SEC. INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: El legado del dialogo y la negociacion CREDITO: JACQUELINE PESCHARD* En efecto, en la concepcion misma de las tres grandes lineas de accion gubernamental con las que Salinas se comprometio al inicio de su mandato, la idea del dialogo y la negociacion estuvieron presentes, de ahi que dichas propuestas se definieran como acuerdos para el crecimiento, para la justicia y para la democracia. Para enfrentar la crisis economica, se firmaron los diversos pactos para la productividad, el crecimiento y la estabilidad; para edificar marcos aceptables para la realizacion de procesos electorales, se recurrio a los acuerdos entre partidos politicos y el gobierno, tambien se utilizo la via de la negociacion para solucionar los conflictos postelectorales; como respuesta al levantamiento armado en Chiapas, el gobierno aposto a la via politica, lo cual como senalo el presidente, no ha sido el recurso usual para encarar insurrecciones ni en nuestro pais ni en otras latitudes. Aunque este metodo rindio frutos porque se pudo impulsar el proyecto economico y un mejor entendimiento entre las fuerzas politicas, los eventos traumaticos del ultimo ano y la persistencia, tanto de malas condiciones de vida para una proporcion mayoritaria de la poblacion mexicana, como de hondas desigualdades sociales, obliga a reflexionar sobre los alcances de dicho mecanismo de actuacion gubernamental. El dialogo y la negociacion son rasgos intrinsecos de la politica. Por este medio, se pueden dirimir las controversias, resolver los enfrentamientos, dar cauce a las divergencias de manera pacifica, y a traves del reconocimiento mutuo de los diferentes actores y sujetos politicos. Es un modo civilizado de accion politica, pero ademas es el unico que permite reconocer y reservar un espacio para la pluralidad de los intereses y actores sociales que es caracteristico de las sociedades modernas. Dicho de otra manera, es condicion necesaria para avanzar en la construccion democratica de una sociedad. Si bien la via de la negociacion y el dialogo es de entrada positiva, para que estos sean mecanismos viables de accion y relacion politicas, es indispensable que cada una de las partes involucradas acepte que ello implica hacer concesiones para obtener beneficios mutuos, es decir, que asuma las consecuencias de los compromisos que se adoptan por estas vias. Por otra parte, para que este modo politico contribuya a la edificacion de una nueva institucionalidad politica en nuestro pais, vale decir, para que no sea una formula para reforzar viejos esquemas patrimonialistas y centralistas del quehacer politico, es indispensable que cumpla con ciertos requisitos. Dicho de otra manera, para que la negociacion no solamente resuelva problemas inmediatos, sino que tenga efectos positivos a mediano y largo plazos, debe antes que nada cenirse al marco legal y promover la flexibilizacion y descentralizacion de los procesos de toma de decisiones. La negociacion es el rechazo a la confrontacion abierta que lleva al aniquilamiento del otro, pero no puede aplicarse a cualquier costo, tiene un limite muy claro que es el del marco normativo, es decir, todo se puede someter a negociacion siempre que no implique darle la vuelta o hacer caso omiso de la prescripcion legal. Las concertaciones que se realizaron para evitar el enfrentamiento postelectoral en San Luis Potosi y Guanajuato en 1991, en Michoacan en 1992, o en Merida en 1993, frenaron el enfrentamiento, pero minaron a las instituciones politicas (organos electorales y Congresos locales calificadores). Ademas, estas negociaciones estuvieron fincadas en el predominio claro del centro sobre las regiones, en la medida que no fueron problemas cuya resolucion quedara dentro de las fronteras de la entidad o localidad respectiva. Fueron las razones de la politica federal las que se impusieron sobre la logica regional; fueron disposiciones presidenciales que se acataron con base en los ejes autoritarios tradicionales de la politica mexicana; fueron acuerdos entre cupulas politicas que dejaron una sensacion de imposicion entre las filas de los partidos politicos involucrados en los diferentes casos. La negociacion a ultranza puede anular las bondades de este tipo de mecanismo de accion politica. En primer lugar, puede desgastar los propios canales para la negociacion en la medida que no estan claramente acotados, sino que dependen de la especifica correlacion de fuerzas, es decir, de circunstancias politicas. Los margenes de maniobra politica de la presidencia le permitieron orientar la politica por esas vias, pero ello lejos de redundar en el fortalecimiento de la capacidad de convocatoria del gobierno, lo desgasto por la verticalidad que conllevaban. Ello explica la utilizacion del termino peyorativo de "concertacesion", pero tambien el rechazo claro de parte de las filas regionales y locales tanto del PRI como del PAN. La revancha de estos grupos agraviados ya se evidencio en el proceso de seleccion del candidato panista a la gubernatura de Jalisco, en el que se voto en contra de una figura honorable como la de Jimenez Remus por el hecho de estar alentada desde la direccion nacional del partido. No obstante, las directivas nacionales tanto del PAN como del PRD siguen chantajeando al gobierno con ella. La propia continuacion de la tregua en Chiapas se ha hecho depender de la renuncia del candidato triunfante a la gubernatura, sin que se pueda probar su ilegitimidad. Basta voltear los ojos dos decadas atras para constatar que el dialogo y la negociacion no eran verbos que conjugaran cotidianamente los gobiernos priistas para encarar los conflictos sociales. Esperemos que estos sean una herencia duradera, es decir, que se instauren como referentes permanentes de los futuros gobiernos, que dejen de ser producto de un estilo personal de gobernar para institucionalizarse. *Investigadora de El Colegio de Mexico .