SEC. INF. GRAL. PAG. 3 CABEZA: Barbarie en la universidad CREDITO: GILBERTO GUEVARA NIEBLA En mayo de 1975 en la Universidad Nacional tuvieron lugar los hechos vergonzosos en los que una multitud de estudiantes enardecidos ataco fisicamente al presidente de la Republica, Luis Echeverria, quien resulto levemente herido de una pedrada. Era la epoca del post-68 y la guerrilla, un momento particularmente dramatico y convulso con el campus dominado por vanguardias estudiantiles (comites de lucha) cargadas de resentimiento y colera contra gobernantes, como el propio Echeverria, que habian participado d irectamente en la organizacion de la represion contra los estudiantes en 1968. 19 anos despues, como diria Hegel, la historia se repite... como caricatura. Quien visito CU el martes 24 de mayo pasado, no fue el presidente de la Republica sino el candidato del PRI, Ernesto Zedillo, invitado por estudiantes de la Facultad de Contaduria. En muchos aspectos, Zedillo no es comparable a Echeverria; quiza, la diferencia mas relevante sea que en 1968 uno y otro se encontraron en lados opuestos de la contienda. Pero esa diferencia resulto, por lo visto, muy sutil o irrelevante para algunos estudiantes exaltados que intentaron hacer victima al candidato del PRI de una agresion semejante a la de 1975. Zedillo pudo hablar con libertad en el acto del dia martes 24, hasta que un grupo de estudiantes comenzo, desde el exterior del auditorio, a interrumpirlo e insultarlo. Eran estudiantes identificados con el CEU, organismo que en varias ocasiones anteriores ha invitado al campus al candidato del PRD, Cuauhtemoc Cardena s quien, por su parte, ha podido exponer sus puntos de vista y dialogar con los estudiantes libremente. Sin embargo, la libertad que el CEU concede al candidato de su preferencia, no esta dispuesto a concederla a uno que no es de su simpatia. El principio democratico de reciprocidad simplemente se ignoro. Cuando Zedillo salio del auditorio fue victima de insultos y groserias y el vehiculo en el que viajaba recibio una lluvia de palos, piedras y botellas. No paso a mayores, como se acostumbra decir. Pero el hecho es sumamente preocupante desde varios puntos de vista. En el centro de todo esta la cuestion de la libertad que debe privar en el ambito universitario y que es gravemente vulnerada por grupos como el CEU cuya conducta yo me pregunto hasta que punto sus integrantes lo han pensado en nada se diferencia de las porras estudiantiles del pasado. Los insultos, los gritos y la violencia se pueden explicar como formas de expresion del lumpenproletariado, p ero no pueden ser recursos politicos utilizados por jovenes que estudian en la universidad. Las maldiciones, decia Trotsky, son lenguaje de esclavos. Desde luego, algo esta podrido en Dinamarca, como en Hamlet y lo que esta podrido en la UNAM es la cultura politica estudiantil que se ha deslizado por un tobogan hasta adquirir la forma primitiva que estamos observando. El recurso de aplastar al oponente mediante la coercion de los gritos e insultos salidos de una multitud era el recurso mas socorrido de los camisas negras, los fascistas italianos, en la universidad para anular a sus adversarios democratas. El lanzar la piedra desde el interior de una mul titud no es sino una forma de conducta cobarde, indigna, impropia de alguien que pretende luchar a favor de las causas populares. Entre los estudiante de izquierda de la UNAM ha arraigado un concepto de la politica que mereceria revisarse. La politica no es tanto, en esta vision, asunto de ideas como de personas. La lucha ya no encuentra su objetivo en la reforma intelectual y moral de la sociedad, en la conquista de la hegemonia, como diria Gramsci, sino en mostrar las inconsistencias de los dirigentes. No hay una mala administracion en la universidad, lo que hay es un mal rector. No hay malas politicas de gobierno, lo que hay es m alos gobernantes. La politica, asi, se personaliza, se convierte en un constante juzgar a las personas, sus caracteres, sus rasgos mas intimos. Por este camino, el movimiento estudiantil declina, se degrada hasta convertirse en vulgar mitote, habladuria de vecindad, especulacion arbitraria, maledicente y, al mismo tiempo, en practica visceral, cargada de irritacion, rabia y desprecio contra quien se juzga como el enemigo. El ejercicio de esta politica conduce, necesariamente, a la satanizacion no de instituciones o formas de accion de estas, sino de las personas. Las figuras de las personas objeto de ataque son previamente estereotipadas y sobre esos estereotipos se descarga la iracundia desenfrenada de las masas. Asi ha sucedido, al menos, en las intervenciones del CEU y esa misma concepcion se refleja en los hechos del pasado martes 24. Esos sucesos son infamantes para la universidad y para el pais; nos muestran una imagen de lo que no queremos ser y constituyen una mancha negra mas en la historia del siempre ambivalente movimiento estudiantil. .