SECCION: ESPECTACULOS PAG. 41 CINTILLO: DEL CONTINENTE DEL TEATRO CABEZA: La escena, arte efimero por excelencia CREDITO: BRUNO BERT Leo en la editorial de una publicacion espanola de arte. "Lo Hermoso y lo Feo son principios indiscutibles y universales, como lo Verdadero y lo Falso. No varian al capricho de la historia o de los gustos personales. No son valores relativos sino absolutos". Toparse con eso a esta altura del milenio resulta cuando menos soprendente, porque de un plumazo volvemos a la bidimensionalidad maniqueista que implica un concepto de esta indole: "Un Vermeer o un Rembrandt son absolutamente hermosos, no lo son relativ amente". Lo que significa fijar de una vez y para siempre los parametros sobre los cuales juzgamos un producto al momento de la critica. Esa "regla de oro" se vuelve un objeto inapreciable que se encierra en las cajas fuertes de las academias y se entrega como legado insustituible a los elegidos por los que tienen semejante tesoro, como herederos universales de la Kultura, asi, con K y con mayuscula. Pobres aquellos que, fuera de esos templos consagrados, intenten contravenir las reglas, ya que entonces en traran en el dominio de lo Feo absoluto! Dios y el diablo con su sequito de sacerdotes, encargados de quemar en plaza publica a los herejes correspondientes tras la previa y necesaria tortura. Sea un Giordano Bruno en las ciencias o un Maakovski en las letras o un Meyerhold en el teatro. En pocas palabras, es el intento de detencion del dinamismo historico -justamente el motor insustituible de cualquier verdadera obra de arte- en aras de mantener el poder de opinion, la manipulacion de la "Verdad" como per tenencia inalienable y familiar (y con ella los honores y los dineros, claro). El teatro -arte efimero por excelencia- no escapa a la pretension de algunos de fijar para siempre el vaiven de los valores, de retener para si el primado de la Belleza Absoluta. Es por eso que todo aspecto de renovacion es necesariamente violatorio, y en ese impulso sanguinario se halla la base de cada nuevo tiempo. Es lo unico verdaderamente reencontrable a cada renacimiento del espiritu y de la forma: el grito primal y el aliento que implica. En lo demas, cambia el discurso, el interes, la direccion y la intencionalidad. Nace otro paradigma historico impregnado del mismo relativismo, y el tiempo va modificando a su vez, de generacion en generacion, la apreciacion sobre lo producido a cada paso del hombre. Los movimientos se olvidan, se redescubren, se reinterpretan, como paso con el teatro griego, con la escena medieval o la Comedia del Arte... Los productos del hombre son perecederos, como sus juicios sobre ellos. Afortunadamente! .