SECCION ESPECTACULOS PAG. 38 BALAZO: PRIMERA LECTURA CABEZA: Macbeth, obra cumbre de William Shakespeare CREDITO: MALKAH RABELL Muy dificil resulta hablar de Shakespeare. ¨Que no se ha dicho del Cisne de Avon? Walter Munchg, en su Historia tragica de la literatura, considera que Shakespeare baso su dramaturgia en tendencias magicas. Magia blanca! Magia negra! En algunos casos puebla su creacion de hadas risuenas y magos bondadosos, de duendes y delfines, de ese mundillo encantado que solo nace y expira en el cerebro de "lunaticos, amantes y poetas". En tanto, en sus grandes tragedias su espiritu se torna hacia el mundo abismal de los aquelarres. Cierta o incierta la afirmacion de Munchg, Macbeth es como la cumbre de la taumaturgia shakesperiana. Si la mayor parte de los clasicos invocan a los dioses hasta para cometer los peores crimenes, Shakespeare, con ese oscuro espiritu medieval de la vieja Inglaterra, al cual ni el Renacimiento europeo ni la brillantez isabelina lograron desterrar, invoca a todas las fuerzas esotericas, a las mas horrendas brujas y a los mas palidos espectros. En el ultimo Shakespeare que vi, y que se debia a Jose Sole, a esa parte demoniaca que es como el leitmotiv del drama, a ese episodio de las brujas que atraviesan el destino de Macbeth y marcan su norte y ante quienes "las Eumenides de Esquilo retrocederian de espanto" (Paul de Saint Victor), Jose Sole le insufla una sugestiva belleza, la de movimientos ritmicos, la de actitudes plasticas, como de danza apenas sugerida en el deslizarse por el escenario de las tres agoreras del infierno y en esa escen a de los punales que aparecen y desaparecen ante la vista delirante del atormentado asesino. En la literatura clasica, los asesinos abundan, desde aquellos que pisaban los tronos hasta los que llevaban la mitra sagrada. Pero nunca ninguno alcanzo mas honda repercusion en el remordimiento que ese regicida escoces lord Macbeth. En ningun otro el grito de la conciencia adquiere el diapason que en Shakespeare. Algunos comentaristas quieren ver en Macbeth y en su companera de crimenes el jabali salvaje y a la tigresa feroz, desprovistos hasta de la conciencia misma de su crimen. Nada mas falso. Un hombr e de quien huye el sueno ante la vision de sus fechorias se halla muy lejos de ser un asesino vulgar. Compleja naturaleza, barbara y refinada a la vez, a nadie teme, pero toma los temores de su alma por debilidades y las voces de su ambicion por presagios. Es mas bien una victima de sus alucinaciones, impulsado por su propio deseo, de una accion a otra, por su miedo panico de ser descubierto y por una mujer que los psicologos hoy dia considerarian histerica. Las imagenes fisicas que lo atormentan son, a fin de cuentas, la expresion de sus angustias psiquicas que su naturaleza barbara no sabe explayar de otro modo. Tampoco lady Macbeth (que en aquella oportunidad representaba Ofelia Guilmain) es simplemente la tigresa ahita de sangre, sino un personaje complejo y lleno de matices. La mujer que invoca "Venid, venid, espiritus que escoltais a los pensamientos de muerte...", tiene una naturaleza mas compleja que el tigre salvaje incapaz de remordimientos ante su propia ferocidad. En ese papel Ofelia Guilmain volvio a demostrar que era una actriz de primer orden, una figura de la tragedia clasica, y que lo puede ser no so lo en Mexico sino en paises de viejas tradiciones teatrales. Sole habia creado su Macbeth sin espesar los colores ni abrumar de tinieblas al publico. El ambiente de terror lo sugeria la musica, el taner de campanas y una escenografia hecha de construcciones de madera cruda y un permanente juego de luces. Y al bajar el telon, sobre el ultimo grito de los enemigos de Macbeth triunfante, nos embargaba el deseo de gritar: "Bravo, bravo Sole". .