SECCION CULTURA PAGINA 34 BALAZO: LA FASCINACION TOTALITARIA CABEZA: MEXICO Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL II CREDITO: HECTOR ORESTES AGUILAR Ni siquiera despues de 50 anos del fin del regimen nacional-socialista en Alemania es posible ponderar con ecuanimidad y desapasionadamente las opiniones, juicios y testimonios de aquellos que, de alguna u otra manera, contribuyeron a crear un clima de aceptacion para la idea de la victoria del III Reich durante la Segunda Guerra. A muchos les resulta dificil aceptar o siquiera concebir el hecho de que haya habido inteligencias que se dejar ano, por la enorme capacidad de convocatoria y el poderoso carisma del Fhrer. Despues de decenas de anos, investigaciones y libros, la sorpresa y el estupor ante la imprevisible simpatia o admiracion que sintieron periodistas, escritores, artistas e intelectuales de todos los paises y lenguas hacia la figura de Hitler continua acicateandonos para buscar una posible explicacion. Entre los mexicanos que pudieron atestiguar privilegiadamente el desarrollo de los primeros tiempos de la Segunda Guerra, cuenta e l periodista Jose Pages Llergo, quien cubrio para el semanario Hoy una serie de reportajes acerca de los acontecimientos en Europa. Avezado y dueno de un gran oficio, Pages Llergo plasmo sus mas vivaces impresiones en el conjunto de cronicas titulado Cinco meses bajo la swastica (sic), donde relata el periplo que, hacia finales del verano de 1939, lo llevo a Berlin, ciudad que mantuvo como base de su labor informativa y en la que estrecho vinculos con funcionarios del Ministerio de Propaganda Nacionalsocialista, especialmente con su "querido amigo", segun decia, el doctor Harald Zuhlsdorff, contacto directo con el ministro Joseph Goebbels, quien lo llego a invitar a sus oficinas centrales de la Wilhelm Platz berlinesa y quien le consiguio, entre otras cosas, un asiento en la segunda fila de los palcos del Reichstag para presenciar el discurso de Hitler del viernes primero de septiembre de 1939, a las 10 de la manana, sesion en la que Alemania declaro la guerra a Po lonia. Segun consignaba Hoy, esa acreditacion fue la unica otorgada a un corresponsal extranjero. Como Jose Vasconcelos unos meses mas tarde, Pages Llergo no dudo en afirmar que Hitler debia el poder a su discurso, a su capacidad oratoria, a la hipnosis colectiva que generaba su retorica. Relata el periodista mexicano: "En aquellos momentos, en los que el idolo se levantaba tronante, semidivino, con un imperio de 90 millones a sus pies, yo no dudaba de el. Sus hechos posteriores, sus promesas incumplidas, al decir de sus enemigos, no son suficientes p ara destruir la fe ciega que un pueblo ha depositado en el (...) En aquel momento en que se secaba con la punta de su panuelo las lagrimas que le corrian por la cara; en aquel momento en que enternecia con la expresion de sus ojos a cuatro mil personas que eran simbolo de todo el Reich, sus propios enemigos habrian meditado un largo rato para condenarlo (...) Goering, bonachon, simpatico, mofletudo, no podia ocultar su emocion. Hess, moreno, de ojos azules, de pelo ensortijado, se cubria la cara con las manos. Goebbels, Von Ribbentrop y Von Brautsisch se apretaban las manos, con la cabeza apoyada sobre el pecho. La sola idea de que Hitler llegase a desaparecer ponia luto en los corazones alemanes." Apenas unas horas antes de esa comparecencia del Fhrer, Pages Llergo habia estado, junto con una veintena de ciudadanos mexicanos, haciendo antesala en el despacho del general Juan F. Azcarate, para saber si era posible lograr un salvoconducto y un medio de transporte para salir del territorio aleman. Alli, y asi lo relata el, supo, por voz de otro compatriota, que "los polacos, los ingleses y los franceses residentes en Alemania (serian) llevados a un campo de concentracion si la guerra estalla". A diferencia de otros testigos de la ofensiva alemana en Europa, Pages Llergo si pudo saber muy a tiempo de la confinacion especial a que eran sometidos todos aquellos que pasaban por potenciales enemigos del Reich. šNo habria sido suficiente esa impunidad y ese terror persecutorio para disuadir al cronista de transmitir una impresion demasiado embelesada y acritica de la capacidad de liderazgo de Hitler? šNo pudo prever siquiera minimamente las atrocidades que cometeria el regimen nazi? Acaso su conocimiento de la politica y de los hombres fue lo que llevo a Pages Llergo a rematar su entrega publicada el 13 de enero de 1940 con una laconica frase: "Iba a sentir una profunda satisfaccion: la de que Mexico no haya podido implantar un sistema totalitario..." l .