SECCION ESPECTACULOS PAGINA 45 BALAZO: ES SOLO ROCK, PERO ME ENFERMA CABEZA: Una vez fan... siempre fan CREDITO: XAVIER VELASCO Miente quien dice que jamas fue fan. Es mas: miente tambien quien afirma que ha dejado de serlo. La unica diferencia entre los que corren tras la estrella y los que permanecen camuflados por una falsisima indiferencia estriba en la forma de apostolado que cada quien eligio profesar. Como el amor y las demas obsesiones tragicas, la condicion de fan puede ser ejercida de manera publica o anonima , silente o estridente, mesurada o desatada, laica o religiosa, pero en todos los casos devota e inevitable. No lo ocultemos mas, mis cuates: somos fans, ¨y que? Ahora que, lo que sea de cada quien, hay de fans a fans. Echemos ojo impertinente a ocho especies conocidas: 1. Fan litigante. Es la clase de fan que, por el hecho de serlo, considera tener mas derecho que los otros a estar cerca de su estrella. "Se habra balconeado mas, pero no es mas fan que yo", piensan sus rivales acerca de este fan discolo que sufre los mismos males de esos enamorados que todo lo esperan, en la certidumbre de que todo lo merecen. Por eso el fan litigante se pasa los conciertos gritoneandose con los empleados de seguridad. 2. Fan renacentista. Mientras la mayoria pide cuanto puede a la estrella, el fan renacentista da, da y da. De ahi que se pase los dias y los meses confeccionando esas obras maestras de la artesania contemporanea que muy probablemente acaben adornando la casa de la estrella, el escritorio de su managero o cualquiera de esos espacios donde la estrella respira su Oxigeno Divino. El fan renacentista de nada se olvida. De ahi que, para la estrella, se vuelva el mas recordado de los fans (despues de las groupies, of course). 3. Fan de boligrafo. Cuidado: este fan es capaz de todo por un autografo de la estrella. Vive al tanto de sus actividades, se desmanana o se desvela cuanto sea necesario y con frecuencia es reconocido por esos empleados del aeropuerto que lo han visto hacer infinitas guardias en el area de las llegadas internacionales, asi la estrella venga de San Luis Potosi. Es el que termina prestando su pluma para los demas autografos. 4. Fan estrella. Se trata, sin duda, de un ser envidiado. Como presidente del club, secre de la banda o periodista con chico gafetote colgando, este fan responde gustoso a todas las preguntas de sus amigos en torno a las miticas visiones que disfruta en el backstage, por los camerinos o, supremo privilegio, en el estudio donde se graba el disco. Cuando sabe bien su cuento, el fan estrella condimenta sus relatos con cuanto mito se le ocurre, callando invariablemente los detalles prosaico s -o sea, casi todos- de la estrella. 5. Estrella fan. Quienes, siendo estrellas, son tambien fans de otras estrellas, suelen hacerlo con una discrecion que raya en la mustiedad. Asi cuando finalmente conocen al musico que tanto se fusilaron cuando estaban en la secundaria, ofrecen su reino con tal de recibir de el ese ansiado trato de colega, sin cuya complicidad no quisieran seguir viviendo. Es en ratos como este cuando al estrella fan mas le urge la cercania de sus fans. 6. Fan Terminator. 100% irreductible. A prueba de empujones, macanazos, gases y fortalezas. Se sube a los escenarios, se brinca de los palcos, se clava en las habitaciones de los hoteles, se consigue las llaves de la casa de la estrella; nada lo detiene. Su tenacidad es tal que, con el tiempo, hasta los empleados de seguridad le agarran carinito. Lo cual no deja de ser comprensible: si no fuera por las fans de raza Terminator, la mayoria de los security boys andarian con El Aviso O portuno en la mano. 7. Fan de closet. Ay, si tan solo se atrevieran a comprar aquel poster! Lo han visto madrecientas veces y siguen haciendose los mueganos cada vez que el marchante les ofrece un buen precio. Te juro por Morrisey que yo no soy fan de nadie!, balbucean indignados a medio tapete. En numerosos casos, su problema no es en si el de ser fan, sino el de seguir los pasos de una estrella ilicita en su circulo social -mismo que puede llegar a ser tan intolerante como el de los rockeros ortodoxos- . Su amigo y humilde narrador, por ejemplo, reconoce que su vulcanizadora predilecta no es la mas barata, ni la mas eficiente, ni la mas proxima, sino una cuyas paredes se hallan tapizadas de posters de Lucerito. Los mismitos que el jamas colgara en su cuarto. 8. Fan de habito. El fetichismo y el exhibicionismo no son perversiones ajenas a este sujeto que podra no conseguir boleto para el concierto, pero ni con chochos se va sin camiseta. (Los mas clavados compran dos: una para ponersela y otra para coleccionarla.) Cuando pide un autografo, no se anda con cuadernitos: quiere que le firmen la ropa, en la certeza de que asi, en adelante, todo el mundo lo reconocera por las calles como testigo de su mas amado evangelio. Una camisa rayoneada por la estrella es la sotana que basta para acreditarlo como el sacerdote de los fans. .