PAG. 15 SECCION: CIUDAD CINTILLO: CHILANGUERIAS CREDITO: Javier Gonzalez Batta* CABEZA: Anacleto, el flaco Apoya, completas, las plantas de los pies cuando camina y se eleva cada que despega las puntas de los zapatos. A los ojos de los demas lo hace especial. Y el lo sabe. De suyo ha sido especial desde el dia que lo bautizaron con el nombre de Anacleto, no porque se hubieran inspirado sus padres en el personaje de Rulfo, Anacleto Morales, sino porque asi se llamaba su abuelo materno, toda una leyenda. Anda por los 14 anos de edad. Es delgado tirando a flaco. Y va a la secundaria de San Cosme. Prefiere razonar que memorizar, aparte que poco le interesa de lo que repiten los maestros; le resultan tautologicos aunque desconozca el significado de la palabreja. Se cuida en poner la mirada sobre los labios de aquellos hay excepcion, pero su mente generalmente sale volando por la ventana como la exclamacion cuando suena la chicharra anunciando el fin de clase. Otras veces deja correr los recuerdos aun frescos del dia anterior, sobre las lujuriosas paginas de las revistas que alquila en el puesto de Jose Maria Iglesias, por un par de pesos, y a condicion de que no les deje estela de arrugas ni de emociones chorreadas. En ocasiones viaja con la mente hasta el observatorio que tiene en el noveno escalon, entre el segundo y tercer pisos de la escalera del edificio en donde vive, en la San Rafael. Desde ahi, arriesgandose porque hay que tender parte del cuerpo sobre el vacio y es lo que no han descubierto los demas, y quien sabe si se atreverian, se ve a la senora Elvira, la esposa del militar, cuando se desviste para meterse al bano y sale, al ratito, limpiecita y se lociona con fragancias que segun Anacleto hasta alcanza a oler. Y, palabra, se dice, que no desmereceria si posara para las revistas que alquila. Mas que algun ruido fuerte, son palabras clave las que lo hacen que vuelva a poner atencion instantanea en el maestro. Por ejemplo si habla de alguna sustancia o compuesto quimico de olor desagradable, lo lleva a recordar lo que usa su dentista para el dolor de muelas. No al dentista de la familia, con mas de medio siglo de atenderla, desde sus abuelos, cuando tenia el consultorio en el Pasaje Catedral, hasta sus hermanos pasando por sus padres, que los atiende ahora en Paseo de la Reforma, y que utiliza un a lupa para ver mejor las caries que tiene que raspar. Todo lo cual, a el, Anacleto, le da pavor: el ojote del doctor, su mano temblorosa y, ahijos!, las llevadas de encias con la fresa. Pero eso, en todo caso, no es lo agradable que trae a su cabeza Anacleto. Lo atractivo es el dinero para la curacion barata, le parece a su papa, con el que se queda, porque el dentista al cual van, de ahi de por Belisario Dominguez y que se lo recomendo su amigo Kiko, cuando un chamaco de ellos llega, el odontologo asi sea para la mas simple revision, los coloca en posicion horizontal sobre el sillon cama, y luego de iniciada su labor, como no tiene enfermera, da varias vueltas y aprovecha para echar cal orcito de vaho hacia el pantalon del muchacho paciente como para adormecerlo, y concluida que resulta la sesion, los chamacos se despiden curados y sin desembolsar ni quinto. Quiza lo unico que no redondea la situacion, es que no les permite comer nada que no sea nieve, para que no mastiquen, y como que con la pura nieve no se reponen ni energias ni molestias y ni conciencia maltrecha. Pero la unica vez que Anacleto si deja los ojos puestos sobre los labios de un maestro, mas bien de una maestra, es cuando le toca clase de Historia Universal, con la guapometrica Alejandra, que no gusta que le digan ni maestra ni la recorre en mente por todas y cada una de sus bellas y colosales partes, en derredor o encima de cada una de las cuales hace una pirueta de arlequin. Eso, ademas de malas calificaciones, es lo que tienen flaco y espinilludo a Anacleto. * Periodista. .