SECCION ESPECTACULOS PAG. 37 BALAZO: ROCK DE LA URBE CABEZA: El thrash, la voz del olvido y el abandono CREDITO: SERGIO MONSALVO C. El thrash es actualmente el hijo mas rudo de la urbe, el bastardo que ha tomado para si la iniciativa de reflejar las gandalleces de sus paternidades. Es la voz del olvido, del abandono, de la ausencia de todo, de la jodidez extrema. Tiempo ha tenido esta manifestacion metalera para ir surgiendo paulatinamente de las alcantarillas, del gueto, de las ciudades perdidas, de los barrios bajos, y se ha extendido, irrefrenable, como hiedra por las metropolis. Ha marcado los territorios de su existencia, mostrado sus espacios interiores e idiosincrasias enteras. No se limita ya a las cloacas de costumbre, ni tampoco a los pasillos y escaleras de una vecindad en ruinas. Se ha dispersado por las calles de la gran ciudad. Se le encuentra en el grito de aerosol sobre las paredes, los letreros, los espacios prohibidos a los anuncios, las fachadas de los edificios, las entradas del Metro y hasta en el pavimento de las calles. El espacio interior del thrash ya se encuentra en todas partes. Su idea es dejar bien claros sus indicios, con letras que hagan mella, con filosos sonidos que explotan con alas de extasis, con acelerones ritmicos que no se desvanecen ni con fuego. Es algo asi como un aullido bravo, ritual, que anuncia con guitarras velocisimas y penetrantes la realidad y preferentemente con toda su desnudez. Grito dentro de la ciudad en paises que no terminan por definirse: anticuados, podridos, escaparates de la descomposicion. Espacios vitales que solo demuestran un alza en la injusticia social, en el aire enrarecido por la mierda de tantos y el numero de ratas. El fundamento de su existencia es el conflicto. Ahi es donde esta la razon de ser del thrash y de grupos como Sepultura. Una agrupacion cosmopolita, en el sentido literal del termino, que pertenece por identificacion a cualquier ciudad grande, de cual quier pais. Las favellas se hallan en todas partes. Para esto toca este grupo, para eso se presento una vez mas en Mexico, en el Gimnasio Juan de la Barrera, el patio trasero del espectaculo rocanrolero en la actualidad neoliberalista. El lugar atinado. La banda en pleno, enmezclillada, enchamarrada, encervezada, en activo, acude al llamado del lobo urbano, colma los espacios y las gradas. La voz de ultratumba de Max y el velocimetro sin limite de sus acompanantes corresponden a la congregacion. Mientras muchos grupos de thrash ya claudicaron ante el mainstr eam, Sepultura solo ha modificado discretamente su ruta. Con esta presentacion muestran que elementos del industrial y el hardcore han llegado a la musica del cuarteto. Sin embargo, esto no ha reducido ni su dureza ni su compromiso. Al contrario, en el escenario los brasilenos volvieron a reafirmarlos. El grupo trabajo ahora tambien con adornos extraidos de otros generos emparentados con el metal y sus canciones adquieren una nueva complejidad. El guitarrista Andreas Kisser, por ejemplo, crea una atmosfera realmente recalcitrante, con sus riffs disonantes y solos plagados de puas. En cambio, la bateria colosal de Igor Cavalera recurre incluso a ritmos autoctonos. En el microfono, Max sigue sonando como si las llamas le salieran de las visceras. Iracundo, vocifera contra instituciones como la Iglesia (Amen ) o advierte el peligro de las nuevas tecnologias en las manos equivocadas (Biotech Is Godzilla) con letras de Jello Biafra. Homenajea a la tribu de los kaiowas en la pieza homonima y alardea con el cover The Hunt de New Model Army. Para Sepultura en el foro solo hay gritos de aceptacion, de identificacion. En el escenario ellos revientan de agresividad. Max Cavalera pone toda la fuerza de su cuerpo detras de los rabiosos textos gritados al microfono. Mientras su hermano, en la bateria, martillea una punzada constante, vital, esa que se descubre siempre como esencia de las historias relacionadas con el caos existencial de la urbe. .