PAG. 30 SECCION: CULTURA CINTILLO: LIBROS CABEZA: Martinez Rivas: hacer la luz CREDITO: Alejandro Ortiz Gonzalez Quiza el patrimonio mas preciado de un poeta no sean sus palabras, esas que ha ido ejerciendo con los anos y los labios del alma, ni siquiera los ojos calvos con que mira y desnuda todo lo que sus manos tocan y pervierten para tener al mundo mas cerca, mas a la mano y en esa medida mas intimamente suyo, quiza no sea su herencia mas fertil la de la hondura o el sentimiento, el acercamiento a las cosas desde su angulo de vuelo. Quiza lo mas querido, lo mas deseado sea el tiempo, su espacio en el espacio del s egundero, en ese recorrer de la manecilla alrededor de un eje casi ciego, casi eje, casi centro de algo innumerable. Para Carlos Martinez Rivas (Nicaragua, 1924), el tiempo es elemento, es camino para recorrer a gusto, para dotarlo todo con canto y elegia, pero sin prisa, sin fracturas, sin deudas por saldar. A su paso, el nombre va cobrando forma, se va remodelando en el compromiso del amor y la batalla por su advenimiento. Quisiera Martinez Rivas que en ese su perpetuo tiempo ilimitado los hombres y las cosas fueran abriendose como abanicos para ser alimentadas de bondades, de amores y sensualidad veraniega. La suya es una luz de media tarde, la que calienta pero no quema, no enciende sino minimos rubores: Y como la bandera, que en la manana sube... y sube, y hasta que ha llegado al termino se despliega y se entrega de lleno al azul puro; asi tu, Yadira, has ido avanzando hacia la belleza. Pasando de muchacha a estrella. De estrella a remolino; de remolino a brisa, y de brisa a sosegado, claro, ilustre aire. Y en ese aire condensado, abierto pero concretamente sintetico, Martinez Rivas eleva su palabra simplemente blanca, remontandonos al Fornicio de Gonzalo Rojas o a los Besos de Tomas Segovia, palabra disuelta, esperanza emergente en gota de agua que se apresta, que se alista para la caida. La insurreccion solitaria, seguida de Varia (Vuelta, 1994), obra reunida que hoy se presenta en la Casa del Poeta, se nos presenta como un todo organico y cambiante, que se amolda con tiempo para cada mano, a cada ojo que se hunde. Las tres Escalas de El paraiso recobrado (primera estancia aerea), se tornan tan de pronto en otra cosa, del amor y la memoria saltamos al Altazor de Huidobro y nos miramos sobre las nubes, recorriendo cielos apenas anunciados, espacios estelares para el derrumbe sin tiempo: Separate de ti hasta caer en ti. Que como un anillo hundiendose poco a poco en el agua, en el agua del sueno se iran tus otras manos, se iran tus otros ojos, tu otra voz, tu otra frente, tu otra tu, que como sobre un estanque donde el arbol se separa del arbol. Adan recuperado en la memoria, Eva de lunas asistida y recorriendo su pasado, recobrando del territorio brumoso del olvido paseos interiores, suenos inaugurales y minimos. Y en esa ensonacion de los sentidos llega la hora de hacerlo todo de nuevo, "mas alla de todo", con nuevos instrumentos de aire, de agua: Tu tienes la palabra. Separa la luz de las tinieblas. Y ordena los mares y los rios (...) Cuando sobre este aire limpio, inaugurado, colocaremos otra vez la rama, la manzana, el pajaro y la estrella. A imagen y semejanza de la vida se alza la vida entre las piedras, entre los ojos que la miran mirarnos sin prisa, sin temores, mas alla de lo que camina y vuela, de lo que se arrastra o se sumerge en una marea propia pero lejana y ajena. La voz de Martinez Rivas nos devuelve en su potencia de intimidades a las palabras de Eliseo Diego, a sus tesoros personales: Pero el dia es justo como un nino, y es minucioso y enorme como el mar, como el descanso de Dios, como sus ojos. Y nombrar las cosas en ambos en un sinonimo fugaz de retenerlas, de acariciarlas sin domarlas Eliseo, sin dominar su fuerza Martinez Rivas, en el empeno de saberlas ciertas pero fantasmas, corriendo, apoderandose de la vida de quien las contempla. Y fruto de la conciencia solitaria, mientras Diego tiene su Retrato con la prodigiosa banda, Carlos Martinez Rivas se somete a los designios del abandono, de la caida hacia adentro en su Retrato de dama joven con donante: Solo. Retirado a mi tos. Desde mi lecho que grune oigo correr el agua. Toda el agua que se oye pasar de noche bajo los lechos. Bajo los puentes. .