SEC. INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: Socialismo liberal y marxismo analitico CABEZA: LUDOLFO PARAMIO* * Diregente del PSOE y director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (CSIC, Madrid) SEGUNDA PARTE 2. Socialismo y marxismo analitico El punto de arranque fue una relectura de la teoria de la historia de Marx con los instrumentos de rigor y claridad propios de la filosofia analitica. Cohen (1978) recupero la mas duras tesis materialistas de la filosofia de Marx (determinacion de las relaciones de propiedad y de las formas politicas por el desarrollo de las fuerzas productivas), justificandolas en terminos de enunciados legaliformes basados en una explicacion de tipo funcional: un fenomeno social se puede explicar por sus efectos positivos sobre el resto de la estructura social, y no solo por el conjunto de causas que le han dado origen. A la luz de lo que ha sido la evolucion posterior del marxismo analitico, Cohen ha sido criticado por dos razones: recurrir a un tipo de explicacion que a menudo puede enmascarar falsas correlaciones, y mantener una perspectiva holista por oposicion a un individualismo metodologico radical (Elster, 1982). Sin embargo, el propio autor de estas criticas reconocio que la obra de Cohen habia sido como "una revelacion" que impulso decisivamente su propio trabajo (Elster, 1985: XIV). La posicion metodologica de Cohen es bastante defendible en su propio nivel de analisis (Van Parijs, 1982; Paramio, 1988 y 1992). Pero lo cierto es que la corriente que hoy llamamos normalmente "marxismo analitico" ha adoptado de forma casi universal el individualismo metodologico exigido por Elster, hasta el punto de poderse afirmar que su nombre mas adecuado seria el de "marxismo de la eleccion racional" (Carling, 1986), en cuanto combinacion de la problematica marxiana clasica con las exigencias de la te oria de la eleccion racional: explicacion de los hechos sociales por la actuacion racional de individuos que pretenden maximizar la satisfaccion de sus intereses (definidos mediante una funcion de utilidad con argumentos cuantificables y homogeneos). Esta linea de trabajo, a su vez, ha ofrecido resultados discutibles. El individualismo metodologico radical, como cualquier programa reduccionista, encuentra serios problemas para explicar fenomenos complejos. El propio Elster ha evolucionado en su obra reciente hasta el redescubrimiento de las normas sociales, sin tratar de remitirlas a la estructura social (Elster, 1989), pese a que se puede intentar explicar las normas sociales como cristalizacion de estrategias dominantes, que se imponen en los j uegos iterados (superjuegos) como soluciones optimas para eludir el dilema del prisionero creando condiciones para la cooperacion (Axelrod, 1986). Sin embargo, el individualismo metodologico ha supuesto una verdadera revolucion en la teoria de la explotacion y de las clases sociales. Su mayor exponente es sin duda la obra de John Roemer (1982), que ha provocado una amplia polemica y una profunda renovacion de la linea de trabajo de E.O. Wright (Wright, 1985; Roemer, 1986; Wright, 1989). El hecho es mas notable si se tiene en cuenta que, frente al tono deliberadamente abastracto de Roemer, Wright siempre ha pretendido formular una teoria de las clases empiricamente operativa, y que ademas ha mostrado marcadas reticencias frente al individualismo metodologico mas radical (Levine, Sober y Wright, 1987). Quiza lo mas paradojico de la obra de Roemer sea que fue concebida inicialmente como un intento de explicar la inevitabilidad de la explotacion en una sociedad socialista, y de introducitr una nocion de explotacion socialmente necesaria que permitiera a la vez explicar y justificar las desigualdades de estatus (la explotacion vinculada a los privilegios politicos), y la explotacion socialista propiamente dicha, que seria resultado de la desigual distribucion de las cualificaciones o capacidades profe sionales de las personas. Este proposito es paradojico, visto con la perspectiva de una decada, ante todo porque su objetivo esta desapareciendo vertiginosamente ante nuestros ojos: el socialismo cuyas inevitables formas de explotacion trataba de comprender Roemer ha dejado de exitir entre 1989 y 1991 en todo el bloque sovietico. Pero hay una paradoja adicional en el hecho de que, tras el colapso del comunismo, la propia teoria de Roemer puede utilizarse para argumentar que es pensable una reforma del capitalismo para que en el solo exista la explotacion que Roemer define como socialista, y que, en la medida en que seria socialmente necesaria en un momento dado de la historia, resultaria utopico pretender eliminar (Roemer, 1982: 22). El analisis de Roemer parte de la existencia de formas de explotacion basadas en la coersion (la explotacion del esclavo o la del siervo en el feudalismo), para definir la ambicion de la teoria marxiana de la explotacion capitalista: comprender como una persona puede ser explotada cuando intercambia libremente y sin coercion su fuerza de trabajo por un salario. La ambicion de Roemer seria comprender como puede existir explotacion en sociedades en las que ha sido suprimida la propiedad privada de los medios de produccion que, segun Marx, es la raiz de la explotacion capitalista. Roemer trata de elaborar entonces una teoria general de la explotacion y de las clases, en la que la explotacion feudal y la explotacion "marxiana" aparezca como casos particulares: como marco analitico toma la teoria de juegos, y define como explotacion una situacion en la que dos coaliciones, S y S, participan en un juego (modo de produccion, en la terminologia marxiana), en el que (1) existe una alternativa, hipoteticamente factible (no se especifica que se entiende por factible), en la qu e la coalicion S mejoraria su situacion presente; (2) en el marco de esa alternativa la coalicion S se encontraria en una situacion peor; (3) S mantiene una relacion de denominacion sobre S (Roemer, 1982: 194-195). La condicion (3) se introduce para evita contraejemplos embarazosos (bizarres) en el marco de la teoria, pero no se define que se entiende por relacion de dominacion, fuera de apuntar que implica, al menos, que S impide la cristalizacion de la alternativa en la que S no seria explotada, es decir, que si el juego (hipoteticamente) explotador se mantiene es porque S puede impedir que S lo abandone. Las tres condiciones, en todo caso, responden bastante a la idea intuitiva de explotacion. El razonamiento de Roemer es formalmente impecable, partiendo de definr el juego alternativo por una funcion caracteristica segun la cual a la coalicion S le corresponderia mas de lo que recibe de hecho, y mostrando que esta funcion tiene un nucleo no nulo, es decir que existe una distribucion posible en la que ningun agente o coalicion resultarian explotados. A continuacion de lo cual pasa a mostrar que la explotacion feudal era eliminable en un juego capitalista, y que la explotacion capital ista es eliminable en un juego socialista. El objetivo final es sin embargo mostrar que en el juego socialista subsisten formas de explotacion: la explotacion de estatus (los privilegios de la burocracia politica) y la explotacion propiamente socialista, resultante de la superior remuneracion del trabajo mas cualificado. Pero Roemer no se plantea el problema de fondo: saber si su juego socialista funciona tal y como el formalismo preve. Ante esta exigencia, en estos momentos, cabe temer que la argumentacion de Roemer resulte muy fragil en lo que se refiere a la comparacion socialismo/capitalismo. La identificacion entre socialismo real y socialismo, que Roemer toma como punto de partida, supone que, a la vista del muy catastrofico colapso del socialismo real (del comunismo) en los ultimos anos 80, no se podria decir que la clase trabajadora de los paises capitalista desarrollados hubiera estado explotada, en terminos de la teoria de Reomer, ya que su situacion no es, en el momento del derrumbe del socialismo real, peor que la de los trabajadores que vivieron bajo este juego alternativo . Esto implicaria admitir que el socialismo, entendido como propiedad estatal de los medios de produccion, no es una alternativa factible respecto a la cual definir la explotacion "marxiana" como superable. Pero esto implicaria que la explotacion marxiana deberia tomarse entonces como socialmente necesaria: lo notable es que Roemer no parece haber considerado preciso hasta el presente un replanteamiento de su teoria a la vista de los malos resultados del juego socialista (definido, insisto, por la propiedad estatal de los medios de produccion). Se trata claramente de una cuestion de facto: bajo condiciones de propiedad estatal de los medios de produccion la coalicion S no esta en mejores c ondiciones de lo que estaria si estos fueran de propiedad privada para niveles analogos de tecnologia (de desarrollo de las fuerzas productivas). Y, pasada una primera fase de industrializacion pesada, la propiedad estatal es un obstaculo para el ritmo de innovacion, por lo que la distancia en niveles de bienestar aumenta en perjuicio de la coalicion S bajo el socialismo real. Partiendo de esta situacion resulta claro que la conveniencia de la estatalizacion de los medios de produccion y de la supresion del mercado no puede justificarse en terminos del bienestar alcanzable por la coalicion explotada: por tanto solo puede argumentarse a su favor si se sostiene que el propio intercambio de fuerza de trabajo por un salario es esencialmente perverso, mas alla de los niveles de bienestar a los que pueda conducir. Ese era el razonamiento de Marx, y por ello Roemer ha sido criticado, co n buen fundamento, por demoler la linea central de la teoria marxiana de la explotacion al sostener que esta no es consecuencia del mercado de trabajo, sino de cualquier distribucion desigual de recursos (Kieve, 1986; Wood, 1989). Este punto exige un examen detallado, por la importancia de sus consecuencias y para explicar las razones por las que Roemer, siguiendo las propias exigencias de coherencia de su teoria, se ve obligado a llegar a esta conclusion. Para analizar la explotacion (marxiana) que podemos definir como caracteristica del capitalismo, Roemer parte de la existencia de un mercado de trabajo, en la mas clasica linea de Marx, y concluye que explotados y explotadores son aquellos que trabajan, respectivamente, mas y menos del tiempo de trabajo socialmente necesario. Roemer introduce entonces su principio de correspondencia explotacion-clase (PCEC), para llegar a la conclusion de que a cada posicion de clase (a cada posicion en el mercado de trabajo) corresponde una situacion social de explotador o de explotado. Incluyendo el trabajo por cuenta propia, y mediante una sencilla combinatoria, se obtienen cinco posiciones de clase, correspondiente a las estrategias que los agentes, en funcion de los recursos con que inicialmente cuentan, introducen para optimizar sus ingresos. El PCEC muestra (mediante la combinacion de dos teoremas), que quienes optimizan sus ingresos vendiendo su fuerza de trabajo son explotados, mientras que quienes lo hacen comprando fuerza de trabajo son explotadores (Roemer, 1982: 78-82). Se diria que es excesivo el laborioso trabajo formal realizado para llegar a una conclusion tan tradicional. Pero Roemer solo reconstruye la teoria clasica para mostrar que se trata de un caso particular de una situacion mas general: introduce a continuacion un mercado de credito (sin mercado de trabajo), y con un teorema del isomorfismo muestra que la desigualdad de recursos en este mercado conduce a la misma estructura de clase que la desigualdad de recursos en el mercado de trabajo/capital. Hasta aqui Roemer ha considerado economias de subsistencia (sin acumulacion). El paso siguiente es considerar economias con acumulacion, y, para mayor autoexigencia, con modelos de produccion mas generales que el modelo input-output de Leontief, por ejemplo para una tecnologia de Von Neuman como la utilizada por Morishima (1977), con presencia de capital fijo, produccion conjunta, sustitucion entre factores, etc. Ahora bien, el proposito de Roemer no es solo demostrar que se puede hablar de explotacion en l os casos de produccion con una tecnologia general, sino conservar el principio de correspondencia explotacion-clase, que a estas alturas, segun confesion del propio Roemer, se ha convertido de un teorema en un postulado, o mejor en un principio-guia de su teoria (3). Roemer consigue elaborar una definicion del trabajo incorporado a una mercancia que supera algunas dificultades de la definicion de Morishima, pero llega a una conclusion paradojica: esta definicion del valor en terminos de trabajo incorporado, capaz de conservar el principio de correspondencia explotacion-clase en el caso de una tecnologia general, hace depender los valores de los precios, y por tanto tambien el valor del trabajo, lejos de ser una variable independiente, debe depender de la estructu ra de los precios de mercado. No es una conclusion nueva para quienes esten familiarizados con la economia politica neorricardiana (Sraffa, 1966; Steedman, 1977), pero aqui se llega a ella por una exigencia de coherencia interna de la propia teoria de la explotacion. Dando un paso mas, y suponiendo que dentro de la desigualdad de recursos debe introducirse la posibilidad de una distribucion desigual de la propia capacidad de trabajo, Roemer encuentra ya imprescindible abandonar la teoria marxiana del valor-trabajo a fin de eludir anomalias que privarian de todo sentido intuitivo a su teoria de la explotacion (por ejemplo, personas que venden su fuerza de trabajo y son explotadas, pero mantienen niveles de bienestar superiores a los de personas que compran fuerza de trab ajo y son formalmente explotadoras). Frente a las limitaciones de coherencia formal de la teoria del valor-trabajo, Roemer presenta entonces su teoria general de la explotacion, en terminos de la teoria de juegos. Para responder a las previsibles criticas de los marxistas fundamentalistas lanza un puente conciliador, por un lado, afirmando que la teoria de Marx cumple un papel al focalizar el problema sobre el antagonismo de clase (Roemer, 1982: 287), y por otro anade dos argumentos ofensivos de largo alcance. El primero es que la teori a de Marx contendria presupuestos implicitos (el antagonismo de clase) y no podria ser presentada como una teoria objetiva de la explotacion, a diferencia de la nueva teoria general. El segundo es mas demoledor, a la vez que mas evidente. Una vez que se toma una mercancia como medida del valor, es inevitable que, para toda tecnologia que produzca excedente, cada unidad de esa mercancia incorpore un valor inferior al de una unidad de valor de esa mercancia. Dicho en un lenguaje mas comprensible: si tomamos el trabajo como medida de valor, el salario sera forzosamente inferior al producto del trabajo para que se produzca excedente, pero si tomamos el maiz com medida de valor tambien sera forzoso que el excedente sea resultado de la explotacion del maiz en terminos de valor, de que para producir un kilo de maiz se precise menos de un kilo de simiente. En este sentido, Roemer desmantela la teoria marxiana de la explotacion al mostrar que una teoria objetiva de la explotacion capitalista no puede asentarse en el mismo hecho del intercambio de trabajo por un salario, sino en la desigual distribucion del producto. Para Roemer esto no es importante, en la medida en que fundamenta en terminos de distribucion injusta la existencia de explotacion en el capitalismo, al tomar como referencia la distribucion mas justa que permitiria el socialismo como al ternativa; pero su razonamiento se viene abajo cuando se advierte que en el socialismo real, mas alla de la existencia de sus explotaciones "socialista" y de estatus, el bienestar global de la coalicion explotada es inferior al bienestar de la coalicion explotada en el juego capitalista. (3) En el sentido de Moulines (1982: 89). tada es inferior al bienestar de la coalicion explotada en el juego capitalista. (3) En el sentido de Mouli .