SECCION ESPECTACULOS PAG. 37 BALAZO: SEPULTURA CABEZA: Los ninos malos de Belo Horizonte CREDITO: OSCAR SARQUIZ F. Si de sabios es cambiar de opinion, de heroes elevarse por sobre las propias limitaciones. Y si el cuarteto brasileno Sepultura era ya uno de los maximos contendientes por el oseo cetro del deathmetal cuando los oi por primera vez en el apropiadisimo entorno de la arena de lucha libre de Tlanepantla, hoy que son sus incontestables adalides internacionales, su palpable crecimiento artistico hizo de su concierto la noche del viernes pasado en el gimnasio Juan de la Barrera capitalino un evento sin duda atleti co -y para los ajenos, seguramente panico- pero igualmente significativo por la intensidad de su poder de convocatoria. Asi es, un lleno total casi univocamente juvenil estallo con volcanica y uniforme energia bajo el influjo megadecibelico de los mas temibles hijos de Belo Horizonte, ciudad famosa por su belleza que -a juzgar por el tono y la tematica de sus embajadores musicales- tampoco ha logrado escapar al sino de lenta y violenta decadencia que se cierne sobre todas las urbes del mundo. Fue naturalmente facil para los hijos de nuestra metropolis ecocida conectarse por encima de barreras idiomaticas con los denuestos preapocalipticos del contusionante guitarrista y feroz cantante (grunente!) Max Cavalera, su hermano Igor en una bateria que sonaba cual piloteadora de construccion a vapor, el mortifero Hans Kisser en guitarra lider y el aglutinante y pesadisimo bajista Paulo Jr., cuyas visiones pesadillescas de antano se han convertido en estruendosas protestas contra el sistema al lanzamient o de su mas reciente larga duracion, mejor y mas accesible album hasta la fecha, Chaos. Mientras que hasta su predecesor, el exitosisimo Arise, la tematica de Sepultura parecia monotonamente obsesionada con la muerte misma y la certeza de que su ejecutor seria angustiosa y fatalmente repulsivo, sus nuevos temas parecen estar mas vinculados a la protesta social y rechazo al autoritarismo caracteristicos del rock punk originario y su descendiente directo, el hardcore. Gestado -previsiblemente- bajo el ejemplo de Metalica y similares veloces descendientes del paradigma de la pesadez metalera, Bla ck Sabbath, Sepultura ha logrado por fin acunar y reivindicar un sonido propio e identificable cuya derivatividad no los homogeneiza y trivializa entre las hordas de esa prolifica estirpe. La formidable voz del tropical vikingo Max, que los legos podriamos tal vez confundir facilmente tal vez entre otros tantos practicantes de la escuela Linda Blair de vocalizacion avernal, anida entre un denso tramado de potentes y obsesivos riffs que, adecuadamente sonorizados por fin, ratificaron el porque de su preemine ncia en un genero tan sobrepoblado como subterraneo e inmune a la comercializacion abyecta. Sin embargo, cantidad e intensidad de los asistentes pusieron muy en duda la afirmacion de un notorio y pintoresco rucanrolero pleistoavandareno que -ante su evidente incapacidad de adaptarse a tan violentos cambios de los tiempos- trataba infructuosamente de desestimar a los evidentes cuan ruidosos triunfadores de la noche diciendo una y otra vez a quien estuviese dispuesto a escucharlo que esta es la musica de "un grupusculo minoritario", y por tanto indigna de mayor consideracion. Por lo contrario, el formidable espectaculo de casi ocho mil jovenes y resistentes cabezas batiendose de arriba a abajo al unisono en colosal headbanging, intensificado en la linea frontal por el consabido torneo de lanzamiento corporal y, conforme avanzo la noche, por el alarmante espectaculo de sillas voladoras de plastico convertidas por las trayectorias balisticas que les imprimieron sus ocupantes en busca de espacio movil en vistosas/peligrosas pirinolas hasta sumarlas a los enormes monticulos de plast ico anaranjado reminiscentes del volatil concierto de los Ramones en ese mismo local (¨cuando o -gulp- como aprenderan los promotores que hay conciertos que solo pueden escucharse de pie?, atestiguo un enorme potencial de energia solo insignificante para quien va perdiendo simultaneamente el oido (todo por sufrir se acaba) y el hilo de una historia que se niega a darle la revancha mosquetera veinte anos despues. En cuanto a la intrepida e inesperadamente copiosa banda Sepulturera, estuvieron tan conectados y entregados al grupo que parecia que los viniesen siguiendo a lo largo de su gira: su evidente devocion por un genero tan deliberadamente hosco y fisicamente demandante cobra un matiz esperanzador a la vez que sus idolos van adquiriendo nueva y desafiante conciencia no solo de los problemas que se ciernen sobre su futuro comun, sino sobre sus tercos causantes: la codicia y sus corrosivos vastagos el materialismo , el consumo, la contaminacion, el belicismo, la intolerancia, la ignorancia y el desden por el destino de los demas. Una sorpresa agradable e inesperada para quienes no habiamos escuchado su mas reciente oferta musical, fue al inicio del concierto el instrumental Kiowas, un interludio de percusiones amazonicas y guitarras acusticas inspirado por el espeluznante suicidio colectivo de la tribu del mismo nombre, que en tan dramatica y final forma protestaron ante la historia por la sistematica invasion de sus tierras ancestrales por parte de los madereros criollos que continuan depredando los bosques de lluvia ecuatoriales d el Brasil ante la no tan muda pero claramente ineficaz indignacion internacional. Las profundas raices musicales nativas y negras del mayor pais de Latinoamerica no podian ser recurso desperdiciado a su vez por el grupo brasileno de rock mas prominente de la actualidad. Y no es que Sepultura haya cambiado tan profundamente (aunque la bienvenida aparicion por vez primera en su musica de ritmos e instrumentos percusivos brasilenos aterriza, singulariza y robustece su propuesta con la fuerza oscura de la macumba), al contrario, su proceso de maduracion bajo el intensisimo fuego de las numerosas tocadas itinerantes por las que han desfilado incesantemente desde su exodo de su nativo Brasil a Nueva York -base de lanzamiento sabiamente elegida en pos de su internacionalizacion-, ha consolidado sus puntos fuertes (contundente fraseo unisono, imaginacion siniestra, ritmo que, replicado por la tribuna, sacudio sensiblemente por momentos el solido coso de concreto), hoy recubiertos por mayor sofisticacion compositiva y letras menos simplistas y mucho mas directas en su airado espiritu de denuncia social. Tal vez sean los inexorables procesos individuales de maduracion personal como la reciente paternidad de Max, o el imperativo testimonio de musicos combativos procedentes del tristemente notorio pais lider del genocidio socialmente tolerado de los desprivilegiados (ninos y otros habitantes de la calle, rutinaria y abiertamente masacrados por escuadrones de la muerte policiacos) los han suscitado tan notable mejoria en el relativamente breve lapso de un par de anos; el hecho es que hoy engullo gustosamente m is reservas ante aquel primer distante contacto con Sepultura a la distancia de un temible slam tlanepantlense: tras contagiarme ("Hay que infectarse!", me aconsejo sabiamente mi mentor metalico Benjamin Salcedo antes de sumergirnos en la cautivante pestilencia sonora que durante la hora y media mas larga de mayor densidad especifica que he vivido fuera de antesalas) de su justa y decibelica indignacion. Sepultura, cuarteto cuyo sonido amenazante es hoy tan musicalmente impecable como estoicamente circense, es la mas nueva y atronadora voz de las calles urbanas del mundo entero; entre los damnificados de la tragedia urbana en esta, la region mas decadente del aire, hallo su eco y mayor relevancia la noche del viernes; aunque, como canta el Alex Lora, "pobres de los rucos/ellos no lo pueden entender". (Lagarto!) .