SECCION ESPECTACULOS PAGINA 37 BALAZO: ES SOLO ROCK, PERO ME ENFERMA CABEZA: GARIGOLES, MUSICA PARA MITIGAR LA ANGUSTIA CREDITO:XAVIER VELASCO Moco!: tal parece que felpo de una vez para siempre la violencia en Mexico. De acuerdo con lo visto durante los cuatro empalagosos conciertos del perfeccionista Phil Collins, todo en adelante sera concordia y aliviane. Sucede, amiguitos pacifistas, que las butacas del Palacio se han visto invadidas por nuevos espectadores, con el pelo cortado a la brush, walkie talkie en la diestra y tamano fuscon en la cintura. Esta gente, que alguna vez nos lleno de terror, asiste hoy a presenciar conciertos de rock, y lo increible: se codea de butaca a butaca con lo mas granado de la sociedad tenochca. Albricias para todos: los guaruras viven ya un idilio con la lirica. Permitaseme abundar. Cada Somebody o Somebodys Something debe comprar un minimo de cuatro boletos para el concierto de sus suenos: el suyo, el de su acompanante y de menos otros dos, pa los muchachos. En el camino, a la entrada y especialmente a mitad del congestionamiento de la salida, los muchachos desquitaran sus respectivos boletos aventando lamina, ensenando la matona e intimidando con llegues de odio crudo a cuanto infeliz tenga la malafortuna de hallarlos en su camino. Ello garantiza que, si acaso lo s muchachos se ven obligados a quebrantar la paz acomodandonos una buena maraca, lo haran silbando alegremente Against All Odds. De modo que si acaso ustedes pensaron que los nazilobos estaban perrones, los invito a conocer a los nuevos espectadores del rock internacional en el Anahuacs Valley: son fieros, ven feo a todo el mundo y, cuidado: detestan las malditas discusiones. La violencia, dicen, es hija de la miseria y la ignorancia. Si juzgasemos a partir de la jauria que fue apanada desmadrando las instalaciones del metro tras el nauseabundo festival que cayo sobre la colonia Guerrero en mitad de mayo, tal vez terminariamos por pintar sus mokotex a esos gandallitas que se pasan de lanzas por una oscura sed de revancha social que a nadie puede favorecer. Sin embargo, justo es decir que detras de la banda estan escondidos monstruos de los cuales la banda no es responsable como, precisamente, la miseria y la ignorancia. Pero ¨que decir entonces de las companias disqueras que recurren a tacticas vandalicas para difundir las bondades de sus productos? No hablo de companias modestas, sino de empresas trasnacionales que, aun afectadas por un enmaranado y acefalo burocratismo, obtienen grandes reditos por su inversion. ¨Como justificar que estos senores realicen su publicidad a traves de graffitis? ¨Como ignorar la perfeccion serial con la que se repiten por toda la ciudad los logos de un mismo grupo de rock o la consigna de una estrella plastica? ¨Eso no es violencia, institucional y descarada? Por lo visto, a las grandes disqueras les duele tanto el codo que se ven obligadas a vandalear, chalanes-pagados-mediante, las bardas y fachadas de toda la ciudad, que ya bastantes fealdades tiene. Pero esto no es publicidad, mis cuates. Tampoco es el tantas veces noble y desinteresado graffiti. Esto es un engano que se tipifica penalmente como dano en propiedad ajena, con dos obvios agravantes; fines lucrativos y origen corporativo. Esto es violencia, y el rock no la justifica. Reparo en todas estas sucias calamidades mientras presto timpanos a la primera produccion de la descojonante banda Garigoles; festivo eructo jalisciense que hace un ruido tan encantadoramente feo como el de los Ramones, tan interpiernosamente lepero como el de los Beastie Boys, y tan gallito como el de sus notorios parientes de Cuca. Rollo violento, sin duda, como violento es el encuentro del fauno y la ninfa, pero se trata de la clase de violencia que confiere atractivos turisticos a las preparatorias, las facultades de ingenieria y las cantinas. Disco hecho paser ruidosamente disfrutado por los geyes y publicamente denostado por las morras, Todo el orden de las cosas me llena de un sentimiento de angustia -me cae que asi se llama el album de Garigoles- ejemplifica con sabrosa punteria la clase de excesos que le son caros y afines al rock: aquellos nacidos en el cerebro, y no en los chacos y las navajas, que son juguetes para impotentes. "Vamos a mover las nalgas", cantan los Garigoles y uno, que es muy afe cto a esa clase particular de violencia, no puede sino aplaudir la luminosa iniciativa. Me permito recomendarles, jovenes amantes del zangoloteo glutear, que cada vez que se sientan desesperados porque la seguridad de unos pocos sigue avalando la violencia para todos, hagan como su amigo y humilde narrador: mitiguen sus angustias con jaladas como las de los Garigoles -mismas que, a diferencia de las guaruras y los vandalos corporativos, traen consigo la rara joya de la honestidad-. ¨Donde conseguirlo? Asumo que en el Chopo, pero el cd trae impresa una direccion: Club del Tio Garigol, Apeninos 984, c.p. 44340, Guadalajara, Jal. (Para letras, informacion y membresias, los Garigoles solicitan que la carta incluya 3 nuevos pesos en timbres.) .