SECCION: ESPECTACULOS PAG. 43 CINTILLO: Mas colmillo que calva CABEZA: Phil Collins, vivito y triunfando CREDITO: OSCAR SARQUIZ F. Iba ya bien avanzado el primer concierto de Phil Collins, el superestrella internacional unitalla, antier en el Palacio de los Deportes, cuando logramos por fin varios periodistas superar la formidable barrera erigida por el mas voluminoso aforo vehicular jamas convocado en torno al hemisferico coso iztacalquense y por el retrasado mental que, investido por la supuesta funcion de seguridad, procedio primero a atiborrar y luego clausurar el estacionamiento supuestamente destinado a la prensa y las "personas muy importantes" para la empresa (que para la ocasion multiplicaronse cual biblicos panes y pries, er, peces). Era previsible que ningun yupri, er, yupi de los prosperos estratos superiores capitalinos se vaya a perder la cuarteta de conciertos de Collins, polifacetico artista cuya carrera popera lo va encaminando a llenar con sobrados merecimientos el nicho desde el que a generaciones previas cantaron Frank Sinatra, Tony Bennett o Andy Williams. Posicion prospera, sin duda, pero poco prestigiosa a ojos y oidos de quienes descalifican a los interpretes genericamente, especialmente aquellos que se "rebajan" al megaex ito masivo que permite la cancion pop melodica, pegajosa, tarareable y/o bailable. Asi, se cernio un palpable cinismo ante el -por lo(s) demas- largamente esperado debut local del veterano baterista de Genesis (grupo que a su vez arrostro la ira de los escribas tras tornar su rock progresivo en el mas progresivo pop) que ha logrado la nada despreciable proeza atletica de superar con su propia carrera solista la de su tambien famosisimo y exitosisimo grupo. Tan futil ejercicio de golpear al triunfador fue tajantemente refutado por un concierto impecable y extraordinariamente espectacular en vista del aspecto mas bien ordinario de su protagonista estelar, cuyo gran valor de entretenimiento avalo la entusiasta aprobacion del publico, que vio ampliamente colmadas sus grandes expectativas por una actuacion a la altura de su gran reputacion, desarrollada ante una compleja escenografia de barrio bajo industrial (con todo y chimuelo letrero de hotelucho) animada y tr ansfigurada por una de las mas fascinantes y creativas labores de iluminacion que hayamos presenciado. El programa estuvo dividido en dos partes, acaso para un necesario cambio de atuendo y muy probablemente de oxigeno para el dinamico cantante y sus musicos, pero sobre todo para diferenciar las dos muy divergentes actitudes de su musica actual y previa. En la primera, caracterizada por la creciente preocupacion social y personal que viene a culminar con su sombrio y mas reciente album Both Sides, Collins y su excelente banda -en la que destacan su nuevo, joven y poderoso baterista Ricky Lawson, el extraordinario bajista sesionero Nathan East, su fiel y talentoso guitarrista Daryl Stuermer, el expresivo saxofonista Andrew Woodson y el multisonico tecladista Brandt Hall- arriesgaron el marasmo con varios sucesivos temas mortecinos y poco estimulantes como Everyday, Another Day In Paradise, la entranable One More Night y sus temas filmicos Against All Odds y Groovy Kind Of Love, de cualqueir manera celebrados por un publico hecho a sus hits. Acaso los mejores momentos hayan sido la inflamada We Wait And We Wonder, donde el propio Phil se encargo de redoblar el tambor militar que propulsa sus anorantes gaitas; y Both Sides Of the Story, su vision sintetica de la encrucijada social y moral que percibe a su alrededor. Entre ambas, Ive Forgotten Everything, potenciada su profesion de forzado olvido amoroso por una luna artifical y el melancolico fluegelhorn de Daniel Farrero, reafirmo lo obvio: Phil Collins, cuya valia musical esta fuera de cuestionamientos por su larga y prolifica discografia personal y asociada, tiene la fortuna adicional de ser uno de los mejores cantores y compositores sentimentales de nuestros dias; y mas valioso aun, se expresa a partir de experiencia personal. Para la segunda parte, y tras un breve intermedio de 20 minutos, Collins, su banda y la potente pareja de vocalistas negros de Amy Keys y Andrew McCallum entraron de lleno al modo espectacular, y recurriendo golosamente a la densamente documentada fascinacion de Collins por el R&B pop heredero del Motown de los sesenta, convirtieron el concierto en animada fiesta. Tras abrir con la pista ritmica que precede al ominoso In The Air Tonight (que aprovecho Phil para su singular paso por la bateria, instru mento donde aun brilla y ojala hubiera tocado mas), su intencion manifiesta fue acceder a "complacencias": de su fiel version del Cant Hurry Love de las Supremes a la evocacion del Easy Lover que compartio hace una decada con Philip Bailey, el espiritu de la segunda parte trajo a la memoria el titulo de su album en directo: Hits Serios En Vivo. Culminando apoteosicametne con su irresistiblemente ritmico "Sussudio (que brindo espacio de lucimiento a la chispeante seccion de metales de Woodson, Farrero, Arturo Velasco y Harri King), Collins dejo 20 mil almas aplaudiendo a rabiar y sonriendo de oreja a oreja; ante la impecable interpretacion general, poco mas podria pedirsele, pero lo dio: Take Me Home, vibrante y emblamatica, cerro concisamente la noche con el mejor coro general suscitado en mucho tiempo. Humilde y casi ordinario, la pequena figura de Collins, reminiscente en su cotidiana sencillez del pequeno vagabundo chapliniano, espero que salieran uno a uno sus acompanantes, tomo su gabardina y su sombrero y se marcho, apagando la luz, pero no la luminosa impresion que dejo en el publico mexicano. A la luz de su incontestable exito, cabe preguntarse: šlo critican por ardor? .