PAG. 17 SECCION: CIUDAD CINTILLO: CHILANGUERIAS CREDITO: Javier Gonzalez Batta* CABEZA: Ay, mamita Desde que me trajiste al mundo, me alimentaste de tu pecho, me ensenaste a reir, a andar, a hablar, a escribir, a amar y a condolerme con el sufrimiento de los demas. Me infundiste el temor de Dios y el amor al projimo. Dejaste que te copiara, sin mezquindad artistica, creatividad y jamas sosiego. Tus reprensiones las marcabas con el tinte de la sabiduria y yo trataba de corresponder. ¨Te acuerdas de aquella ocasion en que, alla en el pueblo, antes de venir a la capital, fuiste por mi hasta el rio en donde nos banabamos varios companeros y yo en cueros para no mojar la ropa que nos habiamos ido de pinta. Y que, instado que era por ti para que me saliera, te pedia, pudoroso, que te volvieras para otro lado en lo que yo recogia mis ropas y me vestia? La tunda que me diste, a diferencia de las de mi p apa, fue de consejos siempre derretidos en afecto. Ningun hermano me disputaba la supremacia en tus caricias y cuidados. Era el jocoyote. Pero eso me ciscaba ante situaciones como la de la escuela, ya aqui en Mexico, cuando el Dia de las Madres la mayoria de las mamas de los demas se veian jovenes, y tu que me tuviste a tus 40 agostos, ya no lo parecias tanto, y me preguntaban, bien malditos, que si eras mi abuelita. Y a mi me valia 10 de mayo y ahi andabamos siempre tu y yo juntos de arriba a abajo: comiendo churros del Moro, de compras en La Merced, yendo al cine Principal a ver Decias que yo era el baculo de tu vejez, y como tal te acompanaba a pagar las mandas que prometias para que se te concedieran los milagros, no pocos, solicitados para tus seis hijos, desde Peralvillo hasta la Villa, lo menos una vez al mes. Nuestro distanciamiento no fue tanto por las novias como por los libros. Por haberme mantenido inflexible, aun en el pecado, en el proposito de leer libros de escandalo, como me acusaste con el sacerdote cuando me hallaste Las diferencias materialismo versus fe se acentuaron entre nosotros, y por eso, cuando celebrabamos lo haciamos con euforia. Y, otra vez, una larga, tacitura temporada sin estar juntos. Te refugiaste despues en el nieto favorito y aunque parecia mi sustituto, no creo que le hayan tocado tantas mieses como a mi. Ahora me correspondia repartirlas. Luego, quien lo iba a imaginar, te fueron doblando las enfermedades, y por supuesto, el corazon de tanto darlo, se te canso. Tu rinon se hizo trizas de trajinar desde oscura la manana hasta bien avanzada la noche, durante toda tu vida. Ambos dijeron "basta". A proposito de manana, te mando un beso al etereo Jardin que te hicieron ganar tus devociones y, ni modo, tambien tengo que hacerte un reproche por no advertirme a ti nada te queda oculto desde esa optica edenica y universal de donde aun velas por mi como capotear la crisis. Ay, mamita. * .