SECCION: INTERNACIONAL PAG. 27 CINTILLO: EX DICTADOR BOLIVIANO CABEZA: Niega Garcia Meza las acusaciones de genocidio ante la justicia brasilena CREDITO: AGENCIAS BRASILIA, 16 de mayo.-El ex dictador boliviano Luis Garcia Meza (62 anos) detenido en Brasil desde el 11 de marzo pasado, nego las acusaciones de su pais por genocidio y otros crimenes, al someterse hoy al interrogatorio de la justicia brasilena en el proceso de extradicion solicitado por La Paz, para que 13 anos despues retorne a su pais a pagar sus culpas. Con camisa blanca, traje y corbata negros, de luto por la muerte de su esposa de leucemia la semana pasada en Miami, palido, sin bigote, y con un permanente gesto hosco dibujado en su cara, el ex general permanecio 30 minutos en la sala de interrogatorios del Supremo Tribunal Federal (STF) brasileno. Garcia Meza declaro que se sentia "feliz por encontrarse ante el Supremo Tribunal Federal brasileno", cuya imparcialidad reconoce. El ex dictador (1980-81) anuncio que esperaba "recibir lo que no tuvo en Bolivia, donde fue juzgado por un tribunal parcializado y sujeto a influencias locales e internacionales", y nego "la autoria de los delitos imputados y por lo cuales fui condenado". El asesor juridico de la Cancilleria boliviana, Saul Lara, representante de su pais en el proceso, aseguro que Garcia Meza fue condenado en La Paz el 21 de abril de 1993, a la pena maxima de 30 anos de prision, por genocidio y otros seis cuerpos de delitos como apropiacion indebida, peculado y dolo. Beatriz de Suarez Guzman, viuda de un dirigente del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario) asesinado a golpes por hombres de Garcia Meza, describio la denominada "Masacre de la calle Harrington", cuando una reunion del MIR fue interrumpida por un grupo de militares que reprimio sin piedad a los opositores con un saldo de 22 muertos. La defensa del ex presidente, explico el abogado Ladisael Bernardo, argumentara que se trata de un perseguido politico que no puede ser responsabilizado por lo actos de sus subordinados, y que la justicia brasilena no debe cerrar los ojos a esos hechos ni dictar sentencia "con hipocresia". .