del Secretario de Gobernacion. .