SECCION ESPECTACULOS PAG. 54 BALAZO: ACERCARSE A LOS CLASICOS CABEZA: Anacreonte, dias de vino, rosas y dolor CREDITO: MARTIN RODRIGUEZ ROJO Como es el caso de todos los poetas liricos griegos arcaicos, de Anacreonte subsisten solo fragmentos de su obra y algunas referencias de su vida proporcionadas por diversos autores, entre ellos Maximo de Tiro, Herodoto, Estrabon y Valerio Maximo. Nacido en Teos, ciudad de Jonia (Turquia), mas o menos en el 572 a.C., Anacreonte fue muy estimado en la antigedad. Gozo en vida el privilegio de ser representado con su lira en la ceramica de Atenas, en donde tambien, en la Acropolis, se le erigio un busto, como lo atestiguo Pausanias. Se sabe que el poeta, a quien Platon llama sabio (Fedro 235b), en su estadia en Atenas conocio a los citaredos Simonides y Laso; a Jantipo, padre de Pericles, el estadista y general; y pretendio al joven Critias, antepasado de otro Critias, tio de Platon. Entre sus admiradores figuraron asimismo los eruditos alejandrinos. Dos de ellos, Aristofanes y Aristarco, en el 300-200 a.C., editaron su obra en seis libros. Contribuyeron igualmente a su difusion en la cultura griega los estudios criticos de Cameleonte y Zenodoto, quienes de seguro (no se conservan sus textos) encontraron que Anacreonte era de alguna forma el continuador de la escuela de citaredos lesbios que habian creado la poesia melica en los siglos VII y VI (Safo y Alceo, los mas conspicuos), y hall aron ecos de la escuela poetica de Locros, impulsora de la erotica (cf. Estesicoro). Con estas y otras influencias el bardo de Teos desarrollo un nuevo tipo de cancion en la que destaca la limpieza de sus versos, la expresion sincera, no rebuscada; imagenes brillantes y metaforas renovadas. Su estilo tuvo muchisimos imitadores en varias epocas, desde el 300 a.C. hasta el periodo bizantino. Tales piezas anonimas, algunas magistrales, son llamadas anacreonticas y eran confundidas con las del aedo aun en tiempos de Francisco de Quevedo, que en 1609 las tradujo. (Aqui en Mexico esas composicion es estuvieron de moda entre los poetas de la centuria pasada.) La existencia de Anacreonte transcurrio a la par de un periodo de crisis provocado por la gradual expansion a Occidente del imperio persa instrumentado por Ciro, quien en el 546 ocupo Jonia. Uno de sus subalternos, Harpago, sitio Teos y nuestro poeta, junto con la poblacion, emigro a Abdera, colonia griega en Tracia. Poco despues salio de ahi para recorrer Grecia y parte de Asia Menor, subsistiendo como trovador, hasta que fue llamado por Policrates, tirano de Samos. En esa corte, en la que lo sustituyo Ibi co de Regio, Anacreonte amenizo con sus cantos las fiestas y ensalzo a Policrates y sus efebos. Asi, comenzaron a surgir lo que mas tarde serian sus temas caracteristicos: el amor, el erotismo, el vino y la embriaguez, tratados con humorismo, equivocos maliciosos e ironia. Los retazos que quedan de su obra son declaraciones de amor y de deseo carnal, invitaciones a beber y lamentaciones por la juventud perdida. De su estancia en Samos se conocen algunos versos dirigidos a los jovencitos de los que, siguiendo una moda importada de Esparta, se rodeaba Policrates y a los cuales Anacreonte, a su vez, queria atraerse (A Cleobulo yo amo,/ por Cleobulo enloquezco,/ de Cleobulo ando prendado.). Sus palabras no son mera retorica, todo lo siente, y se apasiona, acaso sin darse cuenta, pues es capaz de insultar (Oh Smerdis, tres veces barrido...), pero tambien de seducir (Odio a todos los que tienen maneras sombrias y duras, pero se que tu, Magistes, eres de los benignos...). Las mujeres no quedan excluidas de su libido; sus miras estan puestas en las cortesanas y flautistas que, como el, son parte del entretenimiento de los nobles. En este poema le habla a una muchacha tracia inexperta en amores: Potrilla tracia, špor que me miras/ de reojo y sin piedad me huyes,/ y piensas que no se nada sabio?/ Ten por seguro que a ti muy bien/ yo podria echarte el freno,/ y con las riendas en la mano/ dar vuelta a las lindes del estadio./ Pero ahora paces en los prados/ y juegas con agiles cabriolas/ porque no tienes un jinete/ experto en la doma de yeguas. En el 522 Policrates fue enganado y sacrificado por el satrapa Oretes; nuevamente Anacreonte huyo del poderio persa. Cuenta Platon (Hiparco 228b) que otro tirano, Hiparco de Atenas, envio una galera para recoger al vate. En su nuevo hogar se desempena como simposiarca, esto es, dirige las conversaciones, pone tasa a la bebida, establece la etiqueta y ademas canta sus poemas llamando a celebrar: Venga ya, traenos, muchacho,/ la copa que de un trago/ la apuro. Echale diez cazos/ de agua y cinco de vino,/ para que sin excesos otra vez celebre la fiesta de Baco./ Vamos, de nuevo, sin tanto/ estrepito ni griterio, ahora/ practiquemos el beber con vino,/ no al modo escita, sino brindando/ al compas de hermosos himnos. Y continua jugando a enamorarse: Oh nino de mirar de doncella,/ te persigo, y tu no me escuchas,/ ignorando que de mi alma/ tu conduces las riendas. Pero el poeta envejece y empieza a sufrir rechazos (Eros, que al ver que mi barba encanece,/ entre brisas de sus alas de reflejos de oro/ me pasa de largo volando.). Una fellatrix, por ejemplo, le niega sus servicios al ver su cano vello pubico (Otra vez Eros de cabellos de oro me alcanza con su pelota purpurea y me invita a jugar con una muchacha de sandalias multicolores. Pero ella, como es de la bella isla de Lesbos, desprecia mis cabellos porque son blancos y abre su boca en busca de otros.). Cuando Hiparco fue asesinado, en 514, Anacreonte se traslado a Tesalia, luego a Abdera y llego a su ciudad natal, donde tal vez escribio estos versos: Canosas tengo ya las sienes/ blanquecina la cabeza,/ paso ya la juventud graciosa,/ y tengo los dientes viejos;/ del dulce vivir el tiempo/ que me queda ya no es mucho./ Por eso sollozo a menudo,/ estoy temeroso del Tartaro./ Pues es espantoso el abismo/ del Hades, y amargo el camino/ de bajada... Seguro ademas/ que el que ha descendido no vuelve. La leyenda de su muerte dice mucho de la opinion que tenian de Anacreonte los griegos: Valerio Maximo (IX, 12.8) publico que fallecio atragantado por un racimo de uvas a los 85 anos de edad. .