SECCION: ESPECTACULOS PAG. 41 CINTILLO: SONIDOS CABEZA: Los ultimos seran los (mas) grungeros CREDITO: OSCAR SARQUIZ F. Curioso, como la moda del sonido grunge -cuya existencia concreta niegan una y otra vez casi todos sus supuestos exponentes- vino, sono y esta a punto de pasar sin que nadie aqui la manejara bajo su denominacion castiza, tal vez porque la palabra "cochambre" tiene connotaciones irremediablemente hogarenas. Ni hablar, eso es precisamente el nombre de la mugrita aceitosa que se le forma encima a los motores de combustion interna y que se designa en ingles con la palabreja en cuestion en atencion al car acteristico sonido sucio causado por los (a veces multiples) distorsionadores sonoros de viejo cuno que contribuyo a poner de moda para fortuna de los comerciantes en instrumentos usados. La historia de ese sonido reciclado supuestamente emanado del area de Seattle es tan oportunista, miope e injusta como la de cualquier etiquetilla musical de las muchas que ha habido en la ya larga historia rockera; sintomaticamente, algunos de sus autenticos pioneros, como los Melvins y Mudhoney, han tenido que ser rescatados hasta segunda revision, y sus lanzamientos internacionales carecen de la fuerza bruta de sus primeras grabaciones independientes, de impacto regional. Esto viene a cuento porque otro poco y le sucedia lo mismo a un grupazo que bien podria pelear la preeminencia compartida del genero que hoy detentan mancomunadamente el enlutado Nirvana y el cada vez mas comercializado Pearl Jam; tipicamente, el primer album lanzado en Mexico del cuarteto Soundgarden coincide con su primera campana de hiperpromocion internacional; por fortuna, y a diferencia de los antes mencionados, no comparen con un album artificialmente ablandado y manso, sino con el que algunos coment aristas especializados califican del probable primer clasico que legara a la historia el genero. En efecto, hay quien dice que Superunkonown esta llamado a cumplir para la generacion floja lo que el cuarto de Led Zeppelin (el sin titulo, el de las runas, $&/".$%&, o como se escriba) para las de las dos decadas precedentes. Comparaciones odiosas aparte, cabe reconocer que el simil no es absurdo, y da idea grafica de la satisfactoria consistencia de este -para nosotros- tardio debut. No solo es la forma como la -hoy dia- inusitadamente amplia paleta vocal del cantante Chris Cornell evoca en ocasio nes los emblematicos rugidos de Robert Plant; ni el papel central que juega en su dinamica sonora la guitarra del ojon lirero Kim Thayil, tan centralmente esencial al sonido del Jardin Sonoro como Jimmy Page al del durable Zep ("Head Down" acusa similar vocacion acustica, aunque tambien la orientaloide "Half", donde toca guitarra y canta el bajista Ben Shepherd); y la capaz base ritmica que completa el baterista Matt Cameron no intenta (como algunos olvidados imitadores) replicar la de aquel desaparecido y legendario cuarteto. La aqui compareciente riqueza musical de Soundgarden arraiga en la decada de persistente y fructifera actividad independiente de donde provienen, y de otra influencia por momentos tambien evidente: "Al principio quisimos ser como Black Sabbath... -recuerda Thayil- sin sus momentos de hueva". Aunque alentador y muy grafico ("Mailman", "Limo Wreck"), el simil no alcanza a abarcar sus otros registros: simple contundencia punk ("Kikstand"), nihilismo nirvaniano ("Fell On Black Days", "The Day I Tried To Live", "4th Of July"), defensiva asertividad perlosa ("My Wave"), eficaces riffs garageros (la pieza titular y "She Likes Surprises"), ilustrada neosicodelia ("Black Hole Sun"), el distante eco tribal de Janes Addiction, ni el original enfasis ritmico cuasibatuquero de su primer sencillo, "Spoonman". Aludir a Soundgarden asi, con comparaciones, puede dar una idea opuesta a su realidad como grupo estilisticamente autodefinido y maduro; incluso una audicion superficial no basta para liberar todos sus atributos, que los situan entre lo mas acabado y previsiblemente duradero de esta corriente a la que nadie -menos ellos- quiere pertenecer para ser mejor comercializado. No en balde la subeditora que controla la mayoria de sus canciones lleva el pintoresco nombre Me Haces Enfermar De Hacer Musica. Si algo de su frescura original ha quedado en su camino hacia la popularidad subterranea (la unica vez que estuve a punto de verlos en concierto, en Londres, los boletos se agotaron en 15 minutos!), Soundgarden la ha trocado con ventaja en madurez creativa; Superunknown suena como verdadero aspirante a quedar como muestra historicamente representativa del cochambroso sonido del rock norteamericano de principios de la ultima decada del vigesimo milenio. Ļa que sentarse a esperar el juicio de la historia? Entren ya a este jardin, y gocen su estruendo. SUPERUNKNOWN SOUNDGARDEN A&M **** .