SECCION CULTURA PAG. 31 CREDITO: CABEZA: En cuanto se aproxima una eleccion presidencial y se hallan en la candente recta final las campanas electorales de los distintos partidos, todos ellos se entregan a la formulacion de programas prometedores, entre otras cosas de lo que solemos llamar "politica cultural". Tambien contribuyen a la formulacion de esas propuestas las instituciones y los funcionarios especializados en la promocion cultural, tanto como los intelectuales, artistas y cientificos que practican el periodismo o se aficionan a la sexena l multiplicacion de los programas, que no es la de los peces, sino, cuando mucho, la multiplicacion de las teorias sobre el cultivo piscicola. Pero, en efecto, no hay mas remedio que revisar ciclicamente lo que en el campo de las carencias culturales y educativas padecemos, tanto como lo que hasta ahora se ha hecho para impulsar el desarrollo y la difusion cultural en el pais. No estamos en la completa inopia, ni todo lo que han hecho las instituciones publicas y privadas ha sido util, pero nadie que no sea un fabulador insensato puede afirmar que es elevado el nivel general de cultura en Mexico, que leemos suficientes libros y que no se registra (aparte de varios millones de rigurosos analfabetos), un cincuenta por ciento o mas de analfabetos funcionales, en el conjunto de la poblacion de la Republica. Tampoco hay que insistir demasiado (pero no es ocioso hacerlo de vez en cuando), en que no es el Estado, ni son los gobiernos o las empresas privadas, las que hacen la cultura, que se produce por su cuenta en todos los niveles (desde la artesania o la ceramica populares a la fisica nuclear o las mas altas expresiones del arte), y se difunde espontanea y desordenadamente en todas las epocas y pueblos. Nadie duda, en cambio, de que sea positivo auxiliar con instrumentos de difusion, con recursos materiales y con adecuadas politicas de respaldo institucional al mas feliz cumplimiento de esos procesos espontaneos; y el el analisis del "como se ha hecho" y el "como debe hacerse", tiene que residir la parte medular de la nuevas propuestas programaticas, que desde luego estan obligadas a detectar lo que de positivo, acertado y prometedor exista en la practica de pasados programas u organizaciones actualmente en funciones. El asunto daria para mil notas de la misma extension que la presente, y hay que abandonar el vasto y metafisico terreno de la doctrina para acogerse (de nuevo) a algunos ejemplos, que me parece nos ilustran en lo que toca a ciertas soluciones viables en el incierto universo de la difusion cultural. El divulgador personal o institucional debe producir una oferta, variada, atractiva, ordenada, orientadora; pero no sabe jamas que parte o aspecto de su labor encontrara mayor respuesta en el ambito social en que esa labor se realiza. Se habla, este uno de los posibles ejemplos, de la escasa audiencia que tienen los conciertos de musica culta (no los de rock, que se promueven por su propio paso); de los escasos espectadores con que cuentan las producciones cinematograficas, teatrales o dancisticas de mayor calidad. ¨Como conseguir que los exhibidores, que los libreros, que los empresarios teatrales (publicos y privados) consigan mayor solicitud general para esos espectaculos y productos? Hay que promoverlos, si, pero la promocion tiene un costo economico y social. Hay que exhibirlos, montarlos, si, pero si el publico no asiste en suficiente numero, la tarea de los empresarios sera ruinosa y efimera. El sector publico no ha conseguido hacer redituables los grandes medios televisivos de difusion que se hallaron en sus manos durante dos decadas, ni hacerlos servir con eficacia para la promocion cultural. Eso lo sabemos. Pero aun es posible, haciendo uso del derecho a los famosos tiempos oficiales de la TV, tanto como extendiendo los programas de difusion cultural a traves de la radio (ya he dado esta muestra de su eficacia en modestas estaciones particulares, universitarias y oficiales), ampliando y siste matizando la oferta de espectaculos culturales y de informacion cultural para el gran publico y para las minorias ya interesadas en el arte musical, pictorico y literario (que ya no son tan reducidas). Volvamos a descubrir el hilo negro: un concierto de la Orquesta de Filadelfia, preciso y magistral organismo, resulta muy caro (aun a elevados precios de taquilla), si es escuchado por mil o mil quinientos asistentes en el Palacio de Bellas Artes. Resultara baratisimo si ademas se difunden esos conciertos a t raves de la radio, del Canal 11 y de otros en el pais (en vivo y en grabaciones), para millones de oyentes y espectadores. Lo sabemos, pero no tomamos las medidas necesarias para pasar de una vez al mundo tecnologico que nos envuelve en todas las demas actividades, ensordecedora y abrumadoramente. .