seccion inf. gral. guia: mem Pag. 14-1a. balazo: MEMORIA DEL MUNDO cabeza: Viaje emocional hacia Fellini, "caro fratello mio" que dice Mastroianni credito: Juan Maria Alponte Marcello Mastroianni lo dice de manera inimitable, a la vez honda y admirablemente sentida, lejana como el aire encendido por el rayo y cercana como la memoria del fuego en la conciencia. Lo dice solo asi: "Caro Federico, fratello mio". Suena ese latido en la voz, en la vida, como existencia plena, concreta, material, faunica. La voz del actor italiano conmueve: "Querido Federico, hermano mio". Pienso, al traducir esas palabras, que se pierde una gran parte de su musica interior. Los idiomas no son traducibles. Salvo si ese "acto", si esa violacion mediatica, se realiza con una extrema humildad, con una extrema modestia. Los ninos, que inventan su propio idioma, y le dan vuelta y lo vuelven del reves, y lo invierten en el juego inverosimil de los trabalenguas, lo saben. Por eso los ninos no "aprenden" otro idoma: lo viven. Federico Fellini, antes que cineasta, director e inventor de imagenes -"adorabile bugiardo", adorable embustero, dice de el Beniamino Placido en La Repubblica- era un imaginador de palabras. El italiano discurria en el, sin mas, como el trueno y la flauta. Se encendia y apagaba para rebrotar con rescoldos inesperados: aureos. Le recuerdo, aun, tal como si en este mismo dia fuera, a la puerta de su casa. Cansado, fatigado, colerico, burlon, exaltado, barroco, atropellante, amistoso, fraterno. Todo al tiempo. Desde la sala grande de su casa a la calle, llena de sol, donde el sentia, acaso, el universo. Decia, inimitable: -"Andiamo a Roma..." Roma, el andar por Roma era para Fellini, el Fellini nino, una especie de inmersion en la biologia y la veracidad. Le proporcionaba su propia identidad que, en el fondo, buscaria, anhelante, hasta el final de su vida. --"¨Los adultos? ¨Existen los adultos? ¨Tu conoces alguno?". Esa burla, ese don gratuito de lo imaginativo como presuncion, a veces dramatica, de lo posible. Se sabia nino grande, gordo. Aquella manana de sol avido, con buen humor despues del incendio, me interrogaba sobre la India. Le interesaba, a ese "romano" igneo, desmesurado, el mundo oriental. Me preguntaba sobre el yoga que yo le dije aprendi en sus dos vertientes, la del Norte -que se ensenaba en Nueva Delhi- y la del Sur, en la Kerala deslumbrante, nunca olvidare su fulgor, donde las variantes del yoga son aleccionadoras. Sentia, de repente, su prisa, su afan de saber... -"¨Y es verdad que sexualmente...?" Y no acababa y ya reia, inacabable: como pozo sin agua donde la voz resuena de una manera unica. El sol caia, solitario, inmovil, sobre las calles romanas. -"Andiamo a Roma..." El no era romano. Habia nacido en Rimini el 20 de enero de 1920 y, por tanto, a la hora de la muerte -nada mas que celebrar el 50 aniversario de su matrimonio con Giuletta Massina- estaba ya, adentrado, en sus 73 anos de vida. -"¨Ah, si, infantile? ¨Perche, ci sono gli adulti?..." El nino de Rimini no amaba Rimini ni hablaba facilmente de Rimini. Rimini es un puerto y una playa que en el verano se expresa en rituales. El ritual del turismo germanico que aterriza, en Rimini, desde el frio y el ritual erotico que se sumerge y expande en una explosion, a la vez, emocional e ilusoria. Goethe al fondo: "¨Conoces tu el pais donde florecen los limones...?" No era Rimini la pasion de Federico Fellini. La pasion encontrada, buscada, hallada -¨Como se encuentra sin buscar?- de Federico Fellini era Roma. Le recorde, de repente, con ese sol en los ojos, a Rafael Alberti, que vivia, entonces, en Roma, en la via Garibaldi. -"Ah, ya, ya, "Roma, Peligro para caminantes". Me dejo pasmado porque me recito un fragmento de Alberti que, seguramente, le impresiono: -"... Caminante, si a Roma te encaminas, abre cien ojos, clava cien retinas..." Federico Fellini, "caro fratello mio", que dice, y bien, Marcello Mastroianni, tenia cien ojos y clavaba, en uno, para siempre, sus cien retinas. Hablar de sus camaras, por ello, es harto inutil. Sobre todo, ante esos cien ojos y esas cien retinas Desde Rimini a Roma un largo viaje emocionalLas playas de Rimini, para Federico Fellini fueron la iniciacion a un viaje sensual. Goethe hablaba, al llegar a Italia, de los limones en flor. Vision eliptica -el que fuera amante de bellas mujeres- que en Fellini sera la interpretacion concreta del contraste: las mujeres del norte, bellas, atleticas gueras, con un cierto frenesi urgente, fisico, ante el sur. -"Cuando estoy en Rimini, dira un dia Fellini, estoy siempre asaltado por los fantasmas, por unos fantasmas que intento poner en su sitio...". Romo es la ciudad conquistada donde, en el mercado, le aplauden, donde si un periodista le hace una entrevista -y no terminan peleados y gritandose los dos- recibira siempre un regalo de recuerdo... -"Era generoso como un principe...". Ahi estaba ya, inventado e inventandose cada dia, Federico Fellini. En Roma si; en Rimini le asaltaban los fantasmas. Sonaba, acaso, ser principe. Un amigo suyo, un amigo mio muy estimado, el director de cine italiano Eduardo De Santis, me decia que "della munificenza" de Fellini, el primer regalo principesco, era la amistad. El otro regalo, me anadia en Capri donde De Santis tiene una hermosa casa sobre los banos de Tiberio, era el linguaggio, el lenguaje. Tema absorbente, iluminado por la pasion inteligente de Eduardo De Santis. En efecto, en la ciencia, en la musica, en el cine, en la literatura, en la comunicacion es imposible la genialidad sin un linguaggio que permita apresar lo infinito. Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atomica, al ver levantarse el hongo nuclear en el desierto de El Alamo, en la primera experiencia atomica del siglo XX, no encontro, en su conciencia, nada mas que un poema, en sanscrito, que viajaba, desde lejos en su memoria: "Yo soy la muerte; yo soy el destructor de mundos". La idea de un lenguaje para minusvalidos, sin nigun resplandor, es la idea de una ciencia, una literatura, un cine y una comunicacion para minusvalidos mentales, para nuevos ricos. Ni tan siquiera ricos del hacer cualitativo, sino del hacer especulativo. Masa de condotieros, ademas, sin el yunque ni la espada. Siempre me impresiono esa frase de De Santis: "su segundo regalo principesco era el lenguaje...". Eso se refleja en su cine. Un cine inmenso, indescifrable a veces a la primera mirada (la "primera mirada" no entendio ni entendera nunca a Einstein) pero cuya inmensidad, barroca, exaltante, perforaria el horizonte de la luz. Rimini, pues, no era su memoria dorada. Nacio en una casa de la via Fumagelli; despues sus padres se trasladaron al Corso donde el dueno, el signor Ripa, un alto y engallado patron, le sublevaba. De Rimini le quedaba, como ceniza ardiente, una vision amorosa: la primera, la mas azarosa y unica, la mas libre y la mas fulgurante. En una casa, frente a la suya, -que era el numero 9 de la via Clementina- vivia una familia del Sur que tenia tres hijas... -"Elsa, Bianchina y Nella". A Bianchina, morena y dulce, la vio un dia, desde su ventana, ponerse el uniforme de las juventudes fascistas (en 1922 Mussolini habia llegado a Roma con sus escuadras de camisas negras y se quedo, en la Ciudad Eterna hasta 1943, como un invasor gesticulante), y sus pequenos senos. Imagen profunda, perturbadora para un nino, que le llevaria a decir, mucho despues, estas palabras asombrosas: -"Ahora ella vive en Milan..." ¨Que les parece? Fijaciones emocionales, dias de bicicleta y bandas de adolescentes corriendo, hacia la Porta d/Augusto, todos los domingos. Los veranos, en las vacaciones, a Cambettola, en la Romagna; con los abuelos. Familia a la italiana; mucha gente en movimiento. -"Un dia me gustaria hacer un [western/, en la Romagna, pero sin pistolas...".