SECCION: CARTELERAS PAG. 50 CINTILLO: Entre el cultismo y la ironia CABEZA: Las soledades de Luis de Gongora y Argote Don Luis de Gongora y Argote, un poeta intenso, exuberante, mordaz; un punto de partida para denuestos y alabanzas; un hombre que hizo del cultismo, la mitologia y la metafora el sustento de una obra que ha trascendido incomprensiones y vituperios, y en la cual es posible distinguir una vasta produccion de romances, letrillas, sonetos y canciones, asi como sus tres poemas de mayor aliento: Fabula de Polifemo y Galatea, Las soledades y Panegirico al Duque de Lerma. Nacido en Cordoba en 1561, Don Luis se distinguio siempre por su ironia y caracter adusto. A lo largo de su vida desempeno diversos cargos y profesiones, fue vehemente aficionado taurino y fiel cultor de la poesia; ya de avanzada edad quiso ordenarse sacerdote y como tal fue nombrado capellan de honor de Felipe III. El 23 de mayo de 1627 murio en la misma ciudad qu lo vio nacer. Tenia entonces 66 anos y una cita urgente e impostergable con la historia. GONGORA y los otros liricos barrocos. Fabula de Polifemo y Galatea Estas que me dicto rimas sonoras, culta si, aunque bucolica, Talia -oh excelso conduce!-, en las purpureas horas que es rosas la alba y rosicler el dia, ahora que de luz tu Niebla doras, escucha al son de la zampona mia, si ya los muros no te ven, de Huelva, peinar el viento, fatigar la selva. Templado, pula en la maestra mano el generoso pajaro su pluma, o tan mudo en la alcandara, que en vano aun desmentir al cascabal presuma; tascando haga el freno de oro, cano, del caballo andaluz la ociosa espuma; gima el lebrel en el cordon de seda. Y al cuerno, al fin, la citara suceda. Treguas al ejercicio sean robusto, ocio atento, silencio dulce, en cuanto debajo escuchas de dosel augusto, del musico jayan el fiero canto. Alterna con las Musas hoy el gusto; que si la mia puede ofrecer tanto clarin (y de la Fama no segundo), tu nombre oiran los terminos del mundo. Donde espumoso el mar sicilano el pie argenta de plata al Lilibeo (boveda o de las fraguas de Vulcano, o tumba de los huesos de Tifeo), palidas senas cenizoso un llano -cuando no del sacrilego deseo- del duro oficio da. Alli una alta roca mordaza es a una gruta, de su boca. Guarnicion tosca de este escollo duro troncos robustos son, a cuya grena menos luz debe, menos aire puro la caverna profunda, que a la pena; caliginoso lecho, el seno obscuro ser de la negra noche nos lo ensena infame turba de nocturnas aves, gimiendo tristes y volando graves. De este, pues, formidable de la tierra bostezo, el melancolico vacio a Polifemo, horror de aquella sierra, barbara choza es, albergue umbrio y redil espacioso donde encierra cuanto las cumbres asperas cabrio, de los montes, esconde. Copia bella que un silbo junta y un penasco sella. Un monte era de miembros eminente este que (de Neptuno hijo fiero) de un ojo ilustra el orbe de su frente, emulo casi del mayor lucero; ciclope a quien el pino mas valiente, baston, le obedecia, tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un dia era baston y otro cayado. Negro el cabello, imitador undoso de las obscuras aguas del Leteo, al viento que lo peina proceloso, vuela sin orden, pende sin aseo, un torrente es su barba impetoso, que (adusto hijo de este Pirineo) su pecho inunda, o tarde o mal, o en vano surcada aun de los dedos de su mano. No la Trinacria en sus montanas, fiera armo de creldad, calzo de viento, que redime feroz, salve ligera, su piel manchada de colores ciento; pellico es ya la que en los bosque era mortal horror al que con pasos lento los bueyes a su albergue reducia, pisando la dudosa luz del dia. Cercado es (cuanto mas capaz, mas lleno) de la fruta, el zurron, casi abortada, que el tardo otono deja al blando seno de la piadosa hierba, encomendada: la serba, a quien le da rugas el heno, la pera, de quien fue cuna dorada la rubia paja, y -palida tutora- la niega avara, y prodiga la dora. Erizo es el zurron, de la castana y (entre el membrillo o verde o datilado) de la manzana hipocrita, que engana, a lo palido no, a lo arrebolado, y, de la encina (honor de la montana, que pabellon al siglo fue dorado) el tributo, alimento, aunque grosero, del mejor mundo, del candor primero. Cera y canamo unio (que no debiera) cien canas, cuyo barbaro rido, de mas ecos que unio canamo y cera albogues duramente es repetido. La selva se confunde, el mar se altera, rompe Triton su caracol torcido, sordo huye el bajel a vela y remo: tal la musica es de Polifemo! .